✦Chapter 9✦

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Lucifer se encontraba en el estudio, rodeado por sus libros y pergaminos, aparentemente absorto en sus deberes, pero su mente divagaba lejos de las palabras que intentaba leer. Desde que Adam había regresado a su vida, todo había cambiado. Las noches se volvían más cortas, los días más largos, y el tiempo parecía disolverse cada vez que compartían esos momentos llenos de intimidad y nostalgia. Sin embargo, había algo que no podía comprender del todo: desde el pequeño "accidente" Adam había empezado a darle pequeños besos inocentes, en su cien, mejillas, o frente, no sabía porque lo hacía, quizás como un gesto de cariño o algo, no es como si se quejara, cada uno dejando una huella que lo llenaba de esperanza y frustración en igual medida. ¿Cuándo sentiría esos labios sobre los suyos? ¿Se atrevería Adam a acercarse tanto?

En medio de su lectura distraída, escuchó unos pasos suaves y familiares. Lucifer alzó la vista justo a tiempo para ver a Adam cruzar la puerta con una sonrisa tímida y la guitarra que tanto apreciaba abrazada a su pecho. Su mirada era suave y tranquila, como si llevara consigo un mundo de silencio que solo él podía comprender. Adam no dijo nada; simplemente se acercó al sillón en el que Lucifer estaba sentado y, con esa elegancia tan despreocupada que tenía, se dejó caer al suelo, apoyando la cabeza en las piernas de Lucifer y mirándolo con la misma dulzura de siempre.

Antes de acomodarse, Adam le regaló un beso suave en la mejilla, un gesto que, aunque breve, dejó a Lucifer con el corazón acelerado. Trató de calmarse, pero la presencia de Adam, tan cercana y tan presente, hacía imposible cualquier intento de serenidad. El tacto de sus labios en su mejilla aún ardía, y, sin poder evitarlo, hizo un puchero, tomando suavemente las mejillas de Adam entre sus manos. Quería mirarlo a los ojos, quería que Adam lo viera de verdad.

-Adam... -susurró, acercando su rostro un poco más al de él-. ¿Puedo besarte?

La pregunta flotó en el aire, llena de expectativa y vulnerabilidad. Lucifer sabía que no podía obligarlo, que tenía que esperar, pero la ansiedad y el deseo se mezclaban en su pecho. Para su sorpresa, Adam no respondió de inmediato. En lugar de apartarse o hacer algún gesto, simplemente cerró los ojos y se acurrucó en sus manos, como si la pregunta no hubiese sido formulada o como si no quisiera responderla.

La frustración invadió a Lucifer, quien suspiró con un leve gesto de decepción antes de soltarlo. Trató de regresar su atención al pergamino frente a él, aunque las palabras parecían borrosas y sin sentido. Adam no le decía nada; solo se quedó ahí, con la cabeza apoyada en sus piernas, acurrucándose más como un niño buscando consuelo. La calidez de su presencia se extendía por sus piernas, y la cercanía de Adam solo aumentaba el deseo que Lucifer trataba de reprimir con cada respiración.

Pasaron los minutos en silencio, ambos compartiendo una intimidad silenciosa. La frustración inicial de Lucifer comenzaba a desvanecerse, reemplazada por una especie de paz que solo Adam podía otorgarle. Sin embargo, justo cuando su corazón se había calmado, escuchó un murmullo suave, tan ligero que pensó haberlo imaginado.

-Sí... -susurró Adam, apenas audible, como si el viento mismo hubiera traído la palabra hasta sus oídos.

Lucifer se tensó, incapaz de creer lo que acababa de escuchar. Su corazón latía con fuerza, y la mano que había dejado reposando sobre los pergaminos tembló ligeramente. Desvió la mirada hacia Adam, esperando alguna confirmación, algo que le indicara que no había sido solo su imaginación.

-¿Qué... dijiste? -preguntó en voz baja, mirándolo con una mezcla de sorpresa y emoción contenida.

Adam no respondió de inmediato, pero finalmente volvió a susurrar, con un tono tan suave que parecía desaparecer en el aire.

-Sí... -repitió, con los ojos cerrados y su expresión serena, como si aquello fuera lo más natural del mundo.

La confirmación fue todo lo que Lucifer necesitó. Soltó el patito de goma que estaba sosteniendo, dejándolo caer al suelo sin cuidado. Su corazón latía tan rápido que le costaba respirar, y un nerviosismo que no había sentido en eones lo invadió de pies a cabeza. Se inclinó hacia Adam, sus manos temblorosas encontrando las mejillas de su compañero, quienes se sentían cálidas y suaves al tacto. Su mente estaba llena de dudas, pero el deseo y la necesidad de estar más cerca eran más fuertes que cualquier pensamiento racional.

Acercó su rostro al de Adam, y con una suavidad casi reverente, posó sus labios sobre los de él. El primer contacto fue suave, apenas un roce, pero la respuesta de Adam fue inmediata. Su aliento se mezclaba con el de Lucifer, y aunque Adam no movía mucho sus labios, el beso era profundo y sincero, como si cada segundo encapsulara siglos de espera, de memorias y de un amor que nunca había desaparecido.

Cuando finalmente se separaron, Lucifer notó algo que hizo que su corazón diera un vuelco. Los ojos de Adam brillaban, un brillo tenue pero claro, casi como una chispa de vida que se encendía en la oscuridad. Era un destello casi invisible, pero suficiente para que Lucifer sintiera una emoción indescriptible, una esperanza que le llenaba el pecho de un calor que casi no podía soportar. ¿Estaba, acaso, logrando devolverle a Adam algo de quien había sido?

Lucifer no pudo evitar sonreír, sus labios todavía hormigueando por el contacto. Observó cada detalle de su expresión, buscando alguna señal de incomodidad, pero lo que vio fue a un Adam tranquilo y en paz, como si ese beso le hubiera dado también a él algún tipo de consuelo que ni él mismo comprendía. Lentamente, Adam volvió a cerrar los ojos y se acurrucó en el pecho de Lucifer, como si aquel beso hubiera sido solo el comienzo de algo mucho más profundo.

Lucifer, aún en shock, deslizó una mano por el cabello de Adam, acariciándolo suavemente mientras lo abrazaba. No sabía qué significaba aquel brillo en sus ojos, ni si volvería a verlo, pero se prometió a sí mismo que haría todo lo posible por mantenerlo ahí, por hacer que Adam volviera a ser ese ser vibrante y lleno de vida que recordaba. Cada beso, cada caricia, serían para él como una ofrenda, una manera de expresar todo lo que no podía decir en palabras.

Adam, acurrucado en su pecho, susurró algo entre sueños, algo ininteligible pero cargado de una dulzura que hacía que el corazón de Lucifer latiera más fuerte. Sus manos se aferraban al cuello de Lucifer, como si temiera que, al soltarlo, todo desapareciera, como si esos instantes de paz fueran tan frágiles que cualquier movimiento brusco pudiera romperlos. Lucifer acarició su espalda, manteniendo su respiración calmada, y en silencio, se permitió sentir algo que no había sentido en mucho tiempo: esperanza.

Las horas pasaron sin que ninguno de los dos dijera nada. A ratos, Lucifer observaba el rostro tranquilo de Adam y pensaba en todo lo que había perdido y en lo que estaba dispuesto a hacer para proteger aquella paz que habían encontrado juntos. Por un momento, incluso, se sintió capaz de renunciar a todo por mantener a Adam a su lado, por hacer de aquella vida en común algo duradero y real.

Finalmente, cuando el sol comenzaba a asomarse en el horizonte y la luz del amanecer iluminaba tenuemente el estudio, Adam abrió los ojos. Sus pupilas parecían captar cada rayo de luz, y cuando miró a Lucifer, este sintió que su corazón daba un brinco. Había en su mirada una calidez que no había visto en mucho tiempo, una chispa de algo que parecía renacer dentro de él.

Lucifer sonrió, sin poder contener la emoción que lo embargaba.

-Buenos días, Adam -murmuró, su voz cargada de ternura.

Adam no respondió, pero le sonrió con una dulzura que llenó el pecho de Lucifer de una paz indescriptible. Sus manos se movieron con suavidad, y, sin decir nada, volvió a recostarse en su pecho, dejando que el silencio hablara por ambos. En ese instante, Lucifer comprendió que no necesitaba respuestas ni explicaciones; lo único que necesitaba era aquel momento, aquel presente en el que, por fin, sentía que tenía a Adam de vuelta, al menos en un susurro de quien había sido.

Para Lucifer, aquello era suficiente, y, por primera vez en siglos, sintió que su corazón estaba completo.

𝙴𝚕 𝙹𝚊𝚛𝚍í𝚗 𝚍𝚎 𝚕𝚊𝚜 𝙰𝚕𝚖𝚊𝚜 𝙿𝚎𝚛𝚍𝚒𝚍𝚊𝚜  [AdamsApple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora