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El omega, en su forma descontrolada, era más que un ser desprovisto de razón. Era Jimin, pero su humanidad ya no existía en él; sólo quedaba el vacío de una fuerza primordial que ahora rugía en su interior. El humo morado y rojo comenzó a formar una espiral a su alrededor, como si fuera una entidad consciente, alimentándose de su rabia y desesperación. Su cuerpo, antes humano, ahora parecía fusionarse con la energía destructiva que lo envolvía. Cada vez que sus manos se alzaban, el aire vibraba y el suelo temblaba bajo la intensidad de su poder.

La bruja de capa carmesí, que antes había intentado razonar con él, ahora se preparaba para lo peor. Había algo en Jimin, en ese omega, que ya no tenía control. Era como si la magia del caos misma lo hubiera reclamado, una magia tan antigua y peligrosa que incluso los hechizos más poderosos de las brujas no podían contener.

Jimin gritó, pero no era un grito humano. Era una explosión de pura energía, una distorsión del espacio que reverberó a través del bosque. Con ese grito, desató la magia del caos, una magia que desbordó todos los límites, una magia que corrompía la realidad misma. La bruja más joven, con sus ojos aun brillando de determinación, intentó usar sus últimos poderes para proteger a las demás, pero fue inútil. La magia de Jimin, la magia del caos, las envolvía a todas.

Los árboles a su alrededor comenzaron a retorcerse y desmoronarse, sus troncos se agrietaron y se convirtieron en cenizas al contacto con el poder destructivo. El suelo se quebró, y el aire se tornó irrespirable. Cada destello de energía roja y morada rasgaba el paisaje, como si el mismo tejido de la realidad estuviera siendo desgarrado por una fuerza cósmica.

Jimin, o lo que quedaba de él, levantó ambas manos al cielo. Su cuerpo parecía latir con una energía sobrenatural. El humo morado y rojo se condensó en una esfera masiva que se elevó hacia el firmamento, absorbiendo todo a su paso. Las brujas sentían la presión creciente, como si el mismo espacio se comprimiera alrededor de ellas.

—¡No podemos luchar contra esto! —La bruja de capa carmesí, consciente de la magnitud de lo que estaba ocurriendo. —La magia del caos no obedece reglas. —gritó. —¡Solo podemos sellarlo!

Pero el poder de Jimin, la energía del omega, ya estaba más allá de todo límite conocido. La bruja de cabello plateado, respirando con dificultad, extendió su varita en un último intento de conjurar un hechizo de contención aún más potente, pero el aire se volvió denso y pesado. Los hechizos de las brujas se dispersaron en la nada, desintegrados por la magia caótica del omega. Las fuerzas opuestas de la creación y la destrucción chocaban, y el mundo mismo parecía que se desvanecía bajo la implacable furia de Jimin.

En ese instante, Jimin, con una mirada vacía y llena de odio, dirigió su ataque final. Una ola masiva de energía pura, una explosión de caos, fue liberada con tal fuerza que todo a su alrededor se desintegró. Las brujas apenas tuvieron tiempo de protegerse, rodeadas por el vórtice de destrucción que Jimin había desatado.

The omega sorcerer [Y.M][✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora