Capítulo 23

399 75 9
                                    

Capítulo 23

POV Gala

Desperté con un fuerte dolor de cabeza, como si el mismo sonido de mi respiración se estuviera reflejando en cada rincón de mi cráneo. El zumbido en mis oídos no ayudaba. Me quedé inmóvil por un momento, con los ojos cerrados, tratando de recordar lo que había sucedido. Pero no necesitaba abrir los ojos para que los recuerdos comenzaran a golpearme.

La fiesta, el caos, el alcohol, el chico... Todo eso venía a mi mente en oleadas rápidas, como una película que no había elegido ver, pero que me perseguía con cada fotograma. Recordé el momento en que me había sentido tan sola, tan vacía, después de ver a Jawy y las palabras que me había lanzado. El dolor de la traición había sido como un nudo en mi pecho, y luego, como un impulso, había dejado que todo eso me arrastrara.

Una extraña sensación de incomodidad me recorrió el cuerpo, y antes de abrir los ojos, intenté reorganizar mis pensamientos. Mi cerebro parecía estar luchando por encontrar la calma, pero aún estaba envuelto en una niebla de confusión. Y entonces, cuando intenté moverme, sentí un brazo rodeando mi cintura, y un espasmo de miedo me recorrió de inmediato.

Mi primer pensamiento fue que había hecho algo de lo que no estaba segura, o peor aún, había hecho algo que no quería recordar. Apreté los ojos con fuerza, sintiendo la presión en mis sienes. Sin embargo, cuando intenté levantarme, el cuerpo junto al mío no se movió. Respiré hondo, el miedo volviendo a apoderarse de mí. Me di cuenta de que estaba en una cama que no reconocía, y el sudor frío comenzó a acumularse en mi nuca. Sentí mi corazón acelerarse.

—¿Dónde estoy? —susurré, aunque mi voz sonó quebrada, como si mi cuerpo aún estuviera luchando por salir de la pesadilla en la que me había metido. No podía entenderlo, y mi mente se bloqueó al tratar de procesar.

Cuando traté de moverme un poco más, noté algo extraño: ya no llevaba el vestido de la fiesta. Estaba con ropa holgada, algo mucho más cómodo. La textura del material me parecía familiar, pero no era el vestido ceñido que llevaba la noche anterior. Mis dedos comenzaron a temblar al tocar la tela, y mi respiración se hizo más rápida.

—¿Qué pasó anoche? —me pregunté a mí misma, la preocupación volviendo con más fuerza.

Con cuidado, me giré un poco, y fue entonces cuando sentí el olor. Ese aroma tan reconfortante y conocido que me hizo detenerme en seco. Era el mismo que siempre me había rodeado, cálido y envolvente. La mezcla del perfume suave de Karime y su propio olor, tan natural, tan único. Eso me tranquilizó un poco. La confusión aún estaba allí, pero por un segundo, mi corazón se calmó. La presión en mi pecho comenzó a disminuir.

Entonces, con más calma, abrí los ojos lentamente, temiendo que al ver la verdad frente a mí, las cosas fueran aún más confusas. Pero cuando vi el rostro de Karime, dormida a mi lado, una sensación de alivio me inundó. Sus facciones serias, tan cercanas a mi rostro, me hicieron suspirar profundamente. Ella estaba ahí, junto a mí. Había sido ella quien me había cuidado, y eso fue suficiente para que la calma finalmente se instalara en mi cuerpo.

Al principio, la confusión me había nublado la mente, pero ahora todo cobraba sentido. La ropa cómoda que llevaba puesta, el cuidado con el que me había tratado, todo indicaba que Karime no solo me había rescatado de aquel lugar, sino que se había asegurado de que estuviera bien. Mi respiración se volvió más estable mientras observaba el rostro relajado de Karime, y entendí que todo había estado bien. A pesar de la tormenta de emociones que había experimentado la noche anterior, ahora todo estaba tranquilo. Ella estaba allí para mí, cuidándome, como siempre lo había hecho.

No podía negar que el dolor en mi cabeza seguía presente, pero su cercanía, el simple hecho de tenerla a mi lado, me daba una sensación de seguridad que no había tenido en mucho tiempo. Me quedé mirándola unos segundos más, viendo cómo su respiración era calmada, cómo su rostro, aunque serio, estaba en paz. Tal vez Karime y yo no habíamos hablado de muchas cosas, de lo que había pasado entre nosotras, pero en ese momento no lo necesitaba.

El Hilo del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora