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Morgie:
Cinco días. Solo cinco días para el Castle Coming, y cada segundo se siente como una losa más sobre mis hombros. Había intentado encontrar la forma correcta de hacer las paces con Fay, pero, por más que lo pensara, no encontraba las palabras. Las palabras ya no eran suficientes. Lo sabía.

El casillero de Fay estaba justo en el pasillo que pasábamos todos los días. Me aseguré de llegar antes de que el flujo de estudiantes inundara el lugar. Sabía que ella también llegaba temprano, siempre lo hacía para evitar las multitudes. Me acerqué despacio, mirando hacia ambos lados, y dejé un pequeño paquete dentro de su casillero.

Un collar con un colgante que había visto en una de nuestras salidas al pueblo. Sabía que le había gustado, pero en ese momento no tuve el valor de dárselo. Ahora parecía casi desesperado, pero no me importaba. Solo quería que recordara los momentos que compartimos, que viera que todavía me importaba.

Suspiré mientras cerraba su casillero suavemente. El gesto era pequeño, pero cargado de todo lo que sentía.

—No puedo perderla, no así.

Sabía que no iba a ser fácil, pero tenía que intentarlo, aunque me estuviera matando por dentro. Los días estaban pasando demasiado rápido, y ella me estaba evitando. Cada vez que la veía, nuestras miradas apenas se cruzaban y luego, como si todo lo que habíamos sido no existiera, ella desviaba la mirada. Y dolía.

Fay:
La mañana había sido un torbellino de pensamientos, y no había dormido bien. Pensaba en el Castle Coming, en cómo todo sería diferente ahora. En cómo lo que sentía por Morgie, todo ese cariño que había crecido en mí, se había convertido en una maraña de confusión.

Abrí el casillero y ahí estaba. Un pequeño paquete envuelto con delicadeza. Mi corazón dio un vuelco, sabiendo de inmediato que venía de él. Dudé antes de tomarlo entre mis manos, y cuando lo abrí, vi el collar. Recordaba ese día en el pueblo. Habíamos caminado por las calles riendo, hablando de cosas sin importancia... y vi este collar en una vitrina. Era hermoso, pero más que eso, era un recuerdo de ese momento en el que todo se sentía simple, cuando no tenía que cuestionar lo que sentía por él.

Mis dedos rozaron el colgante con suavidad, y una parte de mí quería creer que las cosas podían volver a ser así. Pero la realidad era mucho más complicada. Sabía lo que había hecho, y aunque en el fondo de mi corazón seguía amándolo, no podía dejarme llevar por la nostalgia.

—No... no puedo —me dije a mí misma, cerrando los ojos para contener las lágrimas que amenazaban con salir de nuevo. Sabía que no lo podía perdonar tan fácilmente, ni siquiera sabía si quería hacerlo.

Respiré profundo, guardé el collar en mi bolso y cerré el casillero con fuerza. Me alejé rápidamente antes de que cualquier emoción pudiera vencerme de nuevo. Él podía seguir intentando, pero yo no podía permitir que esos gestos rompieran mis defensas tan fácilmente.

Morgie:
Estaba sentado en el rincón de la biblioteca, el único lugar donde podía evitar a todos los demás y pensar. Las palabras de Uliana seguían rondando mi cabeza, su amenaza firme y sin piedad. Si no lograba arreglar las cosas, no solo me enfrentaría a la furia de ella, sino que también perdería cualquier oportunidad de redención con Fay. Era como caminar en una cuerda floja, sin red que me salvara.

Cuando vi a Fay más tarde, nuestras miradas se cruzaron por un segundo. Solo un segundo, pero para mí fue suficiente. Noté algo en sus ojos... ¿era nostalgia? ¿Duda? Estaba más distante que nunca, pero sabía que ese pequeño gesto le había llegado. No sé si eso era bueno o malo, pero al menos no me había ignorado completamente. Tal vez todavía quedaba esperanza.

Decidí intentarlo de nuevo. No podía rendirme. Al día siguiente, volví a llegar temprano al pasillo de los casilleros. Esta vez, en lugar de un regalo, le dejé una nota. Solo unas palabras sencillas: "Lo siento. Sé que te lastimé, y no espero que me perdones de inmediato, pero quiero que sepas que todo lo que sentí por ti fue real. No hay un solo día en el que no me arrepienta de lo que hice".

Coloqué la nota en su casillero, asegurándome de que quedara bien visible, y luego me alejé. Sabía que no la vería leerla, pero imaginarlo me llenaba de nervios. Cada intento se sentía como una última oportunidad, como si estuviera perdiendo algo que ya había perdido, pero que aún no quería aceptar.

Fay:
El día siguiente fue igual de agotador. Sabía que había cosas de las que no podía escapar, pero también sabía que no quería enfrentarme a ellas. Cuando llegué a mi casillero, vi una nota. Mi corazón dio un vuelco. Sabía de quién era antes de siquiera tocarla.

La abrí con manos temblorosas y leí las palabras que él había escrito. Por un instante, mi mente volvió a ese lugar donde todo era más simple, donde Morgie no estaba envuelto en una trama de mentiras y engaños. Quería creer que él realmente lo sentía, pero eso no cambiaba lo que había hecho.

Me quedé unos minutos allí, leyendo la nota una y otra vez, como si pudiera encontrar algo nuevo en ella que me diera una razón para perdonarlo. Pero, aunque sus palabras parecían sinceras, había una parte de mí que no podía dejarlo pasar tan fácilmente.

Guardé la nota en mi bolso y respiré hondo. Sabía que Bridget y Ella estaban esperándome en la sala común para hornear los cupcakes del Castle Coming, así que decidí no quedarme estancada en mis pensamientos. Necesitaba despejarme, aunque fuera por un rato.

Cuando llegué, las chicas ya estaban preparando los ingredientes.

—¡Fay! —dijo Bridget con su eterna sonrisa mientras revolvía la masa—. Llegaste justo a tiempo. Estamos por empezar.

Ella me miró con una expresión cálida, pero sabía que también notaba mi distracción.

—Vamos, ponte el delantal. Esto te ayudará a despejar la mente —dijo mientras me entregaba uno. No era una opción rechazarlo.

Me uní a ellas en la mesa, y poco a poco, entre las risas y el aroma dulce que llenaba la habitación, sentí que mi mente se alejaba de todo por un rato. Mientras mezclábamos los ingredientes, no pude evitar pensar en lo afortunada que era de tener a mis amigas a mi lado, especialmente en momentos como este.

—Gracias por todo, chicas. —dije, tratando de ocultar la emoción en mi voz.

Bridget me dio un suave empujón en el hombro, sonriendo.

—Para eso estamos, Fay. Siempre.

Morgie:
Esa noche no pude dormir. Sabía que los días estaban contados, y cada segundo que pasaba sin una señal clara de Fay me desgastaba más. Me había alejado de Uliana y de su plan, pero la sombra de su amenaza seguía ahí. No podía sacudirme la sensación de que todo estaba a punto de colapsar.

Decidí salir a caminar por los jardines, esperando que el aire fresco aclarara mi mente. Y entonces lo vi. James estaba apoyado en una de las estatuas, observando el cielo con una expresión pensativa. Me acerqué lentamente, pensando que tal vez él podría darme algún consejo. Después de todo, era el más racional de todos.

—Vaya, Morgie. No esperaba verte aquí a estas horas —dijo James con su tono despreocupado habitual, pero noté una pizca de curiosidad en su voz.

Me encogí de hombros, intentando no sonar demasiado afectado.

—No podía dormir.

James me miró con una media sonrisa, pero luego su expresión se volvió más seria.

—Supongo que todo el asunto con Fay te tiene así, ¿verdad? —su tono era más suave de lo habitual. A pesar de ser un villano, siempre tenía una forma curiosa de mostrar comprensión cuando menos lo esperabas.

Asentí, suspirando.

—Lo arruiné, James. No sé cómo arreglarlo.

—Bueno, no soy precisamente un experto en temas del corazón, pero... —se detuvo, rascándose la barbilla—. Sé lo que es que alguien se meta en tu cabeza de una forma que no puedes controlar. ¿Sabes? Me pasa algo similar con Bridget.

Nos quedamos en silencio unos minutos, procesando lo que ambos acabábamos de confesar.

—No es fácil, Morgie —continuó James—. Pero si lo que sientes por Fay es real, vas a tener que luchar por ello. Y prepárate, porque dudo que sea un camino sencillo.

Asentí, sabiendo que tenía razón. Luchar por ella era lo único que me quedaba.

Beyond the wand Donde viven las historias. Descúbrelo ahora