El sol estaba en su punto más alto, filtrándose entre las hojas de los árboles del bosque y creando destellos de luz que parpadeaban sobre el suelo. Blair caminaba despacio, dejando que sus pensamientos se fundieran con la tranquilidad del entorno. Necesitaba estar sola para aclarar su mente, y ese paseo por el bosque era justo lo que necesitaba.
A su lado, sus fieles compañeros, Ralts, Fennekin, y Togepi, la seguían, percibiendo la serenidad y determinación de su entrenadora. Desde el día anterior, después de la visión del Gardevoir en el campo de flores, una sensación de urgencia se había despertado en Blair, un impulso que la empujaba a descubrir qué significaba esa imagen y cómo encajaba en su camino como entrenadora.
A medida que avanzaban, Ralts comenzó a comportarse de manera extraña. Se detuvo, levantó la cabeza, y miró en una dirección específica, sus ojos brillando con curiosidad y entusiasmo. Sin esperar a Blair, Ralts se desvió del camino hacia un pequeño claro.
—¿Ralts? —preguntó Blair, siguiéndola rápidamente—. ¿A dónde vas?
Al llegar al claro, Blair se detuvo, sorprendida. En medio de la suave luz del sol, que caía sobre las flores y el musgo, se encontraba una Gardevoir. Era idéntica a la que había visto en su sueño: majestuosa, con una mirada profunda y cálida. La gema sobre su frente relucía suavemente, y sus ojos la observaban con una mezcla de reconocimiento y sabiduría. Parecía como si hubiera estado esperando a Blair.
Ralts, pequeña y asombrada, miraba a Gardevoir con absoluta admiración, sus ojos llenos de deseo y esperanza. Blair podía sentir cómo Ralts anhelaba crecer y alcanzar la grandeza que Gardevoir representaba, una grandeza que le parecía inalcanzable y, a la vez, inspiradora.
Blair se arrodilló junto a Ralts y acarició su cabeza.
—¿Quieres llegar a ser como ella, verdad? —le susurró suavemente.
Ralts la miró, y aunque no podía hablar, sus ojos respondieron con claridad. Ese era su sueño también.
Gardevoir los observaba en silencio, con una serenidad que solo los Pokémon sabios y experimentados podían tener. Blair sentía algo poderoso en su presencia, una calma que le transmitía seguridad y determinación.
Y en ese momento, todo se volvió claro para ella. En ese tranquilo bosque, entre sus Pokémon y la Gardevoir de sus visiones, Blair comprendió que su propio camino en el mundo Pokémon no estaba solo en las batallas de gimnasio o en las medallas. No, su sueño era mucho más profundo y significativo. Ella quería más que eso.
Se dio cuenta de que quería brillar con sus Pokémon, que deseaba ser algo más que una entrenadora fuerte. Quería inspirar a otros y llevar a sus compañeros a alcanzar su máximo potencial, cada uno en su propia forma. Como la Reina de Kalos que veía en las revistas, quería ser alguien que representara la belleza, el talento y la fuerza de su equipo.
Blair miró a Gardevoir con una nueva convicción en su mirada. Esa visión de grandeza que el Pokémon irradiaba le había mostrado el camino que ella debía seguir. Su objetivo no era solo ganar medallas, sino crear una conexión con sus Pokémon, hacerlos brillar y, en el proceso, brillar con ellos.
—Creo que lo entiendo —murmuró Blair, mirando a Ralts, Fennekin y Togepi—. Mi camino no es solo el de una entrenadora. Es... es el camino de alguien que quiere ser la Reina de Kalos.
Ralts, Togepi y Fennekin la miraron, y aunque no podían hablar, Blair sintió que la entendían perfectamente. Una emoción cálida la inundó, como si finalmente hubiera encontrado el propósito que había estado buscando sin saberlo.
Gardevoir dio un paso adelante y extendió una mano hacia Blair, sus ojos brillando con un destello de aprobación. Era como si reconociera el sueño que acababa de descubrir y le diera su bendición. Blair extendió su mano y la puso sobre la de Gardevoir, sintiendo una energía cálida que parecía llenar su ser.
—Gracias, Gardevoir —susurró Blair, emocionada—. No sé por qué apareciste en mis sueños, pero te lo agradezco. Gracias por mostrarme el camino.
Gardevoir sonrió levemente, y con una última mirada de orgullo, desapareció en la luz del claro, como si se hubiera desvanecido en el aire. Blair la observó hasta que no quedó rastro de su presencia, y luego se quedó en silencio, saboreando el momento.
Al emprender el regreso con sus Pokémon, Blair caminaba con una energía renovada. Su mente estaba llena de ideas, sueños y deseos. Ahora que sabía cuál era su objetivo, estaba lista para perseguirlo con todo su ser.