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El aire de la mañana se mantenía fresco mientras el grupo avanzaba por el sendero cubierto de hojas que se extendía hacia el siguiente destino. La atmósfera entre ellos, aunque menos tensa que en los días anteriores, seguía marcada por una sensación de incertidumbre, especialmente por la presencia de Ralts en el equipo de Blair. Había algo especial en ese encuentro, algo que Blair no podía comprender del todo, pero que sentía en su interior como si fuera una señal.

A lo largo del camino, la conversación fue mínima. Viktor, como siempre, mantenía su actitud desafiante, pero hoy parecía estar más distraído que de costumbre. Quizás la presencia de Ralts había desviado su atención o quizás, solo quizás, el hecho de que Blair hubiera capturado a un nuevo Pokémon estaba despertando en él una curiosidad poco común.

Ethan, por otro lado, caminaba al frente, Mimikyu descansando sobre su hombro, observando la situación con una mezcla de diversión y satisfacción. No importaba cuánto tratara de ocultarlo, el hecho de que sus dos amigos se estuvieran llevando mejor, aunque fuera solo un poco, lo hacía sentir como si estuviera logrando algo importante.

—¿Entonces qué sigue, Blair? —preguntó Ethan, mirando de reojo a su amiga, que se mantenía caminando en silencio con la Pokébola de Ralts en su mano. —¿Vas a entrenar a Ralts ahora?

Blair, alzó la vista y suspiró, mirando hacia el cielo nublado. No había respuestas fáciles para ese tipo de preguntas, no con lo que había sucedido en la mansión y la inquietante presencia de los Pokémon que había encontrado allí. Pero, al final, todo se resumía a lo mismo: tenían un largo camino por delante.

—Sí —respondió finalmente, sin hacer una pausa. —Ralts es un Pokémon muy diferente de los que suelo entrenar, pero eso es lo que lo hace interesante.

Viktor levantó una ceja, interesado por la forma en que Blair había hablado de Ralts.

—¿Interesante? —repitió, con una pequeña sonrisa burlona. —¿Qué tiene de tan especial ese Pokémon? Un Ralts no es nada impresionante si me preguntas.

Blair lo miró de reojo, pero no dijo nada. Sabía que Viktor solo quería provocar una reacción, pero en su interior, sentía que Ralts era algo más que un simple Pokémon. Había algo en la manera en que el Pokémon había reaccionado ante ella, como si de alguna forma, Ralts hubiera percibido sus emociones más profundas.

Mientras caminaban, se adentraron en una zona más boscosa. Las copas de los árboles se alzaban altas, formando un techo natural sobre sus cabezas. El sendero era estrecho, rodeado de matorrales y arbustos. Una sensación de calma envolvía el lugar, y por un breve momento, la tensión se disipó completamente.

Un Encuentro Inesperado

De repente, Ethan se detuvo en seco, su expresión alerta.

—¿Escucharon eso? —preguntó, mirando a su alrededor.

Blair y Viktor lo miraron confundidos, pero rápidamente sus ojos se encontraron con los de Ethan, quien parecía haber detectado algo.

—¿Qué pasa, Ethan? —preguntó Viktor, su tono de voz más serio.

Ethan levantó la mano, indicándoles que guardaran silencio. Entonces, como si el sonido hubiera respondido a su llamado, una figura apareció entre los arbustos. Era un Pikipek, un Pokémon tipo Normal y Volador, que volaba alrededor de ellos, observándolos con curiosidad.

—Un Pikipek... —comentó Blair, alzando una ceja.

—Parece que está buscando algo —dijo Ethan, observando al Pokémon que parecía no tener prisa, pero que estaba muy alerta.

De repente, el Pikipek voló hacia un árbol cercano y picoteó la corteza, dejando caer algunas semillas. Ethan dio un paso hacia adelante, su Mimikyu se movió levemente, como si estuviera listo para saltar a la acción.

—¡Mimikyu! —ordenó Ethan, pero antes de que pudiera hacer algo, Viktor lo detuvo.

—No te apresures, Ethan. Deja que Pikipek se acerque. Quizás tiene algo importante para nosotros.

Blair observó la escena en silencio. Viktor tenía razón; a veces, los Pokémon no solo eran oponentes en batallas. Algunos tenían un propósito más grande, algo que ofrecían sin que los entrenadores tuvieran que forzarlos. Ella vio como Pikipek picoteaba la corteza del árbol nuevamente, pero esta vez, cuando se alejó, dejó caer una extraña piedra en el suelo.

Era pequeña, de color azul brillante, y tenía una forma casi triangular.

—¿Qué es eso? —preguntó Blair, acercándose con cautela.

Ethan recogió la piedra con cuidado, sus dedos tocando su superficie lisa. A medida que la sostenía, la piedra parecía emitir un leve resplandor.

—No tengo idea —respondió Ethan, observando la piedra mientras su mirada se fijaba en el objeto. —Pero siento que es importante.

Viktor, que hasta ese momento había permanecido al margen, observó la piedra con algo de interés. Parecía haber algo en su interior que lo intrigaba, aunque no mostró ningún signo de sorpresa.

—Eso no es algo común —comentó, su tono grave. —Quizás esta piedra tiene algún tipo de poder oculto.

Blair, por un momento, se perdió en sus propios pensamientos. No sabía qué significaba esa piedra, ni por qué Pikipek la había dejado caer en ese momento. Pero algo en su interior le decía que este no era un simple objeto. Podría ser algo relacionado con su viaje, con los Pokémon que encontraba, y con las misteriosas sensaciones que los envolvían a todos.

—¿La vamos a guardar? —preguntó Ethan, mientras sostenía la piedra en la palma de su mano.

Blair asintió con determinación.

—Sí, debemos investigarla. Algo me dice que esto podría ser importante.

Viktor se encogió de hombros.

—No veo el daño en guardarla. Pero, si me preguntas, lo que más me importa ahora es lo que venga después de este encuentro. Tenemos que seguir adelante.

Con la piedra aún en manos de Ethan, el trío reanudó su caminata. Nadie decía nada, pero todos sentían que algo había cambiado. El futuro, lleno de incertidumbres, se había vuelto aún más intrigante. ¿Qué secretos escondía esa piedra? ¿Y qué nuevos desafíos y descubrimientos les esperaba en su camino? El misterio de ese objeto parecía solo el comienzo de lo que estaba por venir.

La aventura continuaba, y lo único que podían hacer era seguir adelante.

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