CAPITULO 10

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Rania miró fijamente la lejanía del mar, suspiró profundo cerró los ojos y lo miró, no tenía idea de como empezar.
—Yo...—dijeron al unisono y rieron.
—Las damas primero. —dijo Jhon sonriendo.
—Tu enviaste mensajes primero, así que serás tu quien empiece. —respondió Rania cediendo su lugar.
—¿Puedo saber que pasó esa noche? ¿Por qué te fuiste de ese modo? ¿Por qué intentaste ahogarte? —preguntó Jhon sintiendo curiosidad.
Rania suspiró profundo cerrando los ojos y vio ahí la oportunidad de aclararlo todo.
—¿Recuerdas que te dije que estaba comprometida?
—Si....lo recuerdo. ¿No te casaste?
—Si...si lo hice, me casé esa noche que me sacaste del mar. —respondió Rania mirándolo a los ojos.
—¿Que estás diciendo mujer? ¿Que te hizo para que tomes esa decisión?
—El no me ama...y jamás lo hará, fue muy claro. —dijo Rania abriendo paso para rebelar su identidad. Jhon sintió estrujar su corazón al recordar lo que le dijo a Rania.
—Sabes...esa noche también me casé...me casé con una mujer que jamás  antes ví, y nos casamos solo por los peores malos entendidos entre los dos
—Talvez ella no tuvo la culpa de todo eso.
—Soy un capricho para ella, la noche antes de nuestra boda me restregó en la cara que se iba con su ex prometido. —dijo Jhon, y Rania sentía ganas de gritar su verdad, Pero no podía hasta saber toda la verdad
—¿Viste y confirmaste que era ella?
—Fue muy clara en sus palabras. Y es por eso que estoy seguro que lo único que ella quiso fue ...vaa, no se ni por qué se encaprichó conmigo.
—Y por eso viniste a refugiarte aquí, mira las casualidades del destino, aquí nos conocimos, aquí me diste una segunda oportunidad de vivir, aquí me hiciste sentir mujer. —dijo Rania haciendo ver qué de cierta forma el destino los quería juntos.
—Suena a qué estamos destinados.
—¿Y no lo crees asi? ¿No crees que las cosas pasan por algo?
—Estoy casado y tú estas casada....creo que el destino se equivocó...¿No crees? —dijo Jhon y Rania sonrió al mirarlo.
—¿Le has dado la oportunidad a tu esposa de expresar lo que siente ?
—No...ella es una caprichosa, y cree que lo puede tener todo.
—Talvez la juzgas mal. ¿Dale la oportunidad de hablar, y escúchala.
—No hay nada que escuchar de ella.... estaremos casado por muy poco tiempo, pediré el divorcio lo más pronto posible.
Habló Jhon con determinación, sin imaginar que con esas palabras rompía el corazón de Rania en mil pedazos. Jhon la miró y vio tristeza en sus ojos, la tomó de la barbilla y levantó su rostro.
—¿Por qué esa tristeza en tus ojos? Si es por lo que sucedió entre nosotros...te pido perdón, y si tengo....
—No...no es eso Jhon. —interrumpió antes de que terminara la frase.
—¿Entonces? —insistió Jhon mirándola fijamente a los ojos. Rania Al-khalifa sentía su corazón retumbar su pecho, lo miró fijamente y a pesar de lo absurdo que era el momento, ella se acercó lentamente a los labios de él Jhon sintió el roce de los labios de ella en los suyos, quiso retirarse pero Rania profundizó el beso sin darle tiempo a Jhon de razonar.
Jhon respondió a ese ardiente beso, se deleitó en esa boca que lo recibió ansiosamente llena de deseos por ser explorada nuevamente  por el. Lentamente Rania fue cayendo a la arena enredando sus dedos en el cabello de él, abrazando su ancha espalda, mientras el apretaba su pierna, subía en ella deslizando su falda para poder sentir esa piel que ardía en deseos.
—Jhon.....—susurró ella al momento de el separarse de ella y profundizar  sus miradas. Jhon se perdía en esa mirada, así como ella en sus besos.
—Bonita...—habló sobre sus labios.
—Hazme tuya Jhon... hazme tuya porque deseo estar entre tus brazos nuevamente. —pidió una jadeante Rania acunando su rostro entre sus manos. Jhon besó sus labios, dejó besos en todo su rostro y bajó por su cuello y subió nuevamente a sus labios.
—¿Estás segura de que es lo que deseas?
—Nunca estuve más segura en mi vida, deseo ser tuya...olvidemos lo que somos por un momento y tómame.
Jhon besó apasionadamente a Rania siendo correspondido en esa entrega intensa.
Entregada a él, completa mente desnuda entre sus brazos, sentía estremecer su cuerpo cada vez que Jhon se adentraba más en ella, mordía y apretaba sus pezones suavemente y gimiendo del placer pronunciaba su nombre.
—Jhon... Jhon...no aguanto más. —decia entre gemidos mientras el se adentraba más profundo en ella.
Jhon la colocó encima de él y empezó a guiarla al ritmo deseado y ella siguió.
Rania sentía su cuerpo estremecer, sus piernas y su vientre tensarse y aceleró sus movimientos.
—¡Aaah! Jhon. —pronunció fuerte su nombre en el momento de sentir un fuerte orgasmo recorrer su cuerpo. Jhon apretó sus pechos y los mordió y succionó fuerte haciendo sentir más intensos espasmos a Rania, quien siguió moviendo se lentamente, hasta sentir el deseo  de sentir más profundo a Jhon, quien la giró quedando entra sus piernas se perdía en esa estrechez haciendo temblar su cuerpo de placer, hasta sentir que un orgasmo  recorría el cuerpo de los dos, y así llegar al clímax juntos.
Jhon se dejó caer sobre el pecho agitada de su amante mientras ella acariciaba sus cabellos.
—Espero que esta vez no huyas de mi. —dijo Jhon y Rania sonrió.
—Nunca mas huiré de ti Jhon, este será nuestro lugar favorito para vivir nuestros encuentros, seré tu amante y tu mi amante....y prometo serte fiel, ningun hombre que no seas tu me tocará.
Jhon levantó la cabeza y miró a Rania, y dejó un sutil beso en sus labios.
—Prometo que no tocaré a otra mujer que no seas tú. —respondió el besando y profundizando ese beso que los llevó nuevamente a entregarse a la desbordante pasión.
Ya casi amanecia, Jhon despertó y contempló la belleza de esa mujer que durmió entre sus brazos, delineó su delicado y fino  rostro con su dedo.
—Despierta dormilona....ya casi amanece. —habló a su oído.
Rania abrió los ojos y sonrió.
—Fue la noche más maravillosa de mi vida.
—Así serán cuando lo desees. —respondió Jhon besando sus ojos.
—Ya es hora de irme.
—Te llevo. —dijo el intentando ponerse de pie y Rania lo detuvo.
—No...no...no quiero que nos vean juntos, yo regresaré sola y por favor, espera a que yo me vaya. Por favor.
—Está bien. —respondió Jhon
Rania se vistió lo más rápido que pudo, caminó una distancia y cubrió su rostro y su roja cabellera.
Subió a un Uber y desapareció a los ojos de Jhon cuando un mensaje de texto le llamó la atención.
—Ainar, ese es mi nombre.
—¿Ainar?
—Sí..
— Vaya es como.... —intentó borrar esas palabras y se enviaron accidentalmente.
—¿Cómo qué? —preguntó ella sintiendo curiosidad y temor.
—Olvídalo...hermoso nombre . —escribió Jhon, haciendo un gesto de negación y asintiendo.
Guardó el nombre Ainar en lugar de ojos lindos.
Media hora después Jhon se arregló su ropa, subió a su auto y salió rumbo a su  departamento donde vivía con Rania.
Todo el trayecto Ainar no salía de su cabeza.
—Ainar... Ainar...no sales de mi cabeza, que haré contigo mujer. —se dijo así mismo mientras conducía, Rania llegó a sus pensamientos y cerró los ojos.
—Y más contigo Rania. ¿Que Estoy haciendo por dios? Estoy siendo infiel, mi vida es un caos.
Llegó al departamento mientras el subía en el ascensor. Rania cerraba la puerta tras de ella y corría a su habitación, quitó su ropa y la guardó en el guardarropa y se metió como un rayo a la cama.
Jhon llegó al piso abrió la puerta y entró sintiendo levemente el aroma del perfume de Arian, olió su camisa y se dió cuenta de que aún tenía en su piel el aroma que percibió, fue a su habitación se fue al baño se duchó y media hora después salió listo para ir al trabajo.
Rania escuchó abrir y cerrar la puerta de la habitación de Jhon, se cambió, colocó una peluca de color Borgoña y un velo en su rostro. Fue a la cocina y preparó el desayuno para Jhon.
Sentía su corazón desbordar de felicidad, tanto que no dejaba de sonreír y  tararear una canción.
Preparó los huevos revueltos, con bacon,

acompañado, de waffles con mermelada y miel. El aroma era delicioso que Jhon sentía gruñir su estómago, salió listo para marcharse cuando Rania lo detuvo.
—El desayuno está listo...por favor no lo rechaces es pecado. —intentó persuadir a Jhon quien la ignoró y salió sin mirarla.

Rania apretó sus labios, miró el desayuno servido en la mesa, cerró los ojos, y caminó a paso lento a su habitación, sentía doler su corazón, abrió la puerta entró y la cerró tras de si misma, se rodó sobre ella quedando sentada en el suelo. Miró la sortija en su dedo, recordando ser ella misma quien la deslizó en su dedo.
—No fue a ti, Rania...no fue a ti a quien le hizo el amor, a esa otra mujer si que si le aceptaría el desayuno. —se dijo mentalmente.
Abrió los ojos desmesuradamente poniéndose de pie por la idea que se le había ocurrido y salió corriendo de la habitación.

LA ESPOSA ÁRABE. Despreciada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora