27 - Ángel guardián

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Situado en el número doce del Paseo de la Castellana, haciendo esquina con la calle Ayala, se encontraba Embassy: un acogedor restaurante, salón de té y pastelería

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Situado en el número doce del Paseo de la Castellana, haciendo esquina con la calle Ayala, se encontraba Embassy: un acogedor restaurante, salón de té y pastelería. Álex y Jon habían quedado allí con Adrián. Aunque Jon había dicho un rotundo "no" al principio, Álex había logrado convencerlo de que era importante compartir sus sospechas sobre la Reina de los Renegados.

Álex eligió el lugar porque no era muy transitado, a pesar de su rica historia, lo que lo hacía aún más atractivo. Solía frecuentar el sitio más de lo que le gustaría admitir y planeaba escribir un pequeño artículo sobre él. El salón de té había sido famoso por ser un escondite del espionaje internacional durante la Segunda Guerra Mundial y había acogido a miles de refugiados que llegaban a Madrid a través de los Pirineos y los puertos españoles.

Al cruzar el marco de la puerta de entrada, de un verde similar al de los abetos de Navidad, Álex y Jon se adentraron en el ambiente cálido del lugar. Se sentaron en la barra, y Álex hojeó la carta de bebidas mientras esperaban a Adrián. Este no tardó mucho en llegar: se sentó a su lado, mientras terminaba de cerrar un paraguas negro.

—Llegas tarde —saludó Jon, con un tono malhumorado; aún no estaba del todo de acuerdo con aquel encuentro.

—No sé cómo lo hago, que aunque lleve paraguas, acabo empapado, ¿sabes? —bromeó Adrián, ignorando la queja de Jon—. ¿Qué tal va todo, chicos?

—Bien, tío, bien. ¿Y tú? —respondió Álex por los dos, antes de que Jon soltase otra impertinencia.

—Siempre podría ir peor —dijo Adrián, manteniendo un tono optimista.

Un camarero se acercó para tomarles nota. Adrián pidió un té negro con chocolate. Jon optó por un té helado, mientras que Álex se decantó por un té verde marimba, con piña, mango, papaya, cacao, coco, chocolate y vainilla.

—Exótico —dijo Adrián, levantando una ceja con aprobación.

—Como yo mismo —bromeó Álex, provocando risas entre los tres. A pesar de no conocerse mucho, Álex sintió que Adrián era alguien tranquilo y fácil de tratar. Con esto, comenzó a relajarse; no creía que Jon causara una discusión esa tarde.

Una vez que les sirvieron los tés y tras hablar de cosas triviales, Adrián se adentró en el meollo del asunto:

—¿Qué es eso tan importante que me tenéis que contar? —preguntó, bajando la voz a pesar de que nadie les prestaba atención. Solo compartían el local con unas señoras con peinados lujosamente fijados que hablaban en inglés, y estaban eligiendo entre la bandeja de pastas en el centro de la mesa.

Álex sacó de su maletín una carpeta marrón. En la solapa, había escrito a mano y en rotulador negro: "La Reina de los Renegados".

—He oído hablar de ella —dijo Adrián, entrecerrando ligeramente los ojos.

—¿Y quién no? —gruñó Jon, haciendo una mueca.

Álex le reprendió con la mirada, y Jon suspiró antes de tomar la palabra.

Signos - Saga del Zodiaco IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora