La mansión de Lucifer, normalmente envuelta en un silencio imponente, estaba sorprendentemente animada esa mañana. En el gran comedor, los rayos de luz roja del amanecer atravesaban las altas ventanas, iluminando una mesa cuidadosamente dispuesta. Charlie, quien ya había hecho de rutina el ir al castillo de su padre, había preparado un desayuno que incluso podría competir con los banquetes celestiales.
Adam estaba sentado en su lugar habitual, al lado de Lucifer. Frente a él había un plato con frutas, tostadas, y un par de huevos revueltos. Por primera vez desde su llegada, sostenía un tenedor con cierta destreza. Aunque sus movimientos seguían siendo torpes, lograba cortar las tostadas y llevarse pequeños bocados a la boca. Charlie lo observaba con una sonrisa de orgullo.
-¡Miren a Adam! -exclamó, señalándolo con entusiasmo-. ¡Está usando el tenedor como todo un profesional!
Adam levantó la vista, su expresión entre confundida y tímida. A pesar de los meses que llevaba allí, aún le costaba entender las emociones efusivas de Charlie.
-Bien -murmuró, encogiéndose de hombros mientras se llevaba otro bocado a la boca.
Charlie rio y se inclinó sobre la mesa para tocarle el hombro.
-No seas tan modesto, Adam. Has avanzado mucho desde que llegaste aquí. ¿Recuerdas cuando ni siquiera querías probar nada que no fuera sopa? -bromeó.
Adam ladeó la cabeza, como si tratara de recordar.
-No -respondió simplemente, provocando una carcajada general en la mesa.
Lucifer, sentado en la cabecera con una copa de vino matutino, observaba la escena en silencio. Aunque mantenía su postura relajada y su habitual aire de superioridad, había algo diferente en su mirada. Sus ojos estaban suavizados, casi cálidos, mientras observaba cómo Adam interactuaba con Charlie y con las demás criaturas del Infierno que se habían unido al desayuno, desde la última vez que salieron, los animales del lugar se habían pegado a Adam, había intentando espantarlos muchas veces, pero al final se rindió al ver a Adam feliz por la inesperada compañia.
-Es cierto -dijo Lucifer, rompiendo finalmente su silencio-. Nuestro querido Adam ha aprendido mucho. Aunque aún le falta aprender a servirle correctamente a su rey.-Soltó como una clara broma de mal gusto-
Charlie rodó los ojos, mientras Adam levantaba la vista, confuso.
-¿Servir? -preguntó, dejando el tenedor en el plato.
-No le hagas caso, Adam -intervino Charlie, lanzándole a su padre una mirada reprobatoria-. Está bromeando. O al menos espero que lo esté.
Lucifer sonrió, alzando su copa en un gesto despreocupado.
-Siempre estoy bromeando, querida. Bueno, casi siempre.
Adam, ajeno a la dinámica de la conversación, volvió a concentrarse en su plato. La torpeza con la que manejaba los utensilios había disminuido notablemente, pero aún quedaban rastros de su peculiaridad, como cuando apretaba el cuchillo con demasiada fuerza o inclinaba el plato para asegurarse de no dejar nada.
-Es increíble lo lejos que hemos llegado como... familia -dijo Charlie, dejando la palabra colgar en el aire como si estuviera probándola por primera vez.
Lucifer levantó una ceja, claramente entretenido por la elección de palabras de su hija.
-Familia, dices. Qué concepto tan humano. Pero admito que tiene cierto encanto, viniendo de ti.
Charlie le dirigió una sonrisa triunfal y volvió su atención a Adam.
-¿Qué opinas tú, Adam? ¿Nos ves como una familia?
Adam levantó la vista, parpadeando lentamente mientras consideraba la pregunta.
-Familia... -repitió, probando la palabra como si fuera algo desconocido pero agradable. Finalmente, asintió-. Bien.
Charlie aplaudió suavemente, encantada con su respuesta. Lucifer, sin embargo, observaba a Adam con una intensidad diferente. Había algo en la forma en que había pronunciado esa palabra, algo que le resultaba... inquietantemente familiar.
Justo cuando Charlie estaba a punto de lanzar otra broma, Adam se detuvo. Su mano, que estaba a punto de llevarse otro bocado a la boca, quedó suspendida en el aire. Su expresión cambió, pasando de tranquila a confusa, como si algo invisible hubiera cruzado su mente.
-¿Adam? -preguntó Charlie, inclinándose hacia él.
Adam no respondió de inmediato. Su mirada estaba fija en la mesa, pero parecía estar viendo algo más allá de lo visible. Su respiración se volvió más pesada, y su mano tembló ligeramente antes de dejar caer el tenedor al plato.
-Adam -repitió Lucifer, su voz grave pero contenida.
Adam levantó la vista, y por un momento, algo brilló en sus ojos. Algo distante, algo roto.
-Yo... -murmuró, llevándose una mano a la sien.
Charlie, alarmada, se levantó de su asiento y rodeó la mesa para ponerse a su lado.
-¿Qué pasa? ¿Te duele algo?
Adam negó con la cabeza, pero su expresión seguía siendo de desconcierto.
-Recuerdo... algo -susurró, su voz apenas audible.
Lucifer se tensó en su asiento. El ambiente en la habitación, que había sido cálido y relajado momentos antes, cambió de manera casi imperceptible.
-¿Qué recuerdas, Adam? -preguntó, con una calma que ocultaba su creciente preocupación.
Adam lo miró directamente a los ojos. Por un instante, hubo un destello de reconocimiento, como si una pieza perdida de un rompecabezas hubiera encajado. Pero tan rápido como apareció, desapareció, dejando a Adam con una expresión de frustración.
-No sé -admitió, bajando la mirada de nuevo.
Charlie colocó una mano en su hombro, tratando de consolarlo.
-Está bien, Adam. No tienes que forzarte a recordar. Todo a su tiempo, ¿verdad?
Lucifer, sin embargo, no podía quitarle los ojos de encima. Ese breve destello en los ojos de Adam había sido suficiente para que supiera que algo había cambiado. Y aunque Charlie parecía tranquila, él sabía que aquello no era algo que pudieran ignorar.
El desayuno continuó, aunque el ambiente ya no era el mismo. Adam intentó volver a su comida, pero su ritmo era más lento, más pensativo. Charlie hacía todo lo posible por llenar el silencio con sus habituales comentarios animados, pero incluso ella parecía consciente de la tensión que flotaba en el aire.
Lucifer, por su parte, permaneció en silencio, observando a Adam con una mezcla de preocupación y algo que se parecía mucho al miedo. Porque si Adam estaba comenzando a recordar...
El desayuno terminó, y mientras Adam se retiraba para descansar, Charlie se volvió hacia su padre.
-¿Crees que está bien? -preguntó, su voz llena de preocupación.
Lucifer no respondió de inmediato. En lugar de eso, se levantó de su asiento, mirando hacia el pasillo por donde Adam había salido.
-No lo sé, querida -dijo finalmente, con un tono que rara vez usaba-
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𝙴𝚕 𝙹𝚊𝚛𝚍í𝚗 𝚍𝚎 𝚕𝚊𝚜 𝙰𝚕𝚖𝚊𝚜 𝙿𝚎𝚛𝚍𝚒𝚍𝚊𝚜 [AdamsApple]
ФанфикшнTras la muerte de Adam en el último exterminio, Lucifer, incapaz de aceptar su pérdida, reconstruye su cuerpo pieza por pieza, creando una versión de Adam que respira pero carece de la chispa y el espíritu del original. A medida que Lucifer intenta...
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