32 - La trampa

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La fachada era de mármol con acabados de madera, y el cartel rezaba Gran Café Gijón

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La fachada era de mármol con acabados de madera, y el cartel rezaba Gran Café Gijón. El interior estaba dominado por mesas de mármol negro que contrastaban con el granate predominante: el de los sillones y el de la mitad de las baldosas de ese suelo ajedrezado. Jon había llegado el primero, para no variar, así que se pidió una mesa en la terraza mientras observaba el Paseo de Recoletos. Por supuesto, la idea de reunirse en aquel lugar había sido de Álex. Le encantaban los restaurantes con historia, y el Café Gijón era un clásico de Madrid. Sus mesas habían vivido gran parte de la historia de la ciudad, la cual podía atisbarse en los cuadros colgados en las paredes del interior.

Jon sacó un cigarrillo y, mientras exhalaba el humo, vio que aparecían Adrián y Álex. Les pegó un silbido para que viesen que estaba ahí, y ellos se giraron al momento. Le saludaron con un gesto de cabeza y se acercaron a tomar asiento. El camarero se les echó encima, y cada uno pidió un café.

Se habían reunido para contrastar sus avances en la investigación de la Reina de los Renegados.

—Actuó la semana pasada de nuevo —comenzó diciendo Álex, a la vez que sacaba una carpeta de su mochila—. Cerca de Príncipe Pío esta vez.

—¿Alguno tiene alguna pista más sobre quién podría ser? —preguntó Jon.

—No, no hay nadie que dé el perfil —respondió Álex—. He estado investigando sobre gente con dinero interesada en actos lucrativos. Me he entrevistado con algunos, pero nadie encaja con la Reina de los Renegados. No creo que así la vayamos a encontrar.

—Yo tampoco —le interrumpió Jon—. Hay que actuar. —Apoyó las manos firmemente sobre la mesa.

—¿A qué te refieres? —preguntó Adrián.

—A que hay que hacerla salir. Solo así podemos acceder a ella.

—¿Te refieres a tenderle una trampa? —Álex lo miró, entendiendo la idea.

—Exacto.

Jon sonrió. Había pensado bastante en ello y creía que era la única manera. Si de verdad aquella Reina era uno de ellos, Syloh e Illyia no tardarían en ir a buscarla. Ellos tenían que adelantarse.

—¿Cómo? —preguntó Adrián.

—Lo primero es un cebo. Alguien que encaje a la perfección con ese tipo de personas a las que la Reina de los Renegados salva. Alguien a quien no salvaría nadie más. Alguien con problemas serios.

—Taylor —dijo Adrián sin titubeos.

—Veo que me sigues, ricitos de oro. Hay que poner a Taylor en una situación de aparente peligro. Y, mientras, nosotros estaremos espiando, hasta que la Reina venga a rescatarla.

—¿Y cómo vas a hacer eso? —Álex frunció el ceño, dubitativo.

Jon esbozó una sonrisa autosuficiente y empezó a relatar el plan con pelos y señales, sin escatimar en los detalles. Bajo ese extraño sol impasible de aquel noviembre, con las hojas caducas cubriendo el suelo, Jon les hizo conscientes de los pormenores y los riesgos de llevar a cabo aquella idea a la que tantísimas vueltas había dado. Necesitaban ser precisos, necesitaban ser fuertes.

Signos - Saga del Zodiaco IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora