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Morgie:
La noche había alcanzado una perfección inesperada. El salón estaba lleno de vida, cada risa y cada destello de luz reflejándose en los candelabros parecían más intensos ahora que Fay y yo habíamos vuelto juntos, sintiendo que, después de todo, podíamos tener nuestro momento de paz. Al mirarla, aún con el leve rubor en sus mejillas, sentí que el mundo podría detenerse en ese instante y nada podría ser más perfecto. Su sonrisa hacía que toda sombra se disipara, y no quería más que sostener su mano, bailar con ella hasta el amanecer.

Pero entonces algo cambió. Era casi imperceptible, como un escalofrío, un murmullo que empezó a recorrer a los presentes. De repente, el salón que antes rebosaba de alegría quedó sumido en un silencio espeso. Mis ojos se dirigieron hacia la entrada, donde tres figuras avanzaban entre las sombras.

Uliana. Hades. Maléfica.

Vestidos con una elegancia oscura y feroz, sus presencias se sentían como una amenaza que iba creciendo en cada paso. Uliana, con su porte calculador y su sonrisa satisfecha, avanzaba con la tranquilidad de alguien que ha esperado su momento exacto. La conocía demasiado bien como para no captar esa satisfacción venenosa en su mirada.

Me tensé, sintiendo cómo Fay apretaba mi mano. Aquella conexión que habíamos recuperado parecía ahora a punto de desmoronarse ante la entrada de esas figuras. No era solo una aparición, era una declaración de intenciones, y la manera en que Uliana nos miraba a Fay y a mí me decía que no iba a detenerse esta vez.

—Ah, qué encantador todo,— escuché a Uliana murmurar con una voz tan afilada como el filo de un cuchillo. —Parecen tan felices... casi como si olvidaran que las cosas pueden cambiar en un segundo.—

El miedo empezó a filtrarse entre los asistentes; algunos héroes parecían prepararse para lo que vendría. Mi mirada se cruzó con la de Bridget, quien se aferraba a su collar de corazones, pálida pero firme. James, junto a ella, ya parecía saber lo que estaba en juego, y eso solo añadió peso a la tensión.

Sentí cómo Fay me miraba, sus ojos llenos de preocupación, de preguntas. Le di un leve apretón a su mano, deseando tranquilizarla, pero sabiendo que el peligro era inevitable. Lo que hasta hace unos segundos había sido un sueño perfecto estaba a punto de convertirse en una batalla.

Fay:
El salón, que momentos antes era un refugio de alegría y luces resplandecientes, se sintió de pronto opresivo, como si el aire se hubiera vuelto más denso. Las risas y la música se extinguieron, y un murmullo de inquietud comenzó a extenderse entre los presentes. Sentí cómo mi corazón se detenía cuando vi la silueta de Uliana en la entrada, seguida de Hades y Maléfica. Con sus vestiduras oscuras y miradas implacables, parecían una sombra que venía a devorar nuestra noche perfecta.

No aparté la vista de Uliana, y entonces me di cuenta de que sus ojos estaban clavados en Bridget.

La rabia y el desprecio en su mirada eran inconfundibles; había venido a terminar lo que había comenzado hacía tanto tiempo. El temor me invadió, y apreté la mano de Morgie.

—Morgie... —susurré, tratando de mantener la voz firme mientras sentía que mi corazón latía desbocado—. Creo que va por Bridget... y también por mí. Lo veo en sus ojos.

Morgie me miró, y en su rostro había una determinación férrea. Sin decir nada, me sostuvo la mano con más fuerza y avanzó hacia Uliana, sin una pizca de vacilación en sus pasos. Sabía que él no iba a retroceder ni a ceder terreno.

Morgie:
Avancé hacia Uliana, sintiendo cómo cada paso aumentaba mi ira y mi resolución. La noche, que había sido casi perfecta hasta hace un instante, estaba a punto de convertirse en una confrontación inevitable. Uliana había traspasado todos los límites, y el simple hecho de verla allí, en medio de nuestra noche, decidida a despojar a Fay y a mí de nuestra felicidad, encendía una rabia profunda en mí.

—Uliana —dije, manteniendo la voz firme, aunque en mi interior ardía como una tormenta—. ¿Qué esperas conseguir esta vez? Bridget no tiene la culpa de tu encor. ¿Por qué no lo aceptas de una vez?

Ella sonrió, una sonrisa afilada y venenosa.

—Ay, Morgie, siempre tan sentimental. —Su mirada se desvió hacia Fay, y vi cómo sus ojos se encendían con una mezcla de desprecio y desafío—. Pero verás, querido, una no se olvida tan fácilmente de un asunto pendiente. Bridget fue solo el comienzo... y Fay... —sus labios se curvaron en una sonrisa cruel—. Fay es la razón por la que ahora eres un traidor.

Sentí cómo Fay me miraba, su expresión reflejando una mezcla de miedo y valentía, como si supiera que, sin importar lo que ocurriera, no la dejaría sola en esto. Tomé su mano con más fuerza, transmitiéndole una promesa silenciosa: no iba a permitir que Uliana ganara. La batalla había comenzado, y esta vez, no iba a ceder ni un solo paso.

La sonrisa cruel de Uliana se profundizó, y en un instante, como si se tratara de una señal silenciosa, Hades y Maléfica avanzaron a su lado. El ambiente en el salón se tensó aún más, y pude sentir cómo las miradas de los invitados se enfocaban en nosotros, en lo que estaba a punto de suceder.

—Déjalas fuera de esto, Uliana —dije, intentando sonar más controlado de lo que realmente estaba—. Bridget y Fay no tienen que pagar por algo que nunca fue más que un malentendido.

Pero ella se limitó a mirarme con una mezcla de lástima y desprecio.

—Morgie, siempre tan ingenuo. Nunca fuiste capaz de entender lo que significa el verdadero poder. Bridget y Fay son solo piezas en un juego que tú y yo apenas comenzamos.

De pronto, en un solo movimiento, Maléfica alzó su cetro y, en un destello de luz púrpura y verde, lanzó un hechizo hacia Fay y Bridget. Intenté reaccionar, pero el hechizo ya las había alcanzado. Ambas quedaron envueltas en un campo de energía que las aprisionaba, como si fueran pájaros atrapados en una jaula de luz.

Fay me miró, desesperada, y pude ver el miedo en sus ojos. Sentí una oleada de furia y determinación mezcladas, y supe en ese instante que haría lo que fuera necesario para sacarlas de esa trampa.

Fay:
El hechizo de Maléfica me envolvió en un instante, y aunque intenté moverme, mis brazos y piernas se sentían pesados, como si estuvieran anclados en el aire. Pude ver a Bridget a mi lado, atrapada de la misma manera, con su rostro pálido pero lleno de valentía. Sabía que estaba asustada, pero, fiel a su naturaleza, trataba de mantenerse serena.

—Morgie... —susurré, mis ojos buscando los suyos, esperando encontrar algo que me diera esperanza.

Y allí estaba él, su mirada ardiendo de determinación, como un faro en medio de la tormenta. En sus ojos vi una promesa, una que me decía que, sin importar cuán desesperada pareciera la situación, él no iba a rendirse. Y eso me dio fuerzas.

Morgie:
Uliana dio un paso adelante, disfrutando de nuestra desesperación. Pero justo cuando iba a lanzar otro hechizo, James surgió entre la multitud y, con una agilidad inesperada, se colocó al lado de Bridget.

—¿Acaso crees que voy a quedarme de brazos cruzados mientras haces esto? —le dijo, mirándola con una mezcla de desprecio y desafío.

Uliana lo miró, sorprendida, y soltó una risa fría.

—¿Tú también, James? —su voz destilaba sarcasmo—. Qué conmovedor. ¿Así que te has unido a los "héroes"?

James no le respondió, pero el brillo desafiante en sus ojos decía más que mil palabras.

Charming y Ella también se colocaron a nuestro lado, sus expresiones llenas de determinación.

—Si quieres pasar por encima de ellos —dijo Charming, su espada en mano—, tendrás que enfrentarte a todos nosotros.

Por primera vez, vi un destello de duda en los ojos de Uliana. La fuerza de nuestros aliados y la determinación que cada uno de nosotros llevaba en el corazón parecían hacer tambalear su confianza.

Pero esto estaba lejos de terminar.

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