Capítulo 12

468 74 8
                                    

Capítulo 12

POV Gala

—¡Corte! —grita mi director, claramente molesto—. ¿Gala, qué pasa?

Es la quinta vez que repetimos la escena, y aunque he intentado hacerla funcionar, simplemente no terminamos de lograrlo. Si soy honesta, tengo dos problemas: desde que vi a Karime hace una semana, no logro concentrarme, y además, la química con mi coprotagonista está siendo un desastre. Las primeras escenas que grabamos la semana pasada, más sencillas y sin tantas emociones, salieron bien, pero ahora, con las escenas románticas, nos resulta imposible conectar de la manera que el director espera.

Respiro hondo y trato de no mirar a mi hermana, quien me observa desde un rincón del set, probablemente preocupada. Siento que si la miro, se dará cuenta de lo que en realidad me pasa, y aunque ella intuye la razón, no quiero confirmarlo con una simple mirada. Todo se complica desde que Karime apareció de nuevo en mi vida, aunque haya sido solo en forma de encuentro fugaz.

—¿Por qué no paramos las grabaciones de Gala por el resto del fin de semana? —propone de repente mi hermana, interrumpiendo el silencio incómodo del set—. Ella se presentó antes que la mayoría del elenco y ha avanzado muchísimo en sus escenas. Además, creo que necesita un descanso, y en el estado en que está dudo que pueda ser de mucha ayuda.

Me giro para mirarla, molesta por su intervención, aunque sé que tiene razón. Sí, necesito un descanso. Sin embargo, no me gusta la idea de quedar como alguien irresponsable frente a todo el equipo. Mi hermana, al percibir mi mirada, intenta reconfortarme con una sonrisa, como diciendo que esto es lo mejor para mí.

—Me parece una buena idea —responde el director después de pensarlo un momento—. Además, tenemos que discutir la situación del otro protagonista. Nos ha retrasado mucho últimamente y hay decisiones que tomar.

Escucho el suspiro de alivio de mi hermana y, aunque siento una mezcla de vergüenza y agradecimiento, sé que es lo correcto. Necesito este tiempo para recomponerme, para entender qué hacer con lo que estoy sintiendo. La semana pasada ha sido un torbellino de emociones que apenas puedo procesar.

—Pasaré el fin de semana en casa —le digo a Beba mientras recojo mis cosas—. Creo que necesito un tiempo para mí.

Mi hermana asiente, comprendiendo. No necesito decirle que quiero estar sola, sin visitas ni preguntas. La adoro y sé que estar con ella y con Bama siempre es un refugio, pero ahora necesito la tranquilidad de la soledad, el espacio para enfrentarme a mis pensamientos, a ese mar de sentimientos que aún no logro ordenar.

________

Abro el pequeño cofre que guardo debajo de mi cama, ese que desde hace cinco años no he vuelto a abrir, pero que siempre mantengo cerca, como una reliquia que conserva los fragmentos de una historia que ya no puedo soltar. Cierro los ojos un momento y respiro hondo antes de tocarlo. La sola sensación del cofre en mis manos hace que un torbellino de recuerdos invada mi mente. Lo abro con cuidado, como si fuera a romperse, y lo primero que veo es esa foto instantánea que nos sacaron dentro de La Casa de los Famosos, una foto que había tenido pegada en mi refrigerador y que ahora descansa en este pequeño refugio de memorias.

Acaricio la foto, los dedos trazando las sonrisas que compartíamos, recordando la complicidad que existía entre nosotras, una que en aquel entonces parecía irrompible. Me veo a mí misma, riendo a su lado, tan despreocupada, tan segura de que tenía algo real. Me invade una mezcla de ternura y nostalgia al ver lo felices que éramos, y, por un momento, me culpo a mí misma por haber desperdiciado tanto tiempo en la casa con Agustín, cuando la única persona que realmente importaba estaba justo delante de mí.

El Hilo del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora