Desde aquel día en que Adam murmuró su primer tarareo casi sin darse cuenta, comenzó a mostrar pequeños destellos de lucidez. No eran constantes ni duraderos, pero para Lucifer eran como oasis en el desierto, preciosos momentos que le hacían sentir que su amor, tan profundo y sufrido, aún podía tener esperanza. En esos instantes, los ojos de Adam brillaban con una chispa fugaz de entendimiento, y en ocasiones respondía a preguntas simples de manera ambigua. A cualquiera le parecerían insignificantes, pero para Lucifer eran señales de vida, una esperanza que crecía lentamente.
Una tarde, mientras el sol teñía el cielo de un dorado suave, Lucifer se sentó junto a Adam en el jardín del castillo. Habían pasado horas en silencio, uno al lado del otro, pero Lucifer aprovechaba cada segundo para observarlo, buscando en su rostro alguna señal, algún vestigio de aquel hombre que fue su mayor amor y su más profundo dolor. Después de un largo rato, con una mezcla de expectativa y temor, Lucifer rompió el silencio.
-Adam... ¿me recuerdas? -preguntó en voz baja.
El silencio que siguió le hizo pensar que había sido demasiado atrevido, que su pregunta quedaría sin respuesta, como tantas otras veces. Sin embargo, para su sorpresa, Adam giró lentamente la cabeza, mirándolo con una expresión de ternura desconocida. Una leve sonrisa apareció en sus labios, y en un susurro cargado de confusión pero lleno de una dulzura familiar, murmuró:
-Ángel...
Esa sola palabra fue como un rayo de luz en medio de la oscuridad que había rodeado a Lucifer durante tanto tiempo. Su corazón se estremeció, y sin pensarlo, se inclinó hacia Adam y lo abrazó con fuerza, aferrándose a él como si aquel momento fuera la única cosa que le daba sentido a su existencia. Era un abrazo cargado de temor y esperanza, como si temiera que al soltarlo, aquel instante se desvanecería para siempre. Adam, aunque aún parecía confundido, correspondió al abrazo torpemente, apoyando su rostro en el hombro de Lucifer con una mezcla de desconcierto y afecto.
En ese momento, Lucifer fue transportado a otro tiempo, a otra vida. Una sucesión de recuerdos llenos de amor y felicidad recorrió su mente. Era él mismo, junto a Adam, en aquellos días de Edén, cuando el mundo era joven y su amor tan puro y ardiente. Recordaba las noches bajo las estrellas, cuando Adam lo llamaba "ángel" entre risas y susurros, como si aquel nombre fuera un símbolo de la fascinación y el amor que sentía hacia él. Rememoró caricias, promesas susurradas al oído, y besos robados en la intimidad del jardín, lejos de las miradas ajenas. En esos recuerdos, Adam era un hombre lleno de vida y pasión, una imagen que contrastaba dolorosamente con la persona rota que ahora tenía entre sus brazos.
Lucifer acarició el cabello de Adam, sintiendo cómo las lágrimas nublaban su visión, aunque se resistía a dejarlas caer. Cada momento de lucidez de Adam alimentaba su esperanza, pero también encendía en él una obsesión creciente por devolverle a Adam su antiguo ser. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para verlo completo nuevamente, para restaurar el amor y la vida que alguna vez compartieron. En esos breves instantes, su propio propósito se cristalizaba: haría lo que fuera necesario para romper las cadenas que mantenían atrapado a Adam en su estado actual.
Pasaron unos minutos en silencio, hasta que Adam, con suavidad, se apartó un poco, aunque en sus ojos aún brillaba aquella vaga ternura. Lucifer lo soltó con cuidado, temeroso de romper la conexión, pero sintiéndose renovado, como si esos instantes le hubieran dado la fuerza para seguir adelante.
Esa noche, Lucifer caminaba con una energía distinta, una chispa de alegría que no se había visto en él en mucho tiempo. Charlie, que estaba acostumbrada a verlo sombrío y preocupado, notó el cambio en su semblante y lo miró con curiosidad. Finalmente, incapaz de contener su intriga, se acercó a él.
-Papá, ¿estás bien? Pareces... más feliz -le dijo, con una mezcla de confusión y alivio.
Lucifer le dedicó una sonrisa suave, llena de calidez, y le dio una palmadita en la cabeza con cariño.
-No te preocupes, Charlie -respondió con dulzura, intentando ocultar el dolor que aún cargaba-. Solo encontré una nueva receta de panqueques, uno increíblemente bueno. Te la mostraré pronto.
Charlie asintió, aún confusa, pero viendo la paz en el rostro de su padre, no pudo evitar sentirse contenta. No comprendía del todo lo que estaba sucediendo, pero la serenidad que irradiaba Lucifer era suficiente para hacerla sonreír.
Esa noche, cuando todos se retiraron a sus habitaciones, Lucifer se permitió finalmente derramar las lágrimas que había contenido. Los momentos de lucidez de Adam eran a la vez un consuelo y una tortura, un bálsamo y una herida abierta. Cada palabra, cada mirada cargada de ternura, le recordaban lo que había perdido y lo que deseaba desesperadamente recuperar. Pero incluso en medio de la angustia, la esperanza brillaba con una intensidad renovada, como una estrella que guiaba su camino en la noche interminable.
Cerró los ojos y, permitiéndose recordar una vez más aquellos días felices, se juró a sí mismo que no se rendiría. Adam, aunque no hubiera pronunciado su nombre, lo había llamado "ángel", y ese solo hecho era suficiente para mantener viva la llama de la esperanza.
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𝙴𝚕 𝙹𝚊𝚛𝚍í𝚗 𝚍𝚎 𝚕𝚊𝚜 𝙰𝚕𝚖𝚊𝚜 𝙿𝚎𝚛𝚍𝚒𝚍𝚊𝚜 [AdamsApple]
FanfictionTras la muerte de Adam en el último exterminio, Lucifer, incapaz de aceptar su pérdida, reconstruye su cuerpo pieza por pieza, creando una versión de Adam que respira pero carece de la chispa y el espíritu del original. A medida que Lucifer intenta...