Vol. 7 El patriota 103

46 10 5
                                    

Zhenya.

La piel debajo de sus ojos se contrajo, los pequeños vellos de sus orejas se pusieron de punta.

'Zhenya.'

Sus sentidos agudizados se tranquilizaron ante el sonido de la suave voz, y su rostro tenso se relajó. Una mano áspera acarició su oreja, masajeándola dulcemente. Dejó escapar un leve gemido e instintivamente envolvió con ambos brazos a la figura que tenía a su lado, en busca de más de aquel delicado y sutil placer. Su mejilla se acarició contra el muslo musculoso que estaba junto a él. Una risa grave surgió del hombre. A Zhenya le gustaba cómo el aire vibraba con su risa, el amable sonido resonando en sus oídos.

'Bastardo. Deja de comportarte como un bebé y ponte de pie de una vez. Ya es mediodía'.

A Zhenya le pareció dulce incluso su regaño molesto. Él nunca había dejado que nadie le hablara así, pero por alguna razón, lo anhelaba cuando se trataba de Kwon Taekjoo. Quería mucho más, quería que invadiera su espacio a su antojo.

'Agh, idiota. Sé que estás fingiendo no escucharme. ¿Ya comiste?'

Zhenya negó con la cabeza en lugar de responder. Temía arruinar el suave momento levantando la voz, aunque no tenía motivos para hacerlo.

'Ya lo sabía. Ugh, levanta la cabeza de una vez. Te prepararé los fideos con frijoles negros que te gustan. Eres un hombre grande, pero aún no te alimentas bien, y tienes el apetito de un niño'.

El hombre sacudió la pierna, empujando la cabeza de Zhenya. Zhenya esbozó una sonrisa, abriendo lentamente los ojos.

"....."

Extendió la mano hacia el espacio vacío que había a su lado, pero estaba frío, como si nadie hubiera estado allí. Con un profundo suspiro, se incorporó.

Debió quedarse dormido mientras estudiaba los planos otra vez. Después de cuatro días sin descanso, prácticamente se había desmayado.

Siempre que su mente se abarrotaba de pensamientos que lo distraían, Zhenya se refugiaba en su isla y se concentraba en el estudio de sus armas, justo como ahora. Para dar vida a sus creaciones, necesitaba cálculos precisos y gran habilidad, así que siempre despejaba su mente de todo lo demás hasta que conseguía un resultado que le satisfaciera.

Pero últimamente, incluso eso se había vuelto difícil. Solía ocurrirle después de discutir con Kwon Taekjoo. Por mucho que intentara bloquear el ruido, las preguntas sin respuesta se agolpaban en su mente. Y siempre giraban en torno a lo mismo... por qué Kwon Taekjoo estaba enojado y qué había hecho mal esta vez.

¿Por qué? ¿Exactamente, por qué?

Las interrogantes se acumulaban una detrás de otra, convirtiendo sus pensamientos en un revoltijo confuso. En su vida no había existido ni un solo problema que no pudiera resolver. Siempre encontraba una respuesta, de un modo u otro, y si no, eliminaba el problema por completo. Incluso si su mente se enredaba con pensamientos complejos, todo lo que tenía que hacer era eliminarlos para siempre.

Pero ese enfoque nunca había funcionado con Kwon Taekjoo. Las preguntas sobre él nunca iban a ninguna parte, y no podía eliminarlo de su mente. Tal vez ese era el motivo por el que Zhenya se enfurecía y frustraba como nunca.

Con un suave chasquido de su lengua, encendió la aplicación de rastreo, tal y como hacía a menudo.

"... ¿Hm?"

El único objetivo que estaba rastreando era Kwon Taekjoo, pero por alguna razón, su ubicación no estaba señalizada en el mapa. Zhenya reinició la aplicación, pero seguía igual que hace un momento. Sólo un único mensaje apareció en su pantalla, que decía: "El objetivo no existe."

Las Flipantes Aventuras Del Conejillo Chocolate Y Su Cocodrilo RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora