✦Chapter 19✦

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Adam yacía inmóvil sobre la cama, su rostro pálido resaltando entre las sábanas. Lucifer no se había movido de su lado desde que había colapsado, con las palabras "¿Por qué tú?" resonando una y otra vez en su mente.

"¿Por qué yo?", se preguntaba también, una y otra vez, como si al repetir la frase pudiera arrancarle una respuesta al universo.

Estaba sentado junto a la cama, sus manos apretando la de Adam, tan fría y sin vida como una estatua. Se veía irreconocible: el otrora altivo rey del Infierno estaba doblado sobre sí mismo, como si el peso de su culpa finalmente lo hubiera quebrado. Sus dedos temblaban al rozar la piel de Adam, incapaces de soltarlo y al mismo tiempo aterrados de que ese contacto fuera lo último que compartieran. El silencio de la habitación era insoportable.

Charlie, sentada en un rincón, observaba a su padre con una mezcla de tristeza y preocupación. Había estado ahí desde el principio, sin querer dejarlo solo. Pero incluso con su presencia, Lucifer estaba atrapado en una espiral de pensamientos que lo devoraban vivo.

No pudo aguantarlo más. Cerró los ojos, recostó su cabeza junto a la de Adam y, agotado por el peso de su angustia, finalmente cayó en un sueño inquieto. Pero no había descanso esperándolo.


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En su sueño, Lucifer no era el Rey del Infierno. Era solo Él. El ángel que alguna vez caminó por los céspedes del Edén con orgullo, el que vio por primera vez a Adam cuando aún era una creación reciente de Dios.

Él lo había visto primero.

Lucifer lo recordó como si fuera ayer: Adam, con su sonrisa ingenua y su curiosidad infinita, admirando las maravillas del jardín. Lucifer había sido designado para observarlo, para guiarlo en silencio, pero desde el primer momento en que lo vio, algo había cambiado dentro de él. Adam no era solo una creación perfecta. Era ... todo.

Se había enamorado de su humanidad, de su imperfección latente. De esa chispa que ningún ángel poseía. Pero no lo dijo. No pudo decirlo.

En cambio, miró desde lejos. Miró cuando Dios creó a Eva, miró cuando Adam le ofreció su corazón, miró cuando compartieron la primera risa y la primera lágrima. Miró cuando Adam comenzó a amar a Eva, y algo en su interior se fracturó para siempre.

El sueño cambió. Ahora estaba en el momento crucial, el instante en que todo comenzó a desmoronarse. Lucifer podía verse a sí mismo, ofreciendo la manzana a Eva. "No lo hará", pensó en ese entonces. "Ella caerá, pero Adam no. No puede."

Pero Adam la siguió.

Lucifer revivió la mirada de Adam cuando los desterraron del Edén. Esa mirada llena de odio, de traición. No hacia Eva. No hacia Dios. Hacia Él. "Tú lo sabías," parecía gritar su expresión, incluso sin palabras. "¡Tú me hiciste esto!"

Lucifer retrocedió en el sueño, viendo sus propios intentos desesperados por mantener a Adam cerca.

Recordó a Lilith. Había pensado que, si seducía a la primera mujer creada para Adam, podría mantenerlo para sí mismo. Pero Lilith también lo dejó, hastiada de ser una pieza en su absurda estrategia. Y Adam la olvidó también.

El sueño dio un salto. Ahora estaba siglos después, en el Infierno, con Adam muerto frente a él. Lucifer lo miraba, congelado, mientras mil voces hacían eco en su cabeza ordenando a sus demonios restaurar el cuerpo de Adam. "Traedlo de vuelta. Traedlo."

¿Qué precio había pagado realmente? ¿El amor de Adam? ¿Su humanidad? ¿Su propio corazón?

Todo se distorsionó. Ahora Adam estaba despierto, mirando a Lucifer desde el reflejo de un espejo, con esos ojos llenos de desprecio y odio. "¿Por qué tú?", repitió la voz de Adam, cada palabra perforando el alma de Lucifer.


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Lucifer se despertó de golpe, jadeando. La habitación estaba oscura, iluminada solo por una pequeña lámpara junto a la cama. Adam seguía inconsciente, ajeno a la tormenta que su existencia desataba en el corazón de Lucifer.

"Fue solo un sueño," se dijo, pero el sudor frío en su piel y el temblor en sus manos le decían que no era verdad. Había sido un eco de la realidad, una confirmación de su propia traición.

De repente, sintió una mano sobre su hombro. Charlie estaba ahí, mirándolo con preocupación.

—Papá, ¿estás bien? —preguntó en voz baja.

Lucifer intentó responder, pero las palabras no salieron. Solo pudo asentir levemente mientras su mirada volvía a Adam. Charlie lo miró, luego a Adam, y finalmente suspiró antes de inclinarse para abrazarlo.

—Papá, todo estará bien. Tienes que creerlo.

Lucifer no se movió al principio, pero poco a poco permitió que el calor del abrazo de Charlie lo envolviera. Cerró los ojos, apoyando su frente en el hombro de su hija. Por un momento, el Rey del Infierno se permitió ser vulnerable.

—Lo arruiné, Charlie —murmuró, su voz rota—. Lo arruiné todo.

Charlie no respondió de inmediato. Solo lo abrazó más fuerte, como si con su sola presencia pudiera mantener a su padre unido. Lucifer no sabía cómo, pero ese gesto le dio un momento de consuelo en medio del caos que era su mente.

Cuando finalmente se separaron, Charlie miró a Adam y luego a su padre.

—Aún tienes la oportunidad de arreglarlo. Tal vez no todo, pero algo.

Lucifer quería creerle. Quiso aferrarse a esa idea como un hombre que se ahoga se aferra a un pedazo de madera. Pero no podía ignorar la verdad que había visto en los ojos de Adam en su sueño, ni la que había visto en la realidad cuando se desplomó.

"¿Y si no puedo arreglarlo?" pensó. Pero no se atrevió a decirlo en voz alta.




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¿Debería despertarlo ya?

𝙴𝚕 𝙹𝚊𝚛𝚍í𝚗 𝚍𝚎 𝚕𝚊𝚜 𝙰𝚕𝚖𝚊𝚜 𝙿𝚎𝚛𝚍𝚒𝚍𝚊𝚜  [AdamsApple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora