Beyond the wand

13

Fay:
Corrí lo más rápido que pude, mis pies llevándome casi por instinto hacia la habitación de Bridget. Las lágrimas nublaban mi vista y la opresión en mi pecho no me dejaba respirar con claridad. ¿Cómo había podido pasarme esto? Todo el dolor, la confusión, los sentimientos que había estado tratando de ordenar se derramaron con cada paso. Cuando llegué a la puerta, ya no podía contener los sollozos. Toqué suavemente, aunque quería golpear, gritar, pero solo salió un pequeño golpe de mis nudillos contra la madera.

La puerta se abrió y Bridget, con su usual sonrisa, me recibió, pero su expresión cambió tan rápido como me vio. No pude ni pronunciar una palabra antes de que me abrazara.

—¡Fay! —su voz era suave, como si supiera lo frágil que estaba en ese momento—. ¿Qué pasó?

Mis lágrimas caían silenciosas mientras me dejaba guiar hacia el interior de la habitación. Al entrar, vi a Ella, quien también me miró con preocupación. No sabía ni por dónde empezar, todo se sentía como una tormenta en mi mente.

—Lo vi, todo lo escuché... Morgie... él... —Intenté hablar, pero las palabras no me salían con claridad.
Bridget me llevó hacia la cama, donde me senté temblorosa. Ella tomó mis manos, como si el simple hecho de estar allí pudiera ayudarme a calmarme.

—Tómate tu tiempo, Fay —dijo Ella, sus ojos grandes y llenos de comprensión—. Estamos aquí para ti.

Respiré profundo, dejando que la calidez de su apoyo me rodeara, pero no podía dejar de pensar en lo que había escuchado, en cómo todo parecía desmoronarse. Cerré los ojos, buscando el valor para decirlo en voz alta.

—Morgie... me dijo que me amaba —empecé, mi voz apenas un susurro—. Y yo... yo también iba a decirle que lo amaba. Hoy. Pero... lo escuché, hablando con Uliana. Era todo una mentira, ellos solo me estaban usando.

El silencio que siguió fue pesado, como si cada palabra que acababa de pronunciar hubiera envuelto la habitación en un manto de dolor. Bridget se quedó sin palabras por un momento, como si no supiera cómo consolarme. Ella, sin embargo, apretó mis manos con más fuerza.

—Fay, lo siento tanto —murmuró Ella, con los ojos brillantes de empatía—. No mereces esto.

Bridget me abrazó con más fuerza, como si tratara de tomar parte de mi dolor para sí misma.

—Fay, vamos a estar contigo en esto, pase lo que pase. No estás sola.

Me aferré a esas palabras. Ellas eran mi ancla en medio de este caos. Quizás no tenía respuestas ahora, pero sabía una cosa: no iba a enfrentar esto sola.

Morgie:
Mi mente estaba hecha un lío mientras veía a Fay alejarse. El jardín que había sido nuestro refugio, nuestro espacio, ahora se sentía vacío sin ella. El eco de sus palabras seguía resonando en mi cabeza, golpeándome con más fuerza de lo que jamás imaginé. Me quedé allí, inmóvil, tratando de recomponer lo que acababa de ocurrir, pero no había manera de hacerlo. La había perdido.

—¿Qué demonios hiciste? —La voz helada de Uliana cortó el aire, y cuando me volví, ella estaba ahí, observándome con una mezcla de furia y desaprobación. Su rostro estaba completamente endurecido.

—Uliana... —Intenté hablar, pero las palabras no salían. Todo lo que había pasado... yo mismo lo había arruinado.

—Arruinaste todo —dijo con veneno en la voz, —. ¡Te advertí que no te involucraras emocionalmente! ¡Te advertí que no la dejaras acercarse tanto! Y ahora... ¡todo se ha ido al infierno porque no puedes controlar tus malditos sentimientos!

Sentí su ira como un látigo, cada palabra clavándose como una aguja en mi piel.

—Yo... yo no quería que esto pasara —murmuré, mis puños cerrándose por la frustración—. Pero me enamoré de ella, Uliana. Y... no puedo seguir con este maldito plan. No cuando sé que la estoy lastimando.