Yo te tomo. [Soonhui]

[01]

'Kwon Soonyoung.

Seis hombres yacen en el suelo en la parte delantera de la casa, todos menos dos con disparos de estilo ejecución. Los dos están acribillados a balazos. Fueron tomados por sorpresa. Los demás fueron acorralados. Vieron venir la muerte.

—La puerta principal estaba abierta cuando llegamos —dice Daehyun.

Debería haberlo dejado con el. ¿Por qué no lo dejé?

—¿Algún soldado suyo entre los muertos? —pregunta mi tío.

Daehyun sacude la cabeza.

Nos han tendido una emboscada. Traicionado de nuevo. Nadie sabía que esta casa existía. Incluso si lo hicieran, nadie sabía que el estaba aquí.

Nadie más que los hombres que estaban aquí con el. Que ahora están muertos.
Todos menos uno.

—¿Dónde está Wonwoo? —pregunto. Es el único superviviente. Llamó hace unas horas.

—En la cocina.

Miro más allá de la casa, hacia las montañas. Gira hacia el océano.

Condujeron hasta allí. Mataron a los hombres en los puestos de control y continuaron directamente hacia la casa.

Traicionado.

Otra vez.

Me vuelvo hacia mi tío, que sorprendentemente no ha vomitado al ver el baño de sangre, tanto fuera como dentro de la casa. Quizá no lo conozco tan bien como creo.
El interior es decididamente peor, la sangre marca las paredes y los muebles. Me hace retroceder en el tiempo, una década completa hasta otra masacre.

La otra media docena de hombres y la chica de la cocina yacen muertos.

Con un disparo en la nuca al estilo de una ejecución, como los demás.

—Joder.

Las puertas del dormitorio están abiertas y desde aquí veo la cama desordenada, veo los trozos de cristal de la botella de whisky que había estrellado contra la pared. La luz del baño también está encendida.

Al menos no está muerto. No lo han matado. Cualquier cosa es mejor que estar muerto.

—Soon —dice Wonwoo, levantándose de su asiento, pero haciendo una mueca de dolor y cayendo de nuevo en la silla.

Lo miro de arriba abajo, pero no puedo saber cuánta sangre es suya y cuánta es de los otros. Lo que más me llama la atención no es eso. Es su expresión. Las lágrimas que se esfuerza por no derramar.
La última vez que vi llorar a un hombre adulto fue cuando mi padre vio cómo se degradaba su mujer ante sus ojos.

Mi mandíbula se tensa, mis entrañas se retuercen.

Me dirijo a él.

—¿Estás bien?