Nany

4.1K 237 26
                                    

Mis padres no me creen porque no han visto nada.
Creo que esperan que algo realmente malo pase para que se den cuenta del peligro en el que estamos viviendo.
Yo me quiero ir de esta casa porque se que es la que aloja al demonio, pero mis padres se oponen ya que dicen que gracias a la empresa de papá podemos vivir dignamente.
Me enfurece de verdad que digan eso porque mientras se tenga un trabajo digno, no importa donde vivas.
Mis padres se estaban volviendo codiciosos e interesados.

Mi madre conoció a una señora que no tenía familia, la pobre nunca tuvo hijos. Es colombiana, pero desde que era joven se vino a vivir aquí, su esposo falleció hace poco más de un año, así que la pobre vive ahora sola en una enorme casa que solo se encuentra a unas cuadras de la mía.
Su esposo siempre fué un hombre muy adinerado y al morir toda la fortuna que él había logrado en su vida le quedó a doña Esperanza.
Mi madre dice que la pobre señora le da lástima y que quiere convencerla de que se venga a vivir con nosotros, pero yo se que sus intenciones son diferentes.

Esa mujer desinteresada, conforme con lo que teníamos y feliz de por lo menos estar viva se había convertido en alguien diferente, no reconozco a mi madre.

Yo no quería que doña Esperanza viniera a sufrir, porque, aunque a mi me gustaría tenerla como mi abuela ella no se merecía entrar a una casa donde la quieran por interés y peor aún que un demonio le llegue a hacer daño.

Pasaron los días y nada anormal había vuelto a suceder. Marie y yo recobrabamos poco a poco esos lazos que desde un principio nunca debieron romperse.

Todos los días le pregutaba a mi hermana si había vuelto a hablar o a jugar con el demonio y gracias al cielo la respuesta siempre era NO!

Luego de que me contara la versión que el demonio le había inventado entendí claramente el porqué ella le hacía caso. Pero estaba tranquilo porque sabía que al darse cuenta que era un demonio con quien hablaba y no el niño inocente que ella creía le temeria y no volvería a hablarle.

Por desgracia, meses después mamá logró convencer a la pobre anciana y ésta se mudó a casa.

****

Pasaron los meses y nuestra relación con Nany ( como le deciamos mi hermana y yo de cariño a Esperanza ) había crecido enormemente. La habíamos llegado a querer como la abuela que nunca tuvimos cerca.
Ella era una mujer especial, su cara siempre con una sonrisa para regalar, emanaba ternura y cariño. Yo la llegué a admirar muchisimo, porque, aunque nunca tuvo familia siempre fue una mujer alegre y siempre con una sonrisa en su arrugado y tierno rostro.

Ya era una mujer mayor, a sus 87 años reflejaba fuerza y valentía aún. Se movilizaba por la casa muy lentamente.

Todas las noches llegaba a nuestras habitaciones con algo de dificultad a darnos un tierno beso de buenas noches a Marie y a mí. Lo que nuestros padres no se preocupaban en hacer.

Yo ya estaba grande para esas cosas, pero con Nany no me importaba la edad, solo quería tenerla cerca siempre y el mismo efecto logró conseguir también en mi hermana.
Yo amaba a Nany y mucho.

Era feliz a su lado, hasta esa noche, esa infernal noche que acabó conmigo.....

LA MALDICIÓN DE LA MANSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora