Cruda Realidad

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Estoy anonadado, es a mí a quien quiere poseer ese demonio.
Pero por otra parte me alegra que por fin dejara a Marie en paz.
Eso explica la presión en el pecho.

Mamá no paraba de llorar mientras me abrazaba.
Marie estaba muy mal también.

No lo puedo creer. Debemos irnos YA!

Papá volvió a la sala luego de despedir en la puerta al señor Mariom.
Su semblante era triste y frío.
Se sentó y puso su cara entre sus manos.

- Entonces?- preguntó mamá dirigiéndose a mi padre algo molesta- Qué piensas hacer Kevin? No podemos pasar una noche más en esta casa....

- Claudia! Estoy pensando..

- Vamonos a un hotel- Ideó Marie.
Papá alzó su cabeza y nos miró preocupado.

- No podemos cariño. Si hacemos eso, gastamos el dinero que es para la supcistencia del mes!.

Marie agachó la cabeza ante su idea fallida. En realidad no teniamos parientes que nos pudieran recibir en sus hogares, no teníamos donde ir.

Esa noche papá tomó el colchón de su cama y lo puso en mi habitacion. Todos dormiríamos juntos para estar más "seguros".

Pasaron las horas y yo no podía dormir. Aunque mi familia me acompañaba en mi sueño no podía caer en la inconsciencia, mi cabeza daba mil vueltas al asunto y sólo esperaba ver el momento en el que aquella cosa apareciera y me llevara con ella.

El reloj no dejaba de correr y yo no podía cerrar los ojos. Podía escuchar a mamá y a Marie sumidas en el sueño profundo, papá por otro lado era delatado por sus ronquidos.

Yo deseaba acompañarles en el sueño, pero simplemente me era imposible!.
Logré divisar como la tenue luz del día empezaba a dar un poco de brillo a mi habitación, esa luz opaca me hizo sentir confiado y mis parpados calleron como si estuvieran echos de roca muy pesada. La luz del día de verdad me tranquilizaba.

Empezaban a transcurrir los días y nada pasaba, créanme NADA.
Ni sonidos, ni apariciones y en realidad tanta quietud me preocupaba.
Seguimos durmiendo todos juntos. Y había una pregunta que me hacía a mi mismo todos los días:
Si el médium nos informó que esa cosa estaba muy molesta y que su presencia empeoraría las cosas, entonces, que pasa?.

No es que quisiera que pasara nada, pero me tenía preocupado pensar que el demonio sólo se encontraba ausente esperando el momento perfecto para atacar.
Y eso me ponía la piel de gallina.

Hasta ese día!. Creí que lo que nos había sucedido con Nany me iba a marcar profundamente, pero me equivoqué. Lo que sucedió ese día no se lo desearía ni a mi peor enemigo...

Como estos días atrás no habían rastros del demonio, mis padres mantenían la idea de que el médium logró hacerlo huir.
Pero no, yo muy en el fondo sabía que no era así, que esa cosa sólo esperaba paciente el momento para destrozarme.

Papá trabajaba como todos los días. Y yo como siempre en mi habitación mientras mamá hacía los deberes y Marie, pues como se imaginarán disfrutando con sus amigas.

LA MALDICIÓN DE LA MANSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora