Vol. 8 Estrella sin nombre: Primero en entrar, último en salir 107

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¡Disculpe! ¿Quién es usted? ¿Por qué está haciendo esto?"

Mientras Zhenya irrumpía en el hospital, el secretario del director se interpuso para impedirle la entrada. Sin hacerle caso, Zhenya pasó de largo y se encaminó hacia la oficina. En el momento en que el secretario lo agarró del brazo, gritando: "¡Señor! ¡Disculpe!". Zhenya le torció la muñeca y le estampó la palma de su mano contra la nariz. Antes de que pudiera siquiera recuperarse, lo arrojó al pasillo.

Sin hacer ruido, cerró la puerta tras de sí y se dio la vuelta justo cuando otro funcionario, que había estado observando desde la distancia, llamaba desesperadamente al servicio de seguridad. Pero no importaba cuántas veces pulsara el botón, no obtenía respuesta... Zhenya ya se había encargado de todos y cada uno de ellos antes de entrar en el hospital.

Cuando el empleado vio a Zhenya acercándose, cogió el teléfono para llamar a la policía, pero enseguida una oscura sombra se proyectó sobre su rostro. Antes de que la llamada pudiera conectarse, la mano de Zhenya se cerró en torno a su cuello. Luchó por quitársela de encima, pero su agarre era inquebrantable. Lo levantó en el aire hasta que sus pies quedaron suspendidos fuera del suelo.

"¡Aagh...! Po-Por favor, no me hag...".

Los ojos de Zhenya eran indiferentes y estaban fríos. Daba la sensación de que en cualquier momento le rompería el cuello y lo asesinaría. Enfrentado a una situación que ponía en peligro su vida, el empleado levantó la mano para señalar en dirección al despacho del director. Zhenya lo soltó de inmediato y se dirigió en dirección a la puerta cerrada.

Presionó la manilla, pero no se movió, como si ya hubiera sido cerrada con llave. Desde el interior se escuchó una voz amortiguada. El director estaba claramente al tanto del alboroto en el exterior y parecía estar llamando desesperadamente a la policía. Zhenya soltó la manilla y, sin vacilación, derribó la puerta de una sola patada. Una parte de la cerradura se rompió junto con la puerta mientras ésta se abría de golpe como un endeble pedazo de papel. En el interior, el director, que seguía aferrado al teléfono, tragó saliva con un agudo chillido y se precipitó a recoger su pistola. Estaba tan aterrorizado que el arma le temblaba en las manos.

"¿Qui-quien eres? ¿Por qué nos estás haciendo esto?"

"Estoy buscando a alguien".

Zhenya se acercó con rapidez al director, quien sintiéndose cada vez más ansioso apretó el gatillo frenéticamente. La bala pasó zumbando junto a Zhenya en un abrir y cerrar de ojos, impactando contra el adorno artesanal que se encontraba detrás de él. Completamente imperturbable, Zhenya continuó caminando hacia el director, que se puso rígido del miedo y lanzó continuos disparos contra él.

Pero no importaba con cuánta precisión apuntara a Zhenya, cada bala falló su objetivo. Zhenya las esquivó todas con movimientos tan ágiles que parecían casi inhumanos. En un instante, Zhenya alcanzó al director, retorciéndole dolorosamente la muñeca. Al mismo tiempo, una bala se disparó en dirección al techo, haciendo estallar las luces.

"¡Aaah, ya llamé a la policía!".

"Entonces tendrás que mantenerte con vida hasta que lleguen aquí", replicó Zhenya, equiparando la amenaza que el director le había lanzado como su último recurso. Su agarre aplastó aún más fuerte la muñeca del director.

"¡Ahhg! ¡Por favor, suéltame la mano...!".

"Hace una semana, por la noche, deberían haber traído aquí a un paciente asiático en ambulancia".

"¿Hace una semana? Co-Cómo podría yo saber que... ¡Aaagrgh! ¡¡Espera, espera!! Lo que pasa es que... ¡tuvimos una gran cantidad de pacientes la semana pasada debido al atentado terrorista!"

Las Flipantes Aventuras Del Conejillo Chocolate Y Su Cocodrilo RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora