CAPÍTULO 34

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La boda llegó.

Siento los nervios colarme por todo el cuerpo, las estilistas junto con Carelina se encargan de maquillarme y alistarme. Siento un gran nudo en mi estomago mientras que siento que la presión se me subio por los nervios.

Me miró una y otra vez al espejo observando el maravilloso trabajo que me hicieron, las sombras son naturales pero hacen que resalten mis grandes ojos luciendolos bellísimos, el peinado es una trenza alrededor de mi cabeza pero mi cabello está suelto y el rulos muy bien acomodados.

Me limpio varias veces las manos debido al sudor mientras que mi corazón late tan rápido que parece que corri un maraton de 10 kilómetros.

— Bellisima mía signora.

Hablo Carelina mientras me miró al espejo por completo observando la manera en que mis senos resaltan, mi cintura se ve tan hermosa y la parte esponjada del vestido me hace ver como una princesa.

Respiro repetidas veces escuchando los aplausos de todas las estilistas y Rosa desde lejos me mira con lagrimas en los ojos

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Respiro repetidas veces escuchando los aplausos de todas las estilistas y Rosa desde lejos me mira con lagrimas en los ojos. Siento su nostalgia pues ella desde el día 1 estuvo a mi lado cuidándome.

— Bien mía signora, ya tenemos que irnos para empezar la celebración de bodas. Recuerde mantener la postura, mirada arriba, no se deje intimidar por nadie, se usted misma ahí, demuestre que usted es la mujer de la letalidad.

Habla Carelina dando los últimos toques a mi vestido.

— Ser su mujer —. Susurre aceptando mi destino junto con Elios.

No me entiendo.

Tengo una maldita posesividad de tenerlo solo para mi, me siento feliz de que ahora todos sabrán que Elios Vannicelli ya tiene mujer, y esa mujer soy yo. ¿Por qué lo quiero para mí?

No lo se pero si se que el es mio, como yo soy suya.

No dejo de pensar en el, no puedo parar de pensar en cómo será el momento en que el me hará suya. Se que me dolerá pero yo le pedí que me esperara y el que el me respertara en ese sentido me hizo sentir mariposas en el estomago.

Camino acompañada de Rosa, ella viste un lindo vestido lila y su cabello perfectamente peinado sin una hebra suelta.

— Siempre a su lado mía signora —. Susurro cuando lentamente las puertas de donde seria el camino a su infierno se abren lentamente.

— Hoy y siempre.

Rosa se retiro y yo empecé a caminar por el adornado camino bañado en rosas rojas y blancas. Todas las personas que estaban ahí se levantaron, yo no conocía a ninguna aparte de Jaden que esta hasta al frente con un vestido verde. Las demás eran personas totalmente desconocidas pero yo no las veía a ellas, mi vista estaba puesta en el demonio que me va a corromper y es ahí cuando lo veo por completo:

Elios parado en el altar vestido de su traje negro con camisa blanca, todo muy bien planchado, su cabello perfectamente peinado hacia atrás dejándome ver ese rostro divino. Una gran sonrisa luce en su rostro mientras me mira caminar a el a pasos dignos de ser reina de la mafia.

Camino con la frente en alto hasta ponerme enfrente de Elios mirándolo directo a los ojos, a lado para siempre. Elios me debora con la mirada, sus ojos destellan amor, deseo, anhelo y ternura mientras que los míos destellan algo que nunca creí tener.

Obsesión.

Un sentimiento que me hace querer tenerlo solo para mi y eso es lo que pasara, después de esto seremos el uno del otro.

Adios Adara que no tenia amor propio.

Hola Adara que no se reconocerá cuando pruebe los labios de este hombre sellando nuestra obsesión.

El sacerdote empezó a hablar pero ver a los ojos a Elios fue algo que me hizo perder de este mundo, no escuchaba a nadie, no los sentía, ni siquiera estaban segura de que si esto era un sueño o no.

— ¿Entonces Elios Vannicelli Lombardo, aceptas como esposa a Adara Russell para amarla y cuidarla en la salud, la enfermedad, en la riqueza y la pobreza? —. Hizo la pregunta mirando a Elios pero el no quitaba sus ojos de los míos.

— Acepto —. Dijo firme con voz orgullosa, sentí mis piernas temblar pero aun me mantenía de pie.

Yo aprete el ramo de rosas blancas preparándome para que mi voz no tiemble cuando el sacerdote me haga la pregunta que me unirá a Elios para siempre.

Un dulce tormento, un ardiente infierno que quiero vivir.

— ¿Usted Adara Russell, aceptas como a Elios Vannicelli Lambordo como tu esposo para amarlo, cuidarlo y respetarlo en la salud, la enfermedad, la riqueza y la pobreza?

— Si, acepto —. Solte aún con mis ojos en los suyos.

— Puede besar a la novia —. Dio la orden y Elios no perdió el tiempo.

Me hagarro de la cadera acercándome a el, tomo mi mejilla en su mano, miro mi rostro detallando mis ojos brillando con deseo.

Juntamos nuestros labios en un beso lleno de emociones; amor, lujuria, ternura, deseo, anhelo y la mayor de todas, obsesión.

Continuamos besándonos escuchando a oídos sordos los aplausos mientras que las manos de Elios se volvieron más pervertidas apretando mi carne de mis caderas mientras que yo pose las mías en su cuello y mejilla profundizando el beso que nos está uniendo el uno con el otro.

Un beso letal entre un hombre obsesionado y una chica inexperta.

Pero esto se siente tan bien que ya no quiero salir de este infierno.

Vannicelli's Obsesión. (Nueva Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora