Recuerdo 4 (Rebecca)

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La primera vez que alguien me explicó qué es el amor, ese alguien fueron en realidad dos personas, los padres de Isabel

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La primera vez que alguien me explicó qué es el amor, ese alguien fueron en realidad dos personas, los padres de Isabel. Tenía ocho años recién cumplidos y por alguna razón era mi primera vez escuchando esa palabra, no de su boca, mucho menos de la de Isabel, sino en una película de esas que solían pasar justo antes de nuestro concurso de preguntas favorito, ese por el cual todas las semanas nos reuníamos en la sala del hogar de Isa.

La palabra ni siquiera fue en específico "amor"; ni siquiera fue una palabra en realidad, sino que fue una expresión que encendió algo en mí desde el primer momento: "Te amo". Sentí que debía haberlo escuchado; sentí que debía haberlo conocido. Que debía haber sabido qué significaba; que deberían habérmelo dicho antes.

—¿Qué significa eso? —pregunté al aire, pero mirando a la mamá de Isabel, sentada a mi lado con los ojos demasiado fijos en la televisión, en la imagen del chico que acaricia la barbilla de una chica y acerca su cara a la de ella, para después darle un beso; algo que sí reconocía, que había visto a los padres de Isabel hacer; algo que solamente me habían explicado como "algo que los adultos hacen cuando se quieren".

Y sabía lo que era querer; tal vez por eso entendí menos entonces. ¿Por qué se besaban si se estaban amando en vez de queriendo? ¿O eran sinónimos? Tal vez le preguntaría eso a la maestra al día siguiente si la respuesta de la mamá de Isabel no me convencía.

No pregunté más, de todas formas, sino que esperé a la respuesta que ya había pedido, viendo a la señora fijamente, mientras ella me observaba también; obviamente no de la manera en la que yo lo hacía, no con esa curiosidad, sino con extrañeza, sintiendo justo lo que yo había sentido antes de que la curiosidad llegara: Yo tendría que conocer esa palabra, saber lo que significa; tendría que haberla escuchado algún día; tendrían que habérmelo dicho alguna vez.

Luego algo se ilumina en su cara, tal vez una pequeña esperanza de que yo sí lo hubiera escuchado, que simplemente no supiera cómo se estaba usando en este caso, por qué el chico le dice "te amo" a alguien a quien besa, a la chica que unos minutos después se convierte en su novia, y no a alguien a quien amara de la manera no romántica, de la manera que debería haber conocido, como a sus padres, sus abuelos o un amigo cercano.

Tal vez realmente pensó eso, que yo no era miserable, porque cuando por fin me explicó, todo su diálogo fue sobre amor romántico:

—Mira, pues amor es cuando... Cuando piensas demasiado en una persona y sientes mariposas en el estómago cuando lo haces. Y quieres darle besos... y casarte con ella... Estar a su lado por toda la vida... —explicó, aunque yo la seguí mirando, sin sentirme satisfecha; casi no había sentido nada de eso y no entendí ni la mitad de lo que dijo.

Luego el papá de Isa continuó, intentando ayudarla:

—Quererla de una manera... especial. Como si fuera tu mejor amigo, pero... todavía mejor.

Su cara estaba roja y se mordía el labio; lo mismo le pasaba a su esposa. Sus ojos parecían estarse llenando de lágrimas y todas sus expresiones los hacían notarse desesperados.

El tiempo perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora