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Fay:
Dos días. Solo dos días para el Castle Coming, y las cosas parecían más complicadas que nunca. Mis pensamientos giraban en torno a Morgie, pero cada vez que me veía nostálgica por algún detalle suyo, recordaba todo lo que había pasado, el engaño, las mentiras... y el dolor. Bridget y Ella notaron mi distracción mientras organizábamos las últimas cosas para el baile.

—¿Estás bien? —preguntó Bridget, acercándose mientras repasábamos la lista de invitados.

Le sonreí, aunque era una sonrisa forzada.

—Sí, solo estoy... pensando.

—¿En Morgie? —dijo Ella sin rodeos, deteniéndose frente a mí con una mirada comprensiva.

Me mordí el labio, intentando no dejarme llevar por la tristeza que me invadía cada vez que su nombre surgía en la conversación.

—Lo sé, chicas... pero no es fácil. Por un lado, quiero perdonarlo, pero por otro, no sé si puedo. Todo lo que hizo, lo que me ocultó...

Bridget me ofreció una sonrisa suave y me abrazó.

—No tienes que decidir ahora, Fay. Pero recuerda que estamos aquí contigo, no importa qué decidas. No estás sola.

Respiré hondo, agradeciendo ese apoyo que siempre me ofrecían.

—Gracias. Las quiero mucho —les dije, y sentí que, al menos por un momento, el peso sobre mis hombros se aliviaba.

—¡Vamos a enfocarnos en algo más divertido! —dijo Bridget, cambiando de tema con una sonrisa brillante—. ¿Qué tal si horneamos algo? Podemos hacer los cupcakes que tanto te gustan, Fay.

—Sí, es una excelente idea —añadió Ella, animada—. ¡Nada como una pijamada con cupcakes para despejar la mente!

Asentí, sintiéndome un poco más ligera. Quizás una noche tranquila con mis amigas era justo lo que necesitaba. Al menos, por unas horas, podría alejarme de todo ese conflicto interno.

Morgie:
El aire frío de la noche rozaba mi piel mientras caminaba por los jardines de la academia.

Las luces de los pasillos se reflejaban a lo lejos, pero aquí, bajo las sombras de los árboles, todo se sentía más silencioso. Mi mente no dejaba de dar vueltas. Cada vez que cerraba los ojos, veía el rostro de Fay, sus lágrimas, su dolor... y cómo lo había causado todo.

A pesar de los regalos y las pequeñas señales que le dejaba, Fay seguía evitándome. Y lo peor es que no podía culparla. Había hecho todo mal, y ahora estaba pagando el precio.

—¿Sabes? —dijo una voz repentinamente detrás de mí. Hades apareció de entre las sombras, con esa sonrisa despreocupada que siempre llevaba—. Es divertido verte así, tan... descompuesto.

No respondí. Sabía que, para Hades, esto era solo un juego más. Pero para mí, era mi vida.

—Así que... lo arruinaste todo, ¿eh? —repitió, con una pizca de burla—. Te enamoraste de la chica, fallaste en el plan, y ahora estás aquí, caminando como un alma en pena.

Lo miré de reojo, sin detenerme en mi andar. —No entiendes, Hades.

—Oh, creo que entiendo bastante bien —dijo, poniéndose a mi lado —. Lo que no entiendo es cómo llegaste a este punto. ¿De verdad pensaste que enamorarte de Fay te iba a ayudar en algo?

Cerré los ojos por un segundo, sintiendo cómo el peso de sus palabras me hundía aún más.

—No fue planeado. No quise que esto pasara.

Hades se detuvo y me miró directamente.

—La cuestión es... ¿Estás dispuesto a arriesgarlo todo por ella? ¿O ya te resignaste a perder?

La pregunta se quedó en el aire, envolviendo el silencio que nos rodeaba. Sabía que debía decidirme. Sabiendo que cada paso que diera podría costarme todo.

Fay:
Las luces suaves de la sala común y el aroma dulce de las galletas y los cupcakes recién horneados llenaban el aire, pero mi mente seguía atrapada en todo lo que había pasado con Morgie. Bridget y Ella hablaban entre risas sobre los últimos detalles del Castle Coming, pero yo apenas lograba concentrarme. Sabía que estaban tratando de animarme, pero las dudas seguían pesando en mi corazón.

—Fay, mira esto —dijo Bridget, mostrándome una galleta con forma de corazón que acababa de decorar—. Tal vez puedas hacer una igual, ¿no?

Forcé una sonrisa, aunque el simple hecho de pensar en Morgie me hacía sentir un nudo en el estómago.

—No estoy segura de si eso es lo que necesito ahora —murmuré, mirando mis manos mientras jugaba con un cortador de galletas sin prestar mucha atención.

Ella, siempre dulce y tranquila, se acercó y puso una mano en mi hombro.

—Lo sabemos, pero quizás esto te ayude a pensar en otra cosa por un rato. A veces, distraerse con algo simple es todo lo que necesitamos.

Bridget, con su energía siempre optimista, no tardó en unirse.

—Además, después de todo lo que has pasado, mereces relajarte un poco. ¡Piensa en la pijamada que vamos a hacer esta noche! Nos relajamos, hablamos, hacemos más galletas y cupcakes, nos ponemos mascarillas... Lo que sea que te haga sentir mejor.

Suspiré, sabiendo que tenía razón. Tal vez estar con ellas y hacer algo tan sencillo como hornear me ayudaría a calmar la tormenta de pensamientos que no me dejaba en paz. Pero a pesar de todo, no podía dejar de pensar en Morgie y en los pequeños regalos que había dejado en mi casillero, en lo mucho que significaban para mí, y en lo difícil que era decidir si debía o no perdonarlo.

—Está bien —dije finalmente, levantando la vista hacia ellas—. Tal vez esto me ayude a pensar con más claridad.

Ambas sonrieron, aliviadas de verme aceptar su plan. Y mientras volvíamos a decorar las galletas juntas, sentí que, al menos por un momento, la carga en mi pecho se aligeraba. No sabía qué haría respecto a Morgie, pero al menos aquí, con mis amigas, podía permitirme respirar.

Morgie:
El silencio que siguió a la pregunta de Hades me pesaba más de lo que quería admitir.

Estaba atrapado, y no sabía cómo salir sin perder algo importante en el camino.

—No es tan simple —respondí, tratando de sonar firme, pero incluso a mí me sonaba débil.

Hades se encogió de hombros, encendiendo un cigarro con total despreocupación.

—Siempre es simple, Morgie. O recuperas a Fay, o sigues siendo fiel a Uliana. No puedes tener ambas.

Lo miré, frustrado. Sabía que en el fondo tenía razón. Todo este tiempo había estado intentando caminar en la cuerda floja, sin caer en ninguno de los dos lados.

—¿Y qué harías tú? —pregunté, aunque no esperaba una respuesta que me sirviera de consuelo.

Hades soltó una breve carcajada, llena de una ironía pesada.

—Yo nunca me habría metido en esta situación, amigo. Pero si lo estuviera... —Hizo una pausa, disfrutando el drama del momento, antes de continuar—, lo quemaría todo. Si realmente la amas, arriésgalo a perderlo todo, quema el mundo por ella. Si no, sigue siendo fiel a Uliana, y olvídate de Fay.

"Arriésgalo a perderlo todo." Esa frase retumbaba en mi mente. Tenía que decidir, y pronto.

No podía seguir con esto por mucho más tiempo.

—Tienes dos días hasta el Castle Coming —agregó Hades, con una sonrisa torcida mientras exhalaba humo—. Aún tienes tiempo... pero no tanto.

Me quedé solo, con sus palabras aún resonando en mis oídos. Dos días. Y tenía que elegir entre Fay y Uliana. Pero, después de todo lo que pasó, ¿Fay siquiera me perdonaría?

Beyond the wand Donde viven las historias. Descúbrelo ahora