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Fay:
La conversación de ayer seguía resonando en mi cabeza. Cada palabra de Morgie, cada mirada... había despertado algo en mí que había intentado reprimir. Pero eso no borraba las heridas que aún me dolían. Desde esta mañana, todo en el castillo parecía estar teñido de expectativa; los pasillos se llenaban de risas, vestidos y preparativos para el Castle Coming, que empezaría en solo unas horas.

Suspiré, mirando las decoraciones finales en el salón. Me sentía dividida entre el deseo de darle una oportunidad y el miedo a volver a sufrir. Aunque intentaba distraerme organizando los últimos detalles, mi mente regresaba a él.

De repente, Bridget se acercó y me dio un leve empujón en el hombro, sonriendo suavemente.

—Fay, ¿estás bien? Parece que tienes algo en la cabeza.

Quise responder, pero mi mirada fue directa al reloj de la pared, marcando la hora. Morgie había dejado una nota en mi casillero esa misma mañana, una que aún guardaba en el bolsillo de mi vestido. La tomé entre mis manos y leí sus palabras de nuevo:

"Fay, sé que tienes dudas, y las entiendo. Hoy, media hora antes del Castle Coming, voy a estar esperándote en el jardín. Si decides venir, será una señal de que aceptas acompañarme al baile, y te prometo que haré todo lo posible por hacerte la persona más feliz del mundo. Si no vienes, respetaré tu decisión y no volveré a molestarte. Sé que lo que hice fue bajo, y no espero que olvides, pero sí que me des una oportunidad para enmendarlo."

Sentí un nudo en el estómago. Mi corazón se aceleraba al pensar en la posibilidad de ir, pero también sentía el peso de mis dudas.

—¿Crees que deberías ir? —preguntó Ella con una sonrisa comprensiva, notando mi indecisión.

No respondí, pero ambas sabían la razón de mi silencio. Con un último suspiro, dejé la nota y me dirigí al salón de clases. Tenía hasta el inicio del Castle Coming para decidir si iba o no.

Morgie:
La tarde pasó en un suspiro, y pronto me encontré esperando en el jardín, exactamente como había prometido en la nota. Los nervios me consumían; sabía que no podía obligarla a venir, pero, en el fondo, no podía evitar mantener la esperanza. Me movía de un lado a otro, apretando entre mis manos la rosa blanca que había traído para ella.

La espera se hacía eterna. Miraba el reloj con cada minuto que pasaba, preguntándome si ella aparecería.

Fay:
Caminé por el sendero que llevaba al jardín, sintiendo cómo cada paso aumentaba mis nervios. Sabía que iba a encontrarme con Morgie allí, y aunque parte de mí todavía dudaba, otra parte quería darle una oportunidad.

Al girar la última curva, lo vi.

Estaba de pie junto al banco de piedra, esperándome con la misma intensidad que siempre mostraba en sus ojos oscuros. Pero esa noche, se veía diferente. Vestía un elegante smoking negro con un corbatín a juego. La formalidad del traje realzaba cada detalle de su presencia, y por un momento, me sentí atrapada en una especie de sueño. ¿Era posible que este fuera el mismo Morgie que una vez había roto mi corazón?

Cuando me vio acercarme, una sonrisa suave apareció en su rostro.

Sosteniendo una rosa blanca en la mano, dio un paso hacia mí y, sin decir nada, me la ofreció. Mi pulso se aceleró, y acepté la rosa con delicadeza, sintiendo el peso de su mirada en mí.

—Gracias por venir, Fay —dijo en un tono bajo, lleno de sinceridad—. Créeme, no te vas a arrepentir.

Sus palabras me tomaron por sorpresa, pero antes de que pudiera responder, él se inclinó y me dio un suave beso en la mejilla. Ese gesto, simple pero cargado de significado, me hizo sentir una mezcla de emociones que apenas podía comprender. Lo miré y vi algo en sus ojos que me hizo pensar que realmente quería hacer las cosas bien.

Morgie:
La imagen de Fay frente a mí era lo más hermoso que había visto. Su vestido lavanda tenía un brillo tenue que parecía captar la luz de las estrellas. Los detalles de encaje en la parte superior y la falda amplia de tul con un sutil brillo resaltaban su figura de una forma tan delicada y elegante que me dejaban sin palabras. Pero no era solo el vestido; era ella.

Era su sonrisa nerviosa, su mirada expectante, y la forma en que parecía iluminar todo a su alrededor.

No pude evitar sonreír cuando tomé su mano, aún un poco inseguro de si estaba soñando o no.

—Fay, sé que me gané tus dudas, y entiendo si necesitas tiempo —dije, con la voz algo temblorosa—. Pero quiero que sepas que estoy aquí porque tú eres mi todo. No hay nadie más para mí, y haré todo lo que esté en mis manos para que no te arrepientas de haber venido.

Sus ojos se suavizaron, y aunque no podía estar seguro de lo que estaba pensando, sentí que quizá aún había esperanza.

Fay:
Mis pensamientos eran un caos, pero al escuchar sus palabras, algo dentro de mí empezó a calmarse. Vi en él una vulnerabilidad que no había mostrado antes, y aunque aún me debatía entre confiar o no, sentí una pequeña chispa de algo más.

—No voy a mentirte, Morgie. No estoy completamente segura de cómo seguir adelante, pero estoy aquí... porque quiero intentarlo.

Él asintió, y su sonrisa se amplió, llena de una emoción genuina.

—Gracias, Fay. Te prometo que haré lo que sea necesario para que confíes en mí otra vez. —Apretó mi mano suavemente, como si temiera que fuera a desaparecer en cualquier momento.

Nos quedamos así, bajo las estrellas, en un silencio que no necesitaba palabras. Y mientras el mundo parecía detenerse por un instante, supe que, aunque todavía quedaba un largo camino por recorrer, al menos esa noche estaba dispuesta a ver a dónde nos llevaría.

Beyond the wand Donde viven las historias. Descúbrelo ahora