Capítulo 40

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Final 2/3

Narra Carlos

– Déjame intentar hablar con él. – dije haciendo a un lado al más grande. – Charles.... Amor, recuerdo que me advertiste sobre esto ¿Lo recuerdas? En el mirador cuando te confesaste ante mí. Recuerdo también que me dijiste que... - me detuve, pude escuchar el llanto de Charles tras la puerta, las lágrimas no demoraron en salir, estaba llorando como un estúpido, el chico que amaba estaba sufriendo demasiado. – me dijiste que tenías miedo el llegar a lastimarte a ti mismo por causa del dolor. – dije con la voz temblorosa.

– ¡Lárgate Carlos! No quiero ver a nadie, llévate a Max. – gritaba con una voz de sufrimiento, el chico que se encontraba del otro lado de la puerta estaba a punto de hacer algo, quería pensar que no, pero ¿Y si así era?

– No me iré de aquí hasta que abras esta puerta Charles Marc Hervé Perceval.

– ¡Por favor váyanse! – gritó desesperado.

Vi como Max bajaba rápidamente, quizá no soportaba escuchar a Charles así, pero de inmediato subió con un botiquín médico.

– Si quieres, tú puedes irte, pero si decides quedarte, puedes ayudarme entonces. – dijo sacando una jeringa que contenía un líquido trasparente.

– ¡Max! No vamos a matar a Charles. – dije entrando en pánico.

– No lo vamos a matar Sainz, lo voy a sedar, necesito tu ayuda para eso.

– Dime que tengo que hacer.

– Abriré la puerta y necesitaré que lo sostengas lo más que puedas y yo lo inyectaré.

– Me parece perfecto. – dije, Max introdujo la llave y abrió, pero Charles no estaba en ninguna parte.

– ¡Charles! Maldición ¿En dónde estás? – preguntó desesperado.

– Shh. – silencie a Max, había escuchado un lloriqueo desde el baño. Hice señas al mayor y entonces los dos fuimos hasta el baño.

Al entrar pudimos encontrar al menor sentado en el suelo, recargado en las "blancas" paredes del cuarto.

– ¡Les dije que se largaran! – dijo inundado en llanto, las marcas en sus muñecas, me lastimaban en el corazón, él no quería llegar hasta este punto y mírenlo aquí.

Me acerqué hasta donde estaba él y le tomé las manos.

– Tú no eres así Charles, tú eres mejor que esto. – dije abrazándolo, sin importar cuando manchada estuviese mi playera de sangre, sentí como Charles se aferraba a mí, no quería soltarme.

Le di la señal a Max y este a su vez, tomo el brazo de Charles, y clavó la jeringa. Sentí como poco a poco la parte consciente del menor se iba desvaneciendo, incluso drogado, seguía intentando no soltarme, pero... al final me soltó.

Narrador Omnisciente

Durante dos días, los dolores de Charles eran envolventes, de las 24 horas del día, Charles se la vivía sedado 18.

Era poco el tiempo que Carlos podía hablar con su novio sin que este intentara suicidarse para terminar con el dolor.

– Carlos... - dijo una voz sin intensidad, sin energías, el sonido provenía desde las escaleras.

– Hey, princeso, deberías estar acostado. – dijo el español corriendo en ayuda de su chico.

– Me siento bien, lo juro, estoy bien. – dice recargándose del hombro del mayor.

Carlos se sentó en el sofá, despreocupado, porque Charles realmente se veía muy bien. Charles se subió encima de su novio, quedando frente a frente. Rodeó el cuello del ojimiel y lo besó, apasionadamente.

– Vaya que ya te sientes bien. – dice en su primera oportunidad, ya que Charles volvió a besarlo.

– Tenía ganas de esto Carlos, tenía ganas de sentirte así otra vez.

– Bueno campeón, será más tarde ¿Quieres comer?

– No quiero esperar. – dice haciendo un puchero.

– Vaya que estas inquieto. – dijo cargándolo, al revisar el reloj, este marcaba las doce de la noche, vaya que era bastante tarde.

Narra Carlos

Subimos al cuarto, lo besé descontroladamente, nos deshicimos de nuestra ropa, el cuerpo de Charles temblaba al sentirme dentro de él. Después el cuerpo del menor se puso firme, mi cuerpo temblaba, al sentir a Charles una vez más dentro de mí. La noche concluyó, Charles se recostó sobre mi pecho y durmió.

[...]

Un gran vacío en la cama me había despertado, sentía la ausencia de Charles, revisé la cama y miré por todo el cuarto y mi novio no se encontraba por ningún lugar. Me levanté y me vestí, salí de la recamara y pude observar abierta la puerta que llevaba a las escaleras de la azotea.

– Maldición. – susurré, era bastante idiota pensar que Charles en realidad se sentía bien, solo espero que... ni siquiera quiero pensarlo.

Al llegar a la planta alta, noté a Charles sentado en una de las bancas que se encontraba frente a la hermosa vista de la noche, el frío era abrazador.

– Charles... - dije temeroso,

– Tranquilo, no me suicidaré, ven. – dice palmeando el espacio que se encontraba a su costado. Caminé hasta donde el chico se encontraba, me senté y él se acomodó de manera que su cabeza quedara recargada en mis piernas. Su vista seguía en el horizonte, acaricié su cabello y él solo reaccionó con su piel erizada.

– ¿Estás bien? – pregunté sin dejar de jugar con sus cabellos, hechos un relajo.

– Estoy bien... sabes, la lista que tu encontraste, está incompleta Calos.

– ¿A qué te refieres?

– Lo mejor que me pudo pasar en la vida fue conocerte, tenía miedo de que mi vida no tuviera sentido, tenía miedo de que tú no supieras que yo existía. Sabes, hay alguien en tu vida, quien creo que deberías regalarle una oportunidad, ¿Cuánto falta para el amanecer? – preguntó, la verdad no entendía nada.

– Las 6:00 a.m. - dije temeroso, contestando cosas incoherentes, nada que ver con sus preguntas.- ¿Qué quieres decirme Charles?

– Hay una parte de la historia sobre esta enfermedad que no te conté. – dice tallando sus ojos, un bostezo escapó de la nada y continúo. – Creo que al final, esta maldita enfermedad se apiada de los que la padecen, leí en internet que las ultimas horas de vida, están llenas de paz, Carlos, yo siento mucha paz, estoy contento porque estás tú aquí.

– Oye. – dije con lágrimas. – No morirás aun Charles, no aun, tienes mucho más por vivir. – dije, la voz se cortaba mientras más pasaba el tiempo. – hay cosas que aún no te he dicho amor.

– Dilas Carlos, dilas ahora. – dice débil.

Sentí como su cuerpo comenzaba a temblar. El llanto no tardo en manifestarse en Charles.

– Tengo miedo Calos, no quiero morir. – decía aun sin mirarme, ocultaba su cara entre mis piernas.

– No tengas miedo mi amor, todo estará bien, tú estarás bien, si crees que ya es momento, solo deja que pase, no te resistas, estarás en un lugar mejor. – dije con las lágrimas resbalando por mis mejillas.

– ¿Cómo puede ser mejor si no estás ahí?

– Estaré ahí Charles, tarde o temprano llegaré contigo, estaremos juntos de nuevo amor.

– Mi último deseo es ver el amanecer, eso era lo que quería decir.- ¿Entonces? ¿Charles, solo esperaba su última salida de sol? Pude ver a lo lejos como los rayos del sol comenzaban a salir por el horizonte.

– Mira eso mi lord, ya está amaneciendo. – dije... pero no recibí respuesta, cerré mis ojos....- ¿Perceval?...

"Tú Y Yo, Juntos..." Charlos adaptacion.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora