En medio de una tarde silenciosa, Charlie se encontraba sentada junto a Adam en una pequeña mesa cubierta de papeles y lápices de colores. Había traído materiales adicionales para dibujar en su última visita, decidida a intentar algo nuevo para ayudar a Adam a abrirse un poco más. Sabía que los recuerdos eran algo frágil, y que la mente de Adam parecía estar atrapada en una niebla densa, llena de heridas no sanadas. Aun así, no podía evitar sentir esperanza cada vez que él mostraba algún signo de curiosidad o interés.
Charlie había pasado cerca de una hora pacientemente dibujando y hablando en voz baja, explicando los colores y las formas que creaba en el papel. No sabía cuánto de ello estaba comprendiendo Adam, pero no importaba; era un esfuerzo por hacer que el mundo a su alrededor le resultara un poco más familiar, un poco menos solitario. Por momentos, él parecía perdido, observando el espacio en blanco con una expresión distante, como si estuviera viendo algo que nadie más podía percibir. Luego, sin previo aviso, se movió lentamente hasta sentarse a su lado.
Charlie contuvo la respiración cuando notó que Adam se había inclinado, mirando con interés el dibujo que estaba haciendo. Había dibujado un grupo de pájaros en el cielo, sus alas extendidas en un vuelo libre y sereno, y sus cuerpos rodeados de suaves nubes. Las aves eran de un blanco brillante, casi como si irradiaran luz. Sin decir una palabra, Adam alargó una mano y tocó delicadamente una de las alas dibujadas, como si recordara algo distante y antiguo.
-Ángel... -murmuró, apenas un susurro, pero lo suficiente para que Charlie escuchara. La palabra le heló el corazón y la llenó de una mezcla de alegría y tristeza. Adam parecía recordar algo.
Ella lo observó detenidamente, y en sus ojos vacíos creyó ver un destello, una chispa de vida que había estado apagada por demasiado tiempo. Adam cerró los ojos y dejó caer su mano, pero sus labios seguían moviéndose ligeramente, repitiendo palabras que parecían ser de otro tiempo, de otra vida.
-Adam -susurró Charlie suavemente, intentando no asustarlo ni interrumpir ese frágil momento de conexión. Sus palabras eran un ancla, algo que podría mantenerlo presente mientras navegaba en esas oscuras aguas de su propia mente. Con voz suave, continuó-: ¿Quien es Angel? ¿Recuerdas algo?
Adam no respondió de inmediato. Parecía estar sumergido en un mar de fragmentos dispersos, intentando encontrar algún hilo que le diera sentido. Poco a poco, las imágenes empezaron a tomar forma en su mente, no como recuerdos claros, sino como sensaciones. Sentía la calidez de una mano sosteniendo la suya, el roce suave y protector de un ala extendida sobre él, el eco lejano de una risa alegre y reconfortante, que de alguna manera sentía que había sido suya en algún momento. Todo era difuso, como mirar a través de una ventana empañada, pero estaban ahí, esas sensaciones que alguna vez fueron reales.
Lucifer, quien había estado observando a distancia, se acercó lentamente. Sabía lo doloroso que podía ser para Adam recordar su pasado, especialmente si esos recuerdos traían consigo el peso de antiguas heridas. Aun así, no podía evitar querer ayudarlo, incluso si eso significaba que él mismo tendría que enfrentarse a su propia culpa. Se arrodilló a su lado y, en un tono de voz calmado, comenzó a guiarlo con palabras suaves y tranquilizadoras.
-Estás bien, Adam -le dijo Lucifer, colocando una mano firme y reconfortante sobre su hombro-. Todo está bien. Solo... deja que los recuerdos vengan. No estás solo.
Por un momento, Adam parecía relajarse. Sus ojos se volvieron vidriosos mientras seguía escarbando en las profundidades de su mente, pero luego, algo cambió. Algo oscuro se filtró en sus pensamientos, y su rostro se contrajo de dolor. Sintió un peso en el pecho, un dolor profundo, como si mil cuchillas perforaran su piel desde dentro. Empezó a respirar de manera entrecortada, y un pánico frío se reflejó en sus ojos. Imágenes confusas comenzaron a surgir: una risa distante, junto con dolor, mucho dolor, que resonaba en su mente, y un dolor lacerante en su espalda, como si estuviera siendo apuñalado una y otra vez.
Adam llevó una mano a su pecho, como si intentara contener el dolor que lo consumía. Su respiración se volvió errática, y su cuerpo comenzó a temblar, mientras su mente se sumergía más y más en esas memorias desgarradoras.
-¡Adam! -Charlie lo llamó, con la voz impregnada de preocupación, extendiendo una mano hacia él, pero sin saber realmente cómo ayudar. No sabía qué hacer para aliviar el sufrimiento que veía en su rostro.
Lucifer, por su parte, parecía mucho más afectado. Sospecho que recuerdo llego, si hubiera reaccionado más rápido.
Sus pies se movieron solos acercándose rápidamente y sostuvo el rostro de Adam entre sus manos, obligándolo a mirarlo.
-Adam, mírame. Solo a mí -le susurró con voz grave y llena de urgencia-. Estás a salvo. Nadie va a hacerte daño.
Los temblores de Adam parecieron disminuir gradualmente, y su respiración comenzó a calmarse. El dolor en su pecho se fue disipando lentamente, pero no sin dejar rastros. Un hilo de sangre se deslizó desde la comisura de sus labios, y su piel, pálida y fría, parecía más frágil que nunca. Exhausto, finalmente cerró los ojos y se desplomó, cayendo en el pecho de Lucifer, que lo sostuvo con una tristeza desgarradora en su expresión.
Charlie observó la escena con el corazón en un puño, su mano temblando mientras la extendía hacia su padre y Adam. No podía soportar ver a Adam así, atrapado en un ciclo de dolor que no parecía tener fin. Y tampoco podía soportar ver a su padre tan afligido, incapaz de proteger a alguien a quien obviamente le importaba profundamente.
Con un suspiro tembloroso, Charlie apoyó una mano en el hombro de Lucifer. Intentaba ofrecerle consuelo, pero sentía que sus propias palabras no serían suficientes para aliviar el peso de la culpa que veía en sus ojos.
-Papá... -murmuró suavemente, sin saber realmente qué decir. Su voz estaba cargada de comprensión y tristeza, como si sus propias palabras le pesaran-. No tienes que hacerlo solo. Podemos... podemos ayudarlo juntos.
Lucifer mantuvo la mirada fija en Adam, acariciando su cabello con suavidad, como si temiera que pudiera desmoronarse en sus manos. Por un momento, pareció no escuchar las palabras de su hija, pero luego levantó la vista y la miró con una expresión de agotamiento y gratitud.
-Lo sé, Charlie -respondió en un susurro, su voz apenas audible, rota por una mezcla de emociones que él, en su orgullo habitual, rara vez dejaba ver-. Pero hay cosas... cosas que solo él y yo entendemos. Cosas que yo... que yo hice. Quisiera poder protegerlo de esos recuerdos, de ese dolor. Pero tal vez es demasiado tarde.
Charlie apretó su mano sobre el hombro de su padre, tratando de transmitirle fuerza. No sabía todo lo que había sucedido entre ellos, ni comprendía del todo las razones de la obsesión de Lucifer por salvar a Adam. Pero sabía una cosa: no importaba lo difícil que fuera, ella estaría allí para apoyarlos, para ayudarlos a ambos a encontrar algún tipo de paz.
-Aun así, no estás solo, papá. Ni tú ni Adam. Estamos juntos en esto -afirmó, con determinación en su voz, como una promesa que estaba dispuesta a cumplir.
Lucifer asintió lentamente, sintiendo un extraño alivio en el peso de las palabras de su hija. Sabía que el camino que tenía delante no sería fácil, que ayudar a Adam a recuperar su humanidad traería consigo más dolor y desafíos de los que podría anticipar. Pero en ese momento, mientras sostenía a su viejo amigo y sentía el apoyo incondicional de su hija, algo en su interior pareció calmarse.
Charlie se quedó a su lado en silencio, y juntos contemplaron a Adam, cuya respiración se había vuelto tranquila, como si el abrazo de sus seres queridos hubiera calmado sus tormentas internas, aunque solo fuera temporalmente. Sabían que las luchas no habían terminado, pero por ahora, ese momento de paz era suficiente.
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𝙴𝚕 𝙹𝚊𝚛𝚍í𝚗 𝚍𝚎 𝚕𝚊𝚜 𝙰𝚕𝚖𝚊𝚜 𝙿𝚎𝚛𝚍𝚒𝚍𝚊𝚜 [AdamsApple]
Fiksi PenggemarTras la muerte de Adam en el último exterminio, Lucifer, incapaz de aceptar su pérdida, reconstruye su cuerpo pieza por pieza, creando una versión de Adam que respira pero carece de la chispa y el espíritu del original. A medida que Lucifer intenta...