Capítulo 22

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Capítulo 22

POV Karime

El sonido de mi celular me despierta de golpe. Apenas puedo abrir los ojos, y cuando logro enfocarme, veo la hora: más de las cuatro de la mañana. La notificación en la pantalla me deja confundida y somnolienta, hasta que noto el nombre de Gala. Gala. Es un mensaje de ella. Mi corazón da un vuelco y por un segundo pienso que tal vez estoy soñando. Han pasado un par de días desde la última vez que le envié un mensaje, y, honestamente, ya había perdido la esperanza de que alguna vez me respondiera.

Pulso el mensaje, mis manos un poco torpes por el sueño interrumpido. Solo contiene dos palabras: "Ven por mí". Me quedo mirando esas letras en la pantalla, intentando entender. Abro la ubicación adjunta y veo que está en un complejo de departamentos no muy lejos de aquí, pero eso no quita la sensación de urgencia que el mensaje me transmite. Algo no está bien.

Sacudo el sueño que me queda y salgo de la cama. Pienso en irme de inmediato, pero hay un asunto que debo resolver primero. Me dirijo al cuarto de huéspedes, o más bien, el cuarto de Micky, que prácticamente vive aquí y me ayuda con Valentina cuando lo necesito. Abro la puerta con cuidado, sin hacer demasiado ruido, y me acerco.

—Micky, necesito salir —le susurro, tocándole el hombro suavemente. Él abre los ojos, desorientado, y parpadea varias veces antes de mirarme.

—¿Qué pasó? —me pregunta con voz somnolienta, sentándose en la cama.

—Gala me envió un mensaje para que vaya por ella —respondo, mostrándole el teléfono. La preocupación en sus ojos se intensifica al ver la hora y el tono de mis palabras.

—¿No quieres que vaya contigo? —me ofrece, frotándose los ojos y listo para levantarse.

Sacudo la cabeza. —Necesito hacer esto sola. Solo quédate pendiente de Valentina si se despierta, ¿sí?

Él asiente, y le agradezco en silencio mientras salgo de la habitación, consciente de que, en cierto modo, ya no estoy completamente sola en todo esto. Tener a Micky para ayudarme con Valentina es una paz mental que agradezco todos los días. Desde que Valentina llegó a mi vida tuve que aprender muchas cosas, y entre ellas, una que siempre postergué: aprender a conducir. Saber que no necesito depender de nadie para ir a donde quiero me da esa libertad que antes no tenía, y esta noche, más que nunca, agradezco haber tomado esa decisión.

Salgo de la casa y subo al coche, encendiendo el motor con una mezcla de nervios y expectativa. Mientras manejo, miro de reojo la ubicación de Gala en mi celular. ¿Qué habrá pasado para que me busque de esta forma? El mensaje es tan breve, tan seco, pero la hora y el hecho de que me haya contactado después de todo este tiempo me hace pensar que algo anda mal. Mi mente se llena de posibilidades: tal vez tuvo una pelea, se sintió sola, o... ¿estará en peligro? La ansiedad crece a medida que avanzo, y las calles desiertas a estas horas no ayudan a calmarme.

Me encuentro repasando todos esos mensajes que le envié y que nunca respondió. Sentí cada uno de esos silencios como una daga en el pecho, pero ahora no importa. Gala me necesita, y eso es lo único que me importa. Intento no hacerme ilusiones, intento no pensar que esto podría significar algo más que un llamado de emergencia. Pero, por otro lado, tampoco puedo evitar que un resquicio de esperanza se cuele en mi pecho. Si me contactó ahora, a esta hora, es porque, de alguna manera, pensó en mí.

El camino es breve, y antes de darme cuenta, llego al complejo de departamentos que marcó en la ubicación. Miro alrededor y encuentro un espacio para estacionarme. Miro el edificio en silencio, tomándome un momento para respirar y calmar el temblor de mis manos. Al ver las luces apagadas y el silencio de los alrededores, me invade un miedo irracional. ¿Estará bien? ¿Será algo grave? Solo pienso en subir lo más rápido posible y encontrarla.

El Hilo del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora