Capitulo 14

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El regreso a casa fue todo menos cómodo. Tessa se había negado a estar en el mismo auto que Valentina, así que al final Sebastián la acogió y se fue con éste y Juliana hasta el pueblo donde todos vivían. Viviana se quedó apoyando a la rubia desde el asiento copiloto y Martín y Matthew en el mismo auto en que llegaron. Ninguno se sentía muy a gusto con la situación, pero Tessa era tan testaruda como una mula y se negaba a escuchar insulsas explicaciones que la molestarán aún más.

"¡No la entiendo! Es que... uhg... Tessa es tan... ¡agh!" refunfuñó Viviana.

La menor de los Serna no terminaba sus oraciones hacia la latina. Le molestaba como un grano en el culo que Tessa se negara a escuchar a Valentina, y más que ésta no la dejara intervenir "por su bien". Quería hablar con Tessa hasta que entendiera qué demonios sucedía y dejara a un lado su terquedad. En realidad, si en tres días las cosas no estaban bien entre ellas; Viviana entraría al juego, sin importarle las prevenciones de los demás.

Tessa y Valentina eran sus mejores amigas, juntas eran el trío dinámico, las tres mosqueteras, las... todo. Eran todo. No se separarían por el idiota de Matthew, ni de chiste.

"Te va a escuchar, Valen. Te lo prometo, sea como sea, tiene que escucharte. No me importa qué tan obstinada sea, va a ceder". Viviana se había calmado un poco luego de una hora de viaje.

"No nos separaremos..."

"Lo sé". quiso creer Valentina. "Estamos juntas hasta el final, ¿no?" Le dedicó una pequeña sonrisa a Viviana para que se mantuviera tranquila y esto pareció funcionar.

Mientras tanto, en la antigua, pero funcional, camioneta de Sebastián, los tres chicos iban un tanto callados. Tessa robó el asiento de copiloto y Juliana, sin molestarse o prestarle atención, se recostó atrás pensando en la noche anterior vivida con Valentina. La rubia la tenía loca de atar, la hacía tocar el cielo con un abrazo, como si estuviera alrededor de suaves nubes que la acunaban de pies a cabeza.

No podía creer lo mucho que se habían acercado esos días. Conectaban, como si pertenecieran a la otra y nadie pudiera separarlas, tan perfectamente como dos piezas de un puzzle, sus manos destinadas a acariciar la otra con timidez sin querer propasarse. Era demasiado maravilloso para ser real, pensó Juliana repetidamente en todo el viaje. Tenía el horrible presentimiento de que las cosas cambiarían en cuanto pisaran el asfalto de las calles de su pueblo... Valentina no se dejaría llevar tanto como lo había hecho hasta ahora, estaría más cohibida y negada al deseo que sentía por Juliana. Eso producía un enorme nudo en el estómago de la pelinegra. Saber que todo se quedaría como una aventura de verano era... horroroso, mejor dicho: una mierda. Esa es la mejor manera de describirlo.

Observó como Tessa jugaba con su mano y el viento que la despejada carretera le permitía a la 4x4 crear. Su mano ondeaba, siguiendo la corriente y dibujando montañas con ella, dejando que el aire se escurriera con facilidad y placer por el culebreo.

Era relajante ver aquél movimiento, pero entonces recordó por lo que la chica estaba pasando y tuvo ganas de hablar con ella. Sin embargo, sabía que no era lo mejor. Tessa se veía obstinada y orgullosa. No quería perder su tiempo hablando con una pared que al final la mandaría al infierno por metiche. Y entonces la imagen de una rubia con hermosos ojos azules invadió su mente sin permiso. Maldijo por debajo por lo que haría y se arriesgó.

"Hey, Tessa". la llamó y la mencionada pestañeó con confusión al mismo tiempo que se giraba.

No esperaba un llamado, menos de Juliana. "¿En qué piensas?" Su pregunta la sacó del carril. No creía que a Juliana podría importarle un comino su vida, menos sus pensamientos, pero al ver sus ojos miel sintió suficiente confianza como para decirle la verdad sin interesarse que Sebastián estuviera junto a ellas.

Clásico VIII JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora