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La lluvia caía a cántaros sobre la ciudad, convirtiendo las calles de Ciudad Novarte en pequeños riachuelos que corrían apresurados hacia alcantarillas lejanas. Los truenos retumbaban en el cielo, y los rayos iluminaban la oscura noche, creando sombras extrañas que danzaban sobre los edificios. El viento azotaba con furia, empapando a los tres jóvenes mientras corrían, buscando refugio de la tormenta que no daba tregua.

Blair, Viktor y Ethan se apresuraron bajo la lluvia hacia una casa antigua y lúgubre que se erguía en la colina a las afueras de la ciudad. Era una mansión de varios pisos, con ventanas rotas y paredes cubiertas de hiedra, como si la naturaleza misma hubiera reclamado el lugar. Las puertas de hierro rechinaban con cada ráfaga de viento, mientras que las luces parpadeaban débilmente desde el interior.

—¡Rápido! —gritó Blair, adelantándose al grupo y tocando la puerta de madera con fuerza. La puerta se abrió con un chirrido espeluznante, y los tres entraron al interior, sacudiéndose el agua de encima. El aire dentro de la casa estaba cargado de humedad y polvo, y un olor rancio llenaba el ambiente.

—Esto no me gusta... —comentó Viktor, con su tono habitual de desdén mientras miraba a su alrededor, sus ojos analíticos evaluando cada rincón oscuro del lugar. —¿Seguro que esto es una buena idea?

Blair observó la sala amplia y oscura, con muebles cubiertos por sábanas blancas que se movían con el viento. Los truenos seguían tronando fuera de la casa, y los relámpagos iluminaban intermitentemente los pasillos vacíos. Un silencio inquietante se había apoderado de la mansión, solo interrumpido por los ecos de sus propios pasos.

—Tenemos que quedarnos aquí hasta que la tormenta pase —dijo Ethan, su voz baja pero firme—. Pero, ¿dónde está la fuente de ese mal olor? Esto no está bien...

Sin embargo, a pesar del mal presentimiento que todos compartían, no había vuelta atrás. La lluvia seguía cayendo, y no se veía otra opción más que investigar un poco más antes de arriesgarse a salir al temporal.

La Casa Comienza a Comportarse de Forma Extraña

A medida que avanzaban por la mansión, comenzaron a notar algo aún más inquietante: la casa parecía... viva. Las luces titilaban, las puertas se cerraban solas, y los murmullos de los vientos se mezclaban con ruidos extraños, como si alguien estuviera caminando por las habitaciones desiertas. Un escalofrío recorrió la espalda de Blair cuando una silla en la esquina se movió ligeramente, sin explicación alguna.

—¿Escucharon eso? —preguntó Blair, mirando a los demás con nerviosismo. Viktor asintió, pero no parecía asustado. Ethan, por su parte, estaba inquieto pero también intrigado.

—Creo que deberíamos separarnos y explorar cada parte de la casa —dijo Viktor, su tono de voz siempre seguro. —Quizás así descubrimos qué está pasando. No me gusta nada esto, pero si hay algo aquí, necesitamos saber qué es.

Blair, que no era ajena a situaciones de este tipo, no dudó en seguir su sugerencia. A pesar de la creciente incomodidad, la idea de descubrir algo nuevo la excitaba. Ethan, por su parte, asintió, dispuesto a investigar por su cuenta. Aunque ninguno de ellos lo admitiera, el miedo a lo desconocido comenzaba a afectar a todos de una manera u otra.

Ethan Encuentra Algo Extraño

Ethan decidió explorar una habitación en el ala este de la mansión. La puerta chirrió al abrirse, revelando una habitación polvorienta con una sola lámpara de mesa encendida. En las paredes colgaban retratos en blanco y negro de personas que no podían verse bien debido a la capa de suciedad que los cubría. El aire estaba más denso aquí, y un olor peculiar lo envolvía, algo a humedad y madera vieja. Se acercó a una mesa y vio algo que le llamó la atención.

En el centro de la habitación, junto a una ventana rota, había una figura extraña: un Pokémon. Parecía un Pikachu, pero algo no estaba bien. Su cuerpo estaba cubierto por una capa amarilla, y su cola parecía tener una extraña forma, casi como si fuera una sombra. Los ojos del Pokémon brillaban con una luz inusual, pero su actitud era... diferente. Parecía temeroso, pero a la vez como si estuviera esperando algo.

Ethan se agachó, sacando rápidamente su Pokédex. La pantalla brilló un momento, y un pequeño mensaje apareció:

Mimikyu
Pokémon disfrazado. Cubre su verdadera apariencia debido a su timidez y miedo al rechazo. Tiene un comportamiento inusual, y algunos dicen que su apariencia está relacionada con la tragedia de un antiguo entrenador.

Ethan frunció el ceño, intrigado por la información. Mimikyu, ¿eh? pensó, mirando al Pokémon que lo observaba fijamente. Se acercó lentamente, tratando de no asustarlo.

—Oye, no voy a hacerte daño... —dijo con suavidad, estirando la mano hacia el Mimikyu. El Pokémon parpadeó, pero no retrocedió. De hecho, parecía curioso.

Blair, que había escuchado el murmullo de la conversación de Ethan desde el pasillo, se acercó cautelosamente. Viktor la siguió de cerca, observando también desde la puerta.

—¿Qué es eso? —preguntó Blair en voz baja, mirando al Pokémon con curiosidad. Ethan, sin apartar los ojos del Mimikyu, respondió.

—Es un Mimikyu. Según la Pokédex, es un Pokémon que se disfraza de Pikachu, pero hay algo extraño en su comportamiento. Está... asustado. Creo que podría ser útil en nuestro equipo.

Viktor, que había permanecido en silencio, alzó una ceja. —¿Y cómo planeas atraparlo? Ese Pokémon es conocido por su capacidad para causar problemas... y lo que es peor, puede ser territorial.

Ethan, con su típica calma, asintió lentamente. —Lo sé, pero creo que hay algo más aquí. Mimikyu no parece estar haciendo daño. Tal vez solo esté tratando de protegerse.

Viktor se cruzó de brazos, observando con desdén, aunque había una ligera curiosidad en sus ojos. —Haz lo que quieras, pero asegúrate de que no nos cause más problemas. Esta casa ya está llena de lo suficiente como para hacerla aún más... extraña.

Ethan, sabiendo que el tiempo era clave, sacó una Pokébola de su cinturón y se agachó aún más cerca de Mimikyu. —Voy a intentar atraparlo. Si me dejas, te prometo que seré un buen entrenador para ti.

El Mimikyu se quedó quieto, como si estuviera evaluando la situación, antes de que un brillo en sus ojos indicara una respuesta positiva. Con un suave movimiento de su brazo, Ethan lanzó la Pokébola. La esfera giró en el aire, y en un parpadeo, Mimikyu fue absorbido por la luz roja.

La Pokébola se balanceó de un lado a otro mientras todos observaban en silencio. Finalmente, un clic seco resonó en la habitación, y Mimikyu estaba atrapado.

El Misterio Sigue

Ethan sonrió con satisfacción y guardó la Pokébola en su cinturón. —Lo tengo. Creo que es un buen momento para salir de aquí.

Sin embargo, la atmósfera en la mansión no parecía haber cambiado. A pesar de la victoria de Ethan, la casa seguía teniendo una presencia inquietante, como si estuviera llena de secretos que aún no habían sido desvelados. Blair, Viktor y Ethan intercambiaron miradas de preocupación.

—Vamos —dijo Viktor, tomando la delantera. —No importa lo que haya en esta casa, tenemos que salir antes de que pase algo más extraño.

Mientras abandonaban la habitación y se dirigían hacia la puerta principal, un sonido suave resonó en el piso superior, como si alguien estuviera caminando en las sombras. Blair se tensó, y Viktor frunció el ceño. Sin embargo, decidieron ignorarlo, sabiendo que había cosas que aún debían resolver, pero esa noche ya había sido suficiente.

La lluvia seguía azotando la mansión, y el trío abandonó el lugar con más preguntas que respuestas, mientras la presencia de Mimikyu en el equipo prometía ser solo el inicio de nuevas y extrañas aventuras.

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