La temperatura en ese lugar debía acercarse al infierno. De pie, en ese calor, los empleados de ese servicio no se tomaban un respiro. Ni siquiera levantaban la cabeza para mirarnos, lo cual me venía perfecto. El lugar era grande, ruidoso debido a las máquinas. Mucha gente se cruzaba. Empujando mi carrito, levanté la vista al techo y me di cuenta de que la luz del día había sido reemplazada por la iluminación de neones.
Al llegar al punto de recolección, Alan apenas intercambió dos palabras con los miembros del personal que recogieron nuestras bolsas de ropa. La barrera del idioma le impedía comunicarse bien. Por suerte, ahora yo estaba allí. La señora detrás del mostrador nos dio sábanas y toallas limpias.
—Pregúntale si el vestido de la suite 116-02 está listo —me pidió Alan.
Le traduje a la empleada cuyo nombre, "Nancho", estaba inscrito en su placa.
—No —respondió ella, abrupta, sin prestarnos atención—. Dile a tu Clyde que nos traiga ese tipo de prendas más temprano, el día anterior, si quiere tenerlo en la mañana.
Alan apretó la mandíbula al escuchar la respuesta.
—Debemos recoger el vestido en dos horas. Es para una gala esta noche. Díle que es urgente.
Por supuesto, arreglé la frase para que sonara menos... agresiva. La gente que no era de Corea olvidaba que el lenguaje y el respeto en nuestro país eran la base de los intercambios humanos. Nancho, molesta, asintió con la cabeza.
Con nuestros carritos listos y reabastecidos, partimos hacia los ascensores. De repente, al pasar frente a una sala de descanso cuya puerta estaba abierta, mi mirada se detuvo en la pantalla de televisión colgada en la pared. Descubrí, atónita, las primeras imágenes del arresto del señor Baek, el padre de Danbi, frente a su empresa. Reduje el paso antes de detenerme por completo en la entrada de la habitación. Algunos empleados corrieron a la sala para escuchar esta última noticia que acababa de salir. La agitación aumentó.
—¿Quién es? —preguntó Alan.
—El señor Baek, el presidente de la empresa de telecomunicaciones más importante del país. Acaban de arrestarlo por malversación de fondos. Es alguien muy importante en Corea del Sur.
—Parece que están arrestando a alguien muy peligroso. Todo este alboroto, es una locura.
Sin apartar los ojos de la pantalla, respondí:
—En nuestra cultura, le damos una importancia mayor a la imagen pública y a la integridad. Se supone que una persona en un puesto de poder, como un presidente de empresa, debe ser ejemplar. Los actos deshonestos como la malversación de fondos se consideran una traición a esa confianza y perjudican la reputación no solo de la persona involucrada, sino también de la empresa y del país. Hay un sentimiento creciente de exasperación hacia los privilegios y la impunidad de las élites económicas, lo que amplifica la repercusión mediática de este tipo de escándalo.
—¿Qué le espera? ¿Una multa?
Me giré hacia mi carrito y comencé a empujarlo.
—Seguramente prisión. Corea del Sur ha reforzado su legislación contra la corrupción para mejorar su imagen y fomentar una cultura de integridad. La justicia ya no deja pasar nada.
Y los ciudadanos tampoco. Esa era la razón por la cual Eliel no podía mostrarse ahora con Danbi. Era difícil moverse por los pasillos. Todo el mundo dejó de hacer sus tareas para entregarse al chisme, teléfono en mano. Un terremoto de gran magnitud acababa de sacudir el país. Un miedo paralizante me retorció el estómago de nuevo. No estaba segura de sobrevivir a este terremoto.
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Fake Love : K-Pop romance [versión español]
RomanceEliel es una estrella mundial del K-Pop. Su físico perfecto y su sonrisa arrolladora vuelven locas a sus fans. Destaca dentro de su grupo, Duskfire. Bora, de 20 años, sueña con convertirse en actriz. Casi en la calle, encadena audiciones sin éxito y...