Capítulo 33

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Capítulo 33

POV Karime

El hotel en Cancún era perfecto, casi tan perfecto como ver la cara de felicidad de Valentina mientras exploraba cada rincón. Desde el momento en que llegamos, no paraba de brincar de emoción. Observé su entusiasmo contagioso cuando me tomó la mano y prácticamente me arrastró hacia la alberca, mientras Gala nos seguía, riendo también.

—Mami, ¿ya podemos ir a la alberca? —preguntó Valentina con una sonrisa que podría iluminar toda la playa.

Yo apenas pude responder cuando ya la tenía abrazada, saltando en un pie mientras miraba la alberca con ojos curiosos. Gala y yo intercambiamos una mirada, y no pudimos evitar sonreír. Este era nuestro primer viaje en familia, el primero de muchos, y verlas a las dos tan felices me hacía sentir algo cálido en el pecho.

—Claro, pequeña —le respondí, acariciando su cabecita con cariño—. Vamos a cambiarnos para que podamos nadar todo el día.

Ya en la habitación, Valentina se cambió más rápido que yo podía pestañear, poniéndose su traje de baño rosado con flores que había insistido en llevar desde la mañana. Gala también estaba lista con un bañador azul oscuro que le quedaba increíble, y yo no podía dejar de admirar lo radiante que se veía.

Nos dirigimos al área de las albercas, y los ojos de Valentina se abrieron como platos al ver el lugar. Había varias albercas, cada una diferente: una con fuentes de agua que salpicaban, otra más profunda y tranquila. El sol brillaba y el calor se sentía perfecto, haciendo que el agua se viera aún más tentadora. Encontramos un lugar cerca de una alberca poco profunda, ideal para que Valentina pudiera jugar con seguridad, y donde yo podía recostarme en una silla de playa y observarlas.

Tan pronto como Valentina tocó el agua, Gala se lanzó detrás de ella, dejando a un lado toda su seriedad y poniéndose en modo de juego en un segundo. Estaban chapoteando y salpicándose agua como si fueran dos niñas, riendo y lanzándose bromas que solo ellas entendían. Me quedé mirándolas, sintiendo cómo mi corazón se hinchaba con cada sonrisa, cada risa. Gala, siempre tan decidida y firme, ahora actuaba como una niña más, totalmente entregada a hacer reír a Valentina.

Me senté en una silla cercana, ordenando una piña colada para disfrutar de la tarde. El sonido de sus risas resonaba en el aire, y no podía dejar de mirarlas. Gala tenía esa facilidad para convertir cada momento en una pequeña aventura, y verlas interactuar me hizo darme cuenta de cuánto las quería a ambas. Valentina estaba radiante; la emoción le brillaba en los ojos, y se aferraba a Gala con tanta confianza que era como si el mundo entero fuera suyo.

De pronto, Gala salió del agua y empezó a perseguir a Valentina por la orilla, gritando que era "un monstruo marino" que iba a atraparla. Valentina gritaba y reía a carcajadas, escapando de Gala con toda la velocidad que sus piernas pequeñas le permitían. Se notaba lo feliz que estaba, como si no existiera nada mejor en el mundo que estar aquí, en este momento, con nosotras.

Después de un rato, Valentina volvió corriendo hacia mí, con los ojos brillantes y las mejillas sonrojadas. Gala también vino detrás, riendo y dejando escapar un suspiro, como si acabara de correr una maratón. Se dejó caer a mi lado, y me miró con una sonrisa cómplice mientras Valentina se metía de nuevo al agua, esta vez a explorar la fuente de la alberca que la había tenido intrigada.

—Esa niña tiene más energía de la que yo podría imaginar —dijo Gala, riendo y pasándose la mano por el cabello mojado.

—Y tú no te quedas atrás, "monstruo marino" —le respondí con una sonrisa, divertida de ver cómo se había sumergido en el juego con tanto entusiasmo.

El Hilo del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora