Capítulo 28.- Entonces ¿Qué mierda somos?

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NARRADOR OMNISCIENTE

Ya todos habían conciliado el sueño, excepto por Charles, no quería decirle a nadie para no levantar preocupaciones, pero el frasco de pastillas que había llevado al viaje solo había tenido suficiente para una dosis y la dosis se había terminado ayer. Por lo tanto, ocultaba los fuertes dolores, pero ¿Para qué preocupar a Carlos?

El mayor ya tenía suficientes problemas como para darle más en que pensar. Charles sentía incomodidad a todo momento, los dolores comenzaron como pequeños piquetes en el estómago, que después se volvieron fuertes punzadas.

Charles: Maldición... - musitó bastante bajo con un tono cortado y lleno de dolor.

Se levantó de la cama y entro al baño donde se miró en el espejo ¿Cómo era posible que una persona pueda verse totalmente bien desde el exterior y estar sufriendo desde el interior? Esas mismas palabras revoloteaban en la mente del menor mientras fingía una sonrisa frente al espejo.

Se odiaría por lo que haría, pero, fue hasta el pantalón de Max, tomó su billetera y sacó unos cuantos billetes. Después salió del hotel y se encaminó hasta alguna farmacia cercana.

Lo sorprendente de esta ciudad es que, aunque fueran las 12 de la noche, todavía había gente vagando por las calles, pidió indicaciones y por fin había llegado a una farmacia, mostró el frasco al despachante y este fue hasta el almacén de donde tomó un frasco y regreso al mostrador.

Vendedor: Son mil euros amigo. – dijo el desconocido observando tan solo los 700 euros del menor.
Charles: ¿Qué? – dijo sorprendido.
Vendedor: Es medicina cara, cuesta 800 y solo se vende con alguna receta médica, así que saltándonos la parte en la que no tienes receta, ignoraré el propósito por la que la quieres y te cobraré 1000.- sonrió al final.
Charles: demonios, cuanta corrupción.- susurró sin saber qué hacer.
***: dele el medicamento al chico, yo pagaré los 300 restantes. – dijo una voz detrás del ojiazul.

Charles con curiosidad volteó y se encontró con un rostro conocido, era Norris.

Charles: No tienes que hacer esto. – dijo tratando de ocultar el dolor.
Lando: Oye, no te preocupes, si los necesitas sé que no es para drogarte. – dijo sacando de su billetera algunos billetes. – el encargado recibió el dinero y entregó el frasco de pastillas. Ambos chicos salieron del establecimiento y Charles tomó las tabletas.
Charles: Quiero agradecerte mucho. – dijo guardando el frasco.
Lando: Eres novio de mi mejor amigo, Carlos ha hecho muchas más cosas por mí.
Charles: ¿Estimas mucho a Carlos? – preguntó con un tono de celos en su voz.
Lando: Lo envidio, pero es envidia de la buena, consiguió a alguien como tú. Logró salir del closet y yo sigo siendo el único de nuestros grupos de amigos de la niñez que aún sigue enamorado de la misma persona.
Charles: Wow. – expresó.- ¿Se puede saber de quién?
Lando: No creo que quieras saberlo, en verdad. Ahora dime ¿Para qué son esas pastillas? ¿Ya surtieron efecto?
Charles: Estoy un poco enfermo y estas pastillas pueden reducir un poco mis dolores.
Lando: ¿Enfermo de qué?
Charles: No creo que quieras saberlo. – sonríe.
Lando: No puedes usar mis palabras contra mí.

Ambos chicos se echaron a reír, hasta que una voz los sacó de aquel ambiente divertido que habían formado los dos.

*: Parecen muy divertidos. – dice una voz ajena a ambos chicos. Norris roda sus ojos, él sabía de quien se trataba, pero Charles no tenía el placer. Hasta que lo vio pudo saber de quien se trataba.
Charles: ¿Tú eres Lewis, cierto?
Lewis: Me tienes en desventaja, no se quien seas tú. – dice con su típica sonrisa.
Lando: ¿Qué haces aquí Hamilton? – pregunta con desagrado.
Lewis: No podía dormir, después de un partido mi cuerpo suelta aún más adrenalina, lo cual me impide conciliar el sueño, pero oye, creo que nos pasa igual a los tres. Sigo sin saber quién eres enano.
Charles: No soy un enano. – dice cerrando su puño.
Lewis: Hey, tranquila pulga, solo es una expresión. Solo sé que eres amigo de Carlos.
Lando: Solo es compañero de clases de Carlos, no es que sea gran cosa.
Lewis: Oh. – suspiro. – no creí que esa cucaracha tuviera amigos en realidad.
Charles: ¿Por qué le tienes tanto odio? – decía a punto de estallar.
Lewis: No es algo que te interese.
Lando: Ya basta, nos vemos Lewis, llevaré a Charles al hotel donde se hospedan, que tengas buena noche. – dice y toma la muñeca de Charles, dándole la espalda al chico alto.

Durante el camino, no hubo pláticas ni nada, Norris pensaba que así sería mejor, en lo que se le pasaba el enojo. Ambos chicos se despidieron y Charles le pidió un último favor a Lando, el cual era ocultar su encuentro en la farmacia. Norris aceptó y este último se fue en dirección que Charles desconocía.
Subió por el elevador y llego hasta la habitación, quiso entrar sin hacer ruido, pero... alguien encendió la luz.

Carlos: ¿Dónde estabas? – pregunto el ojimiel.
Charles: Oh Calos, maldición. – dijo Charles asustado. – Salí a dar una vuelta.
Carlos: ¿A dónde? – preguntó recargándose en el marco de la puerta.
Charles: ¿Serás el típico novio controlador y posesivo? Creo que es lo mismo.
Carlos: No.- hizo una sonrisa. – solo no quiero que andes por este lugar tú solo. – guardó silencio. – Hablando sobre eso, ¿Si sabes que aún no somos novios verdad?
Charles: Ou... - dijo sorprendido "entonces ¿Qué mierdas somos?" pensó.
Carlos: Vamos a dormir. – dijo cojeando hasta la recámara.

Mientras tanto con Norris

El apuesto joven caminaba por las calles de tan iluminada ciudad, cuando el vibrador de su celular lo hizo dar un salto de susto, miro y era un mensaje de " Hamilton"

Hamilton*
Prepara tus maletas, haremos una visita a un viejo amigo.

"Tú Y Yo, Juntos..." Charlos adaptacion.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora