Vol. 2 Crepúsculo 26

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'Cuiden bien de su madre. Confío en ustedes, hijos míos'.

Eso era lo que decía siempre su padre antes de salir de casa. Al joven Kwon Taekjoo, estas palabras le parecían muy extrañas. Por alguna razón, no creía que fuera una sorpresa que su padre nunca volviera. Y en realidad, la despedida de su padre cada mañana se convirtió en su último deseo.

Su madre se lamentaba desconsoladamente ante el retrato de su padre. Kwon Taekjoo retrocedió ante los gritos desgarradores e ininteligibles. Parecía asustado. En aquel momento, la visión desconocida de su madre le resultaba más chocante que la desesperación de no volver a ver a su padre.

Su hermano era diferente. No era un adulto, pero estaba más decidido que nadie. Resueltamente, desempeñó el papel de jefe de los dolientes en el funeral. Fue él quien consoló a su madre y le hizo comer. Era inquebrantable ante las expectativas, preocupaciones y responsabilidades que recaían sobre él. Era un hombre recto. Se convirtió en una presencia fiable para su madre y en una sombra reconfortante para su hermano pequeño, Kwon Taekjoo. Gracias a él, la ausencia de su padre nunca se sintió.

No había mucha interacción entre ellos, en parte por la diferencia de edad de seis años y en parte porque el trabajo de su hermano le alejaba a menudo de casa. No estaban ni muy unidos ni muy distanciados. Sólo eran dos hermanos.

Rara vez se ponían en contacto a menos que ocurriera algo especial, así que fue sorprendente que Kwon Taekjoo recibiera de repente una llamada suya un día. Inmediatamente supuso que algo iba mal, pero su hermano le dijo que sólo le llamaba para saludarle. No hablaron de nada importante en toda la llamada. "Cuando zarpemos esta vez, no volveremos hasta dentro de dos meses. Cuida bien de mamá por mí'."

Su última conversación no fue diferente de cualquier otra, pero Kwon Taekjoo todavía se sentía extrañamente incómodo. Ni siquiera él sabía por qué. Durante algún tiempo después, no le pasó nada a su hermano ni a su familia. Así que Kwon Taekjoo se sacudió rápidamente la ansiedad de su mente.

Los accidentes siempre ocurrían sin previo aviso. Te golpean en la nuca cuando menos te lo esperas. Eso fue lo que ocurrió aquel día. La llamada se produjo a altas horas de la noche, e incluso después de escuchar claramente lo que decía la otra parte, Kwon Taekjoo no podía creerlo. Pensó que estaba teniendo una pesadilla. No sabía cómo había llegado al lugar al que le habían dicho que fuera. Ni Kwon Taekjoo ni su madre estaban en sus cabales.

Cuando por fin llegaron, ya había una multitud reunida. Era un mar de militares, familias desconsoladas, periodistas y curiosos. Kwon Taekjoo no recordaba bien lo que pasó después. Sólo recordaba que estaba allí, aturdido, en una mezcla vertiginosa de desesperación, tristeza y rabia. Mientras vigilaba el funeral, dormía a ratos. Ni dormía ni se despertaba por voluntad propia. Entre medias, soñaba. Su padre y su hermano aparecían. Repetían las mismas palabras. Se cansó de la repetición. Cuando se tapó los oídos, empezaron a gritar: "Date prisa y contesta". Ambos estaban completamente perdidos en el momento de la muerte. Cuando despertó sobresaltado, su madre estaba sentada a su lado. A pesar de haberse desmayado al ver el cadáver de su hermano, estaba como siempre. Al menos en apariencia. Agarró la mano de Kwon Taekjoo, que tenía pesadillas, y le acarició suavemente el pelo sudoroso.

"Mamá sólo te tiene a ti ahora".

Una mirada de determinación brilló en sus ojos. Respirando hondo, Kwon Taekjoo abrió los ojos. Podía ver cómo sus pestañas se abrían de par en par. Una vibración constante resonaba en su cabeza. Se sentía mareado. La superficie de algo contra su piel era fría y dura. Parecía un cristal. Parpadeando de un lado a otro, observó el paisaje que pasaba por la ventanilla del coche. Los altos edificios, los coches abandonados a un lado de la carretera y los densos árboles eran blancos. Era como una ciudad hecha de nieve.

Las Flipantes Aventuras Del Conejillo Chocolate Y Su Cocodrilo RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora