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El sol comenzaba a ponerse, pintando el cielo de tonos anaranjados y rojos mientras el trío caminaba por las calles de Ciudad Relieve. Después del desafío en el gimnasio, Viktor había conseguido su segunda medalla, y su confianza había crecido aún más. Gible, Froakie, Chimchar y Charmander se mantenían cerca, cada uno descansando tras la ardua batalla.

Blair no podía dejar de sonreír al ver a sus amigos, satisfechos con el progreso de Viktor. Aunque no luchó en el gimnasio, sentía una extraña conexión con el viaje que estaban emprendiendo, como si todo estuviera alineado para algo más grande. Pero más allá de la competencia y los desafíos, había algo en su interior que no podía dejar de pensar. Algo que la inquietaba cada vez más.

La caminata, tranquila pero cargada de pensamientos, llevó al grupo a un parque tranquilo, un lugar perfecto para relajarse después de la batalla en el gimnasio. Decidieron sentarse sobre la hierba y disfrutar del ambiente, mientras los Pokémon correteaban y jugaban alrededor.

—Este lugar está muy tranquilo —comentó Ethan, mientras se recostaba sobre la manta que habían traído. La noche comenzaba a caer, y las primeras estrellas comenzaban a asomarse en el cielo. —¿Qué tal si aprovechamos para descansar y pensar en lo que sigue?

Blair asintió, pero su mente seguía a mil por hora. Los desafíos que habían enfrentado hasta ahora habían sido una muestra del mundo en el que se encontraba, pero había algo más profundo que la llamaba. Algo que no podía evitar.

Viktor se tumbó sobre la manta, mirando al cielo, con una mano detrás de su cabeza, aparentemente relajado. Sin embargo, Blair sabía que había algo que lo preocupaba. Quizás no era el hecho de ganar o perder, sino algo más, algo que él no decía. Algo que la había notado desde el principio, y que le intrigaba.

—Oye, Viktor... —empezó Blair, mientras se sentaba al lado de él—. ¿Alguna vez te has preguntado qué pasa después de los gimnasios?

Viktor la miró desde su posición, con una ceja levantada.

—¿Qué quieres decir? —preguntó, desconcertado.

—Digo... —Blair miró hacia el cielo, como si buscara respuestas allí. —Cada gimnasio es solo una parte de algo mucho más grande. Pero, ¿qué pasa cuando llegamos al final? ¿Cuando llegamos a la Liga Pokémon?

Viktor se quedó pensativo por un momento, luego sonrió levemente.

—Supongo que esa es la verdadera prueba. No solo contra otros entrenadores, sino contra ti mismo, ¿no? —dijo, como si se estuviera refiriendo a algo más personal.

Blair asintió, aunque sabía que había algo más que Viktor no estaba diciendo. Había algo detrás de sus palabras, algo oculto que, aunque no lo dijera en voz alta, la hacía sentirse incómoda. Sin embargo, no insistió más sobre el tema.

A medida que el tiempo pasaba, las risas de sus Pokémon llenaban el aire. Gible jugaba con Froakie, Charmander correteaba tras Chimchar, y los otros se sentaban tranquilos, observando. Blair observaba a todos, pero su mente seguía viajando, como si algo la estuviera llamando. Entonces, algo extraño comenzó a suceder.

El viento comenzó a soplar más fuerte, y de alguna manera, Blair sintió que algo la envolvía. No era solo el viento, sino una extraña sensación, como si una fuerza invisible estuviera a punto de hacerla caer en un sueño profundo. En ese momento, un extraño destello de luz la envolvió, y se sintió más pesada, como si algo estuviera tirando de ella.

—¿Blair? —la voz de Viktor la despertó de sus pensamientos, pero la sensación no desapareció. Cerró los ojos por un segundo, y cuando los abrió, algo había cambiado.

Las luces del parque parecían más brillantes, y las sombras se alargaban de manera extraña. Podía ver a sus amigos, pero había algo en sus rostros que no podía identificar. Un sentimiento extraño la invadió. Entonces, antes de que pudiera reaccionar, una imagen nítida apareció en su mente.

Era un lugar que nunca había visto, pero lo reconoció al instante. Un inmenso campo cubierto de flores blancas que brillaban bajo un sol tenue. Al fondo, una enorme torre de piedra se alzaba hacia el cielo, y a sus pies, un Pokémon estaba sentado, mirándola fijamente. Era un Gardevoir. Sin embargo, no era un Gardevoir común. El Pokémon llevaba una gema brillante sobre su frente, y su mirada era cálida, pero había una tristeza inconfundible en sus ojos.

Blair se sintió atraída hacia él, como si algo en su interior la conectara con esa visión. No entendía lo que significaba, pero sabía que debía acercarse. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, el Gardevoir levantó su mano, como si quisiera entregarle algo. Pero antes de que pudiera alcanzar la gema, un destello cegador la rodeó, y la visión desapareció.

Blair parpadeó varias veces, intentando comprender lo que acababa de suceder. Cuando miró a su alrededor, todo parecía normal nuevamente. El viento había cesado, y sus amigos la observaban con una expresión preocupada.

—¿Estás bien, Blair? —preguntó Ethan, mirando a Blair con curiosidad. —Te veías un poco rara por un momento.

Blair se levantó rápidamente, tratando de disimular su desconcierto. No sabía qué había sido esa visión, pero no podía sacarse de la cabeza la imagen del Gardevoir y la torre de piedra.

—Sí, estoy bien —respondió rápidamente, aunque sus palabras no sonaban convencidas. —Solo... solo fue un momento raro. Nada importante.

Viktor la observó con atención, como si pudiera ver más allá de sus palabras. Pero no dijo nada. Sin embargo, Blair sabía que él lo había notado, y eso la hizo sentir incómoda.

Esa noche, cuando se retiraron a su alojamiento, Blair se sentó en la cama, mirando al techo. La visión del Gardevoir seguía fresca en su mente, y una sensación de urgencia se apoderó de ella. Algo dentro de ella sabía que esa visión no había sido un accidente. Algo o alguien la había llamado, y aunque no entendía qué significaba, estaba segura de que debía seguir ese camino.

El destino estaba comenzando a revelarse, y Blair estaba lista para descubrir su lugar en él, aunque eso significara enfrentarse a secretos que aún no entendía.

—Lo que sea que esté pasando, lo descubriré —susurró para sí misma, antes de dejarse llevar por el sueño, con el Gardevoir en su mente y el futuro lleno de preguntas.

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