Ethan bajó las escaleras rápidamente, aún con Mimikyu descansando en sus brazos. La casa, ahora en silencio, parecía menos ominosa que antes, aunque la sensación de incomodidad persistía en el aire. Mientras se acercaba al vestíbulo, sus ojos se fijaron en sus amigos, que se encontraban en diferentes rincones de la sala, separados, como si hubieran tomado la decisión de no hablarse.
Blair estaba mirando al suelo, con los brazos cruzados y una expresión de indiferencia que solo Ethan podía leer como frustración contenida. Viktor, por otro lado, estaba apoyado contra la pared, con la mirada fija en la ventana rota, como si estuviera observando algo en el horizonte, aunque en realidad, solo trataba de evitar la mirada de Blair. Había algo en la atmósfera, algo tenso que no se había resuelto desde el día anterior.
Ethan no pudo evitar sonreír ante la escena. Sabía que había algo raro en esa casa, pero también entendía que el verdadero caos provenía de las personalidades de sus amigos. A pesar de todas las cosas extrañas que habían vivido juntos, parecía que aún no podían encontrar un equilibrio entre ellos.
—¿De nuevo con la misma historia? —comentó Ethan, con una sonrisa burlona en su rostro.
Blair levantó la cabeza, sus ojos fríos encontrándose con los de él.
—No es como si estuviera pidiendo mucho —respondió ella, en su tono habitual, con algo de desdén.
Viktor se giró ligeramente, y aunque no dijo nada, sus ojos reflejaban una mezcla de irritación y cansancio. Él nunca había sido de hablar mucho sobre sus sentimientos, pero algo en el aire le decía que no estaba dispuesto a volver a pelear con Blair.
Ethan resopló, sintiendo que la situación era ridícula. Había pasado suficiente tiempo en la mansión como para darse cuenta de que ambos, aunque no lo admitieran, se preocupaban el uno por el otro. Solo necesitaban algo de tiempo. De todas formas, no iba a ser él quien los empujara a hablar.
—Venga, chicos, basta de estar así —dijo Ethan, sacudiendo la cabeza. —Ya tenemos suficientes problemas sin tener que pelear entre nosotros. Salgamos de aquí.
Con esas palabras, el trío salió de la mansión y comenzó a caminar por el bosque que rodeaba la casa. El aire fresco de la mañana les golpeó la cara, despejándolos un poco del ambiente pesado de la casa embrujada. La niebla seguía flotando entre los árboles, pero la sensación de opresión había disminuido.
A medida que caminaban en silencio, la tensión seguía flotando, pero al menos, por el momento, nadie intentaba hablar. Los árboles se alzaban altos a su alrededor, las hojas húmedas crujían bajo sus pies, y el sonido del viento moviendo las ramas era lo único que los rodeaba.
El Encuentro con Ralts
Fue cuando menos lo esperaban que algo extraño ocurrió. Mientras caminaban, Blair, que iba un poco más adelante, sintió una leve presión en su pierna. Al principio pensó que era solo una rama o una planta, pero cuando miró hacia abajo, vio que algo pequeño y verde estaba pegado a su pierna. Un pequeño Pokémon con grandes ojos, que la observaba tímidamente.
—¿Qué... es esto? —murmuró Blair, sorprendida, agachándose para mirar al Pokémon.
Era un Ralts, uno de los Pokémon Psíquicos más curiosos, conocido por su naturaleza reservada y su habilidad para detectar las emociones de las personas. El pequeño Pokémon se mantuvo cerca de ella, como si buscara protección o consuelo. Aunque la situación era extraña, no parecía ser hostil. En lugar de eso, Ralts miraba a Blair con una mezcla de timidez y curiosidad, como si la estuviera evaluando.
Ethan, que había estado observando la escena desde atrás, se adelantó rápidamente, con la Pokédex en mano.
—¡Es un Ralts! —dijo mientras escaneaba al Pokémon con el dispositivo. La voz de la Pokédex comenzó a sonar, proporcionando información.
—Ralts, el Pokémon Emoción. Este Pokémon detecta las emociones de las personas con su cuerno. Se esconde cuando se siente inseguro y puede volverse muy protector con aquellos a quienes se apega. —La voz de la Pokédex se detuvo, dejando espacio para que Ethan continuara. —Es un Pokémon Psíquico y Hada, así que tiene una gran conexión emocional con su entorno. Muy raro encontrar uno de estos fuera de los hábitats naturales.
Blair observaba a Ralts, que seguía mirándola con una especie de brillo en sus ojos. No era común que un Pokémon tan tímido se acercara a una persona de esa manera. Era como si de alguna forma, el pequeño Ralts hubiera sentido alguna afinidad por ella, como si le hubiera transmitido una sensación de paz.
—Parece que le caíste bien, Blair —comentó Ethan, con una sonrisa de lado. Sabía que la situación era rara, pero también era una oportunidad para que sus amigos se conectaran con la naturaleza que los rodeaba.
Viktor, quien hasta entonces había estado en silencio, observó el encuentro desde un lado, aunque no comentó nada. La escena con Ralts parecía fuera de lugar para él, pero no podía negar que había algo especial en cómo Blair interactuaba con el Pokémon.
Blair, por su parte, se mantuvo agachada, mirando a Ralts con algo de cautela pero también con fascinación. Por un momento, olvidó la tensión que había entre ella y Viktor, y la incomodidad que sentía con la situación. Ralts parecía tan puro, tan inofensivo, que le provocaba una sensación de calma.
—Creo que le gustaría acompañarnos —dijo Blair, alzando la vista hacia sus amigos. Su tono era serio, pero había una suavidad en su voz que Ethan rara vez oía.
Ethan sonrió, sabiendo que era una señal de que Blair empezaba a suavizar su actitud, aunque no lo admitiera abiertamente.
—¿Entonces lo atraparás? —preguntó Viktor, aunque su tono de voz no era más que una simple observación.
Blair pensó por un momento antes de sacar una Pokébola de su cinturón. Se la entregó a Ralts, que la miró de nuevo antes de dar un pequeño salto hacia la esfera. Con un destello de luz, Ralts desapareció dentro de la Pokébola.
—Sí —respondió Blair, sin más palabras, pero con una decisión en su rostro. Sabía que este encuentro no era casual. Algo en ella se había conectado con ese pequeño Pokémon, y le dio la bienvenida como parte de su equipo.
Ethan, aunque sorprendida por la rapidez con la que Blair actuó, la miró con admiración. Por un momento, olvidaron las tensiones entre ellos, y los tres compartieron una silenciosa aprobación por la pequeña victoria.
—Ahora que Ralts está con nosotros, ¿qué vamos a hacer? —preguntó Ethan, cambiando el rumbo de la conversación.
Blair suspiró, mirando al frente.
—Salir de aquí. Aún nos queda mucho por recorrer.
Viktor asintió sin decir nada, y el trío continuó caminando, aunque algo había cambiado en el aire. La presencia de Ralts parecía haber suavizado un poco las tensiones, y mientras el camino se alargaba, parecía que, por un breve momento, todo estaba bien.
La aventura continuaba, y con ella, nuevas sorpresas estaban por llegar.