𝙴𝚕 𝙹𝚊𝚛𝚍í𝚗 𝚍𝚎 𝚕𝚊𝚜 𝙰𝚕𝚖𝚊𝚜 𝙿𝚎𝚛𝚍𝚒𝚍𝚊𝚜 [AdamsApple]

✧Chapter 5✧

La noche había caído, y el peculiar comportamiento de Lucifer no había pasado desapercibido para Charlie. Desde hacía algunos días, su padre parecía tener una chispa de esperanza en los ojos, una intensidad renovada que ella no lograba comprender. Su sonrisa, aunque tenue, era algo que rara vez veía en él, y en sus momentos de reflexión solitaria parecía casi... contento. Charlie no entendía qué era lo que le había devuelto esa chispa. Intrigada, decidió observarlo con más atención, sospechando que algo fuera de lo común debía estar ocurriendo.

Una tarde, cuando su padre se ausentó, Charlie decidió investigar por su cuenta. Caminó por los pasillos de la mansión, en silencio, como una sombra. Había una habitación en particular, una que Lucifer había estado visitando con más frecuencia últimamente. Normalmente, estaba cerrada con llave, pero esta vez, por alguna razón, la puerta estaba entreabierta. Algo en su interior la llamaba, una curiosidad inquietante que no lograba contener.

Charlie se acercó sigilosamente y empujó la puerta, asomándose al interior. Lo primero que notó fue una figura solitaria al otro lado de la habitación, cerca de una estantería de libros antiguos. La figura estaba apoyada en la pared, inmóvil, observando los libros con una expresión vacía y perdida. Charlie sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. La figura era un hombre, y aunque su rostro y su piel pálida le resultaban vagamente familiares, algo en él le causó una profunda incomodidad. Estaba cubierto de extrañas prótesis de metal, y su semblante parecía casi... inhumano.

-¿Hola? -se atrevió a decir, avanzando un poco más hacia él.

La figura no respondió. No hubo ni el más mínimo movimiento, ni siquiera un parpadeo. Charlie tragó saliva y, armándose de valor, dio un paso más, acercándose al hombre. Al detenerse justo frente a él, notó las cicatrices en su piel, los rastros de sufrimiento grabados en cada línea de su cuerpo. Sus ojos estaban vacíos, sin vida, y en su expresión había una ausencia aterradora, como si una parte de él se hubiera perdido en un abismo insondable.

A Charlie le revolvió el estómago. Aquella visión era aterradora y, sin embargo, profundamente triste. No podía entender quién era este hombre ni qué hacía allí, pero una sensación incómoda le susurraba que algo estaba muy mal.

-¿Estás... bien? -preguntó, intentando sonar amable.

Pero el hombre no reaccionó. Era como si ni siquiera pudiera escucharla, como si su mente estuviera en otro lugar, atrapada en algún rincón oscuro y distante. Charlie retrocedió, sintiéndose incómoda y profundamente preocupada. Tenía que hablar con su padre, entender qué estaba pasando. Sin perder más tiempo, salió de la habitación y se dirigió al despacho de Lucifer.

====

Cuando entró en la oficina de su padre, lo encontró sentado detrás de su escritorio, absorto en sus pensamientos. Al ver la expresión decidida de Charlie, supo de inmediato que había ocurrido algo.

-Papá, ¿quién es ese hombre? -le preguntó sin rodeos, su voz cargada de preocupación y sorpresa.

Lucifer alzó la vista, con una expresión seria, pero en su mirada había algo más, algo que Charlie no lograba descifrar. Era como si él estuviera debatiéndose entre decirle la verdad o seguir guardando su secreto.

-Ese hombre... es Adam, Char-Char-respondió finalmente, con voz suave.

El nombre golpeó a Charlie como una ola de sorpresa. Adam... El mismo Adam que ella creía muerto desde el último exterminio. ¿Cómo era posible? Los recuerdos de aquella tragedia aún estaban frescos en su mente. Ella misma había visto cómo Niffty lo había eliminado. No quedaba duda de que Adam había perecido en aquella ocasión, o eso era lo que había pensado hasta ahora.