The omega sorcerer [Y.M][✓]

59

La luna de miel llegó, y con ella, un descanso de todo el ajetreo de la boda. Después de días de celebraciones y momentos emocionantes, Yoongi y Jimin finalmente se encontraron solos en una pequeña villa, lejos de todo y de todos. El lugar estaba rodeado por la naturaleza, en un rincón apartado donde solo el sonido del viento y el murmullo del agua interrumpían el silencio.

Esa noche, después de una cena tranquila bajo las estrellas, ambos se sumergieron en una tina de agua caliente, rodeada de velas y flores. El vapor se alzaba suavemente, creando una atmósfera relajante, casi mágica. Jimin se recostó contra Yoongi, quien lo abrazaba desde atrás, disfrutando de la cercanía.

El agua cálida los envolvía mientras las burbujas flotaban suavemente alrededor de ellos. Aunque la tranquilidad de la noche los rodeaba, Jimin sabía que había algo importante de lo que aún no habían hablado, algo que necesitaba compartir con Yoongi.

—Yoongi... —empezó Jimin, su voz suave pero cargada de emoción. —Hay algo que tengo que decirte.

Yoongi lo miró con curiosidad, sosteniéndolo más cerca de él, sus dedos acariciando suavemente la piel de su brazo.

—¿Qué sucede, amor? —preguntó, notando el tono serio en la voz de Jimin.

Jimin levantó la vista al cielo, observando la luna llena que iluminaba el paisaje, su luz suave y brillante reflejada en el agua de la tina. Sabía que había llegado el momento de hablar sobre lo que siempre había sido parte de él, pero que no había querido compartir hasta ahora.

—Yo soy inmortal, lo sabes. —Dijo estas palabras con calma, pero sintió cómo el peso de la verdad caía entre ellos. Se giró hacia Yoongi, buscando su mirada. —Como omega brujo, mi vida no tiene fin, no envejezco y aunque mi cuerpo pueda cambiar, mi esencia permanecerá siempre.

Yoongi lo miró fijamente por un momento, como si intentara procesar la revelación. Jimin había sabido desde siempre que este momento llegaría. Había esperado, temeroso de cómo Yoongi reaccionaría ante la eternidad que lo acompañaba. Sabía que era una gran responsabilidad, un peso que él tendría que cargar, pero también entendía que era parte de lo que era.

—¿Y tú? —preguntó Jimin, con la mirada preocupada. —¿Cómo te sientes al respecto?

Yoongi no respondió de inmediato. En lugar de eso, lo abrazó con más fuerza, presionando su rostro contra el cuello de Jimin. Respiró profundo, como si la realidad de lo que acababa de escuchar no cambiará lo que sentía por él.

—Lo que más quiero en este mundo es estar contigo, Jimin, no me importa que seas inmortal. —le dijo. —No me importa cuánto tiempo pasé, lo que quiero es compartir mi vida contigo, sin importar cuántos siglos tengas que vivir para hacerlo. —Lo miró con una sonrisa sincera. —Si tú eres inmortal, entonces yo también lo seré.

Jimin sintió un nudo en el pecho, una mezcla de alivio y felicidad al escuchar esas palabras. La promesa de Yoongi era todo lo que necesitaba. No le importaba si él vivía siglos, décadas o solo unos pocos años. Lo que realmente importaba era el amor que compartían, algo que ni el tiempo ni la muerte podrían destruir.

—Yoongi... —susurró, sus ojos brillando con emoción. —Te amo más de lo que las palabras pueden expresar. —Sintió sus lágrimas resbalar. —Mi vida no tendría sentido sin ti y aunque no puedo prometerte que siempre seré el mismo, que siempre estaré aquí de la misma manera, te prometo que mi amor por ti será eterno.

—Es todo lo que necesito saber y tú también debes saberlo, Jimin. —Yoongi sonrió, acariciando su rostro con ternura. —No importa cuánto tiempo pase, siempre te amaré, hoy, mañana y para siempre.

En ese momento, el agua de la tina, las velas, la luna llena y el aire suave parecían ser testigos de su promesa eterna. Aunque el futuro era incierto y el tiempo no podía ser controlado, sabían que lo importante era el presente, el amor que compartían y la vida que comenzarían a construir juntos, sin importar los años o siglos que pudieran venir.

Jimin se acomodó más cerca de Yoongi, sintiendo su calor, su amor envolviéndolo por completo. Sabían que, aunque el futuro pudiera ser incierto, su amor era la constante que los uniría por siempre.