Yo te tomo. [Soonhui]

[11]

'Kwon Soonyoung.

Lo observo durante todo el día.

Diablos, miro a todos.

Todavía tengo una pregunta para el a la que no le encuentro sentido. Bueno, más de una, pero esta tendrá que responderla esta noche.

—Camina conmigo —le digo después de la cena. Es una noche clara, la luz de la luna es plateada sobre las tranquilas aguas.

El estuvo en esa agua, pienso.

En la oscuridad de la noche en el mar negro intenso. Me pregunto si el también piensa en ello. Fue pura determinación que lo encontré allí. Si hubiera esperado un segundo más, se habría perdido. Atado como estaba, bajó directamente.
Lo ayudo a ponerse el abrigo y lo abrocho. Cerberus ya está en la puerta esperando su paseo nocturno. Llevo haciendo esto con él desde que lo tengo.

Solo ha cambiado el lugar.
Cerberus lidera el camino, cargando hacia el mar sin preocuparse.

—Ten cuidado —le digo a Jun con la mano en su brazo para sostenerla cuando se tropieza casi al salir.

—¿Te gusta estar aquí solo? Quiero decir, en la isla, tan lejos de la gente —pregunta.

—No me gusta la gente. Por si no lo notaste.

—Oh, me di cuenta.

—Y no estoy solo. Haseul está aquí. Tengo soldados y…

—Los soldados no cuentan.

—Entonces Haseul está aquí. Y Cerberus. Necesito hacerte una pregunta, Junhui.

Lo veo volverse hacia mí en mi periferia y quito los ojos de Cerberus para mirarlo.

—De acuerdo. —El debe percibir la seriedad del asunto porque parece prepararse.

—Él no te tocó. El médico lo comprobó.

—¿Qué?

—Minghao no te violó.

Sus cejas casi desaparecen en la línea del cabello.

—¿Hiciste que el médico lo comprobara?

Asiento.

—¿Mientras estaba inconsciente? ¿Sin mi consentimiento?

Espero a que lo procese porque sí, por supuesto que lo hice. ¿Quién no habría hecho eso?

—¿En qué mundo crees que está bien hacer eso? —pregunta.

—En mi mundo —respondo con sencillez y honestidad.

—Por supuesto. Tú lo harías. ¿Por qué me sorprende? —Sacude la cabeza, aprieta los dientes—. ¿Por qué no me preguntaste si me tocó? ¿Se te ocurrió siquiera eso?

—Quería estar seguro.

—¿Qué pensabas? ¿Qué te mentiría?

—Podrías hacerlo. Podrías sentirte avergonzado.

—Deberías haberme preguntado. Me has violado al hacer algo así sin mi permiso. —Se gira para alejarse, pero lo agarro por el brazo.

—Eres mi Hombre. Tengo derecho a saberlo.

—Soy tu Homnre, solo de nombre.

Siento que mis cejas se arquean.

—No lo creo. Pensé que lo había dejado claro esta mañana, Gatito.

—¿Otra vez con eso?

—¿Prefieres Furia?

—Prefiero mi nombre. Junhui
Solo Junhui.

Sonrío, con mi mano lo tomo por la nuca y lo atraigo hacia mí. Inclinándome más cerca, acerco mi rostro al suyo e inhalo su aroma. Mi jabón. Mi champú. Me gusta en el.

—Todavía puedo saborearte en mi lengua, Junhui —digo con la voz baja y profunda en la noche tranquila. Sus ojos se abren de par en par y no puedo evitar reírme. Empuja mi pecho, pero no lo dejo ir—. Eres mi hombre. Y punto.

Deja de empujar.

—Dijiste que me dejarías ir cuando esto terminara. Que dejarías ir a Yangyanh.

Lo hice. Lo recuerdo.

—Todavía no ha terminado, ¿verdad? Sacar el tema es prematuro.

—¿Significa eso que todavía lo harás?

Lo estudio. Cerberus ladra una vez y viene hacia nosotros con un palo que ha encontrado en la orilla. Agradecido por la interrupción, me inclino para quitárselo y lanzárselo para que lo recoja antes de volver a mirar a Junhui.

Se ve muy bonito a la luz de la luna. Me gusta que no lleve maquillaje.

Es simplemente el mismo.
Cuando se gira y me encuentra mirándolo, cruza los brazos sobre el pecho y abre la boca. Hablo antes de que pueda hacerlo.

—Todavía no te he hecho la pregunta —le digo.

Sacude la cabeza.

—Soy todo oídos.

—¿Por qué no te tocó? Tuvo la oportunidad. Vi su cara en el barco, no es que necesite pruebas para saberlo, te odia tanto como a mí. Quizás más.
No tiene sentido que no te haya tocado.

Su frente se arruga y se frota, y luego me mira a los ojos.

—No tenía permiso para hacerlo.

—Ah.

El levanta las cejas.

—Hoy hablé con Tao

—¿Tao?

Asiento.

—¿De verdad crees que se ha hecho con el control del cártel? Te lo digo, Soonyoung, que no fue capaz. —Se equivoca en eso—. ¿Qué dijo? —pregunta.

—Afirmó no saber de la muerte de Kris. Aunque no parecía muy molesto por ello. Y juró que no tenía nada que ver con tu secuestro.

—¿Pero no le crees?

—No. Y todavía no tengo una pieza del rompecabezas.

—Quién entregó la ubicación de la casa. —Asiento. La frente de Junhui se arruga—. Por lo que recuerdo, Tao nunca fue tan inteligente.

Le dedico una sonrisa unilateral, le rodeo la cintura con el brazo y lo hago girar.

—Aquellos en los que no piensas dos veces, que pasan desapercibidos, suelen ser los más listos, gatito.

El viento se levanta como si estuviera espiando nuestra conversación. Junhui se estremece.

Paso mi brazo para rodear sus hombros y silbo a Cerberus.

—Vamos a la cama, Junhui. Quiero volver a sentirte debajo de mí.