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'Kwon Soonyoung.

El Club es un bar de striptease de alta gama a todos los efectos

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El Club es un bar de striptease de alta gama a todos los efectos. Al menos en la parte delantera. Cuatro soldados entran conmigo, flanqueándome.

E Habitaciones traseras.
Donde está la verdadera acción.

Los cuartos traseros es donde los eventos más ilícitos tienen lugar.

Donde se venden las drogas. Donde se venden seres humanos. Donde se sacian los deseos más depravados.

Me detengo justo en las pesadas cortinas de terciopelo, de un color violeta tan oscuro que parece negro. Las luces son tenues y tres escenarios muestran a tres bailarinas distintas. Dos barras ocupan toda la pared en cada extremo de la gran sala, con estantes de cristal sobre estantes de cristal de la más alta calidad hasta el techo abovedado. A lo largo de esta sala se sitúan sillas ricamente tapizadas de color violeta intenso a juego con las cortinas que las separan de los demás espacios.

—No escapa. Esta noche, no —digo a mis hombres.

Todos asienten. Tengo dos hombres más al frente y dos en cada una de las otras salidas posibles.

—Ahí. —En la esquina más alejada veo a los dos hombres que claramente no pertenecen a este lugar. Están de pie junto a una puerta cerrada, con sus vaqueros y camisetas fuera de lugar. Las chaquetas mal ajustadas que llevan, obviamente prestadas, y las miradas en sus rostros son de hombres que nunca han visto a las personas así.
No puede ser tan estúpido.

—Llave —le digo a la señora que está cerca.

—Está en las habitaciones de atrás. Ya se lo he dicho. No quiero problemas aquí.

—He dicho llave.

—Señor, yo…

Me vuelvo hacia ella y retrocede un paso al ver mi rostro. Me inclino hacia ella. Mide como mucho un metro y medio.

—Llave.

Un momento después, la tarjeta llave está en mi mano. Moderna, como la de una habitación de hotel.
Atravieso la sala por el centro de la habitación hasta la puerta donde los dos hombres hacen de centinelas. Para cuando apartan sus miradas lascivas de las mujeres para fijarse por fin en nosotros es demasiado tarde para meter la mano bajo sus chaquetas prestadas antes de que mis hombres los hayan desarmado.

Empiezan a hablar en español, con palabras apresuradas, cualquier lealtad que Minghao creía tener ha desaparecido.

—Llévenlos atrás —les digo a mis hombres, con los ojos fijos en esa puerta. Sostengo la tarjeta de acceso contra el teclado electrónico y escucho el satisfactorio clic mientras una luz verde parpadea. Abro la puerta y me encuentro con otro pasillo. La moqueta, las paredes y el techo son negros.

Están hechos de forma descuidada. No hay puertas en este pasillo. Al final, me encuentro con la segunda parte del club. La que no ven los turistas.

Un guardia de seguridad se encuentra con mis ojos mientras desliza su teléfono en el bolsillo. Estoy seguro de que ha sido la señora la que ha anunciado mi llegada.
Sin mediar palabra, señala una puerta en el extremo más alejado y se desliza junto a mí hacia el pasillo que acabo de atravesar.

Yo te tomo. [Soonhui]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora