Yo te tomo. [Soonhui]

[12]

'Kwon Junhui.

Estoy tratando de entender que Tao se haga cargo del cártel. Tal vez no lo recuerdo correctamente. Era bastante joven, supongo. Simplemente no puedo imaginarlo. Era más como un bicho molesto que sigue zumbando junto a tu oído. Recuerdo que a ninguno de mis padres les gustaba. Pero tampoco estoy seguro de que les gustara Kris. Sé que a mi madre no le gustaba. Ella no confiaba en él, y mi padre no confiaba en nadie que no fuera de su sangre. Aunque Kris adoptó el nombre Wen, era y siempre sería un forastero. Y que Tao se casara con la hija de Kris, su sobrina, no significaba nada para mi padre.

Pienso en eso. Sobre confiar solo en tu propia sangre. Eso hizo que mataran a mi padre.

La sangre está sobrevalorada.

—Soonyoung—empiezo a decir una vez que estamos arriba—. ¿Estás seguro de lo de Tao?

Cierra la puerta tras nosotros.

—Estoy seguro de una cosa en este momento —dice, desabrochando mi abrigo y quitándomelo. Hace lo mismo con el suyo y lo tira sobre el respaldo de una silla. Me empieza a desabrochar la camisa. —No quiero hablar de Tao, ni del cártel, ni de nada de eso, solo por un rato. —Me desliza la camisa. Está lo suficientemente suelto como para que se deslice—. Ahora mismo, lo único que quiero es mirar a mi hermoso esposo.

Su mirada se desliza sobre mí, apretando el puño al ver la carne rayada antes de inhalar lenta y profundamente. Cierra los ojos momentáneamente, pero cuando los abre y me mira, esa ira está controlada. No ha desaparecido, solo se ha catalogado para más tarde.

—En este momento, todo lo que quiero hacer es mostrarle a mi esposo exactamente lo mucho que es mío.

Entonces no me resisto cuando me besa. No quiero hacerlo. Mi cuerpo se acuerda de antes. Recuerda cómo se sentía encima de mí. Dentro de mí.

Con los brazos rodeándome, Soonyoung me lleva de vuelta a la cama. Me sienta en el borde y me empuja hacia atrás para que quede tumbada, con las piernas colgando.

—Ábrelas. —Me señala las piernas. Trago saliva, contemplo la oscuridad de sus ojos—. Dije que las abras, Junhui. —Lo hago. Abro las piernas y veo cómo sus ojos bajan hasta mi sexo—. Más amplio.

Levanto los pies sobre la cama y siento que mi cara se calienta cuando me expongo a él.

Mientras se desabrocha la camisa, arrastra su mirada desde mi pene hasta mis ojos.

—Tócate —dice, quitándose la camisa, y luego moviéndose para servirse un whisky. Se sienta en el sillón que hay frente a la cama—Muéstrame cómo te corres —dice, tomando un sorbo y reclinándose hacia atrás, con sus largas piernas abiertas mientras me observa, con el codo apoyado en el apoyabrazos y la cabeza apoyada en el respaldo de la silla.

—Yo… yo no creo que pueda hacer eso —balbuceo, sintiéndome avergonzado.
Sonríe.

—Yo creo que sí puedes. De hecho, estoy bastante seguro. Hazlo. Pon tus dedos en tu pito y frótalo.