Valentina veía ansiosa su teléfono en espera de una respuesta. Para ser más exactos: la de Juliana.
Los chicos habían planeado una pequeña salida para ver el partido de la selección y ella de inmediato pensó en invitar a Juliana. Además, iría Sebastián también. No estaría sola con todos ellos, tal vez sintiéndose incómoda. Su mejor amigo la acompañaría. Y no solo él, Valentina tampoco la dejaría sola.
Juls: Bien. Vaya respuesta. Era tan amorosa que Valentina tuvo miedo a que le diera diabetes.
Había notado rara a la pelinegra ese día. No parecía ser ella misma en todo su esplendor. Empezando por como estuvo en el comedor, lo que era entendible por la inquietud que tenía porque la sacaran del equipo... lo que la llevaba también a guardarse ese pequeño detalle y preferir no contarle a Valentina, que logró sacárselo al final. Y luego, pero no menos importante, la pelea que tuvo con esta chica, Nayeli. Nunca, desde que "conocía" a Juliana, la había visto involucrada en un altercado como ese. De todos modos, la chica solo se defendió, ella no había iniciado nada y al principio se rehusaba a pelear hasta que fue muy provocada.
El sitio al que solían ir los chicos se llamaba "el Bar de Jaha", donde su amigo Sergio, el hijo del dueño, solía atenderlos siempre y no les recriminaba que usaran identificaciones falsas. Era el lugar perfecto para pasarla bien entre ellos; no era tan transcurrido, aunque sí tenía varios fieles clientes y no iba nadie a vender drogas, como era usual en aquellos lugares casi al borde del límite del pueblo. Miguel, el padre de Sergio, no permitía que nadie de mala fama entrara a su bar, el tipo era muy recto y todos dudaban que él supiera sus verdaderas edades.
Los hombres ya las esperaban y Sebastián apenas vio a Viviana, Tessa y Valentina juntas se aproximó hasta ellas para darles un enorme abrazo que las hizo reír.
"Me alegra que se hayan reconciliado, chicas". pasó el brazo por los hombros de Viviana y caminaron hasta su respectiva mesa en el bar.
Los chicos gritaban y aplaudían cada vez que sucedía algo interesante en el partido que veían en la pantalla plasma cerca de su mesa, en cambio las mujeres estaban más enfocadas en platicar de cualquier otra cosa. A ninguna les gustaba el fútbol, a pesar de ser animadoras de él, preferían evitarlo.
Lo único que se podía preguntar Valentina era dónde estaba Juliana. Una hora desde que todos llegaron y la pelinegra ni señales de vida había dado.
Probablemente no esté de humor para salir, pensó. Puede que esté concentrada en lo suyo, fue su segunda opción, pero la que más le mortificó, indudablemente, fue en la que tal vez Juliana no quisiera salir con ella. No sería raro. Nadie quisiera tener una relación secreta en un pueblo como ese donde todo terminaba sabiéndose.
"Hey". su sonrisa fue demasiado obvia cuando escuchó la voz de Juliana detrás de sí.
Los varones la saludaron con un rápido movimiento de mano sin siquiera verla, menos Sebastián que se levantó a darle un sonoro beso en la mejilla y un abrazo de oso, tanto a Juliana como a la chica que la acompañaba y, claramente, Viviana no pasó por desapercibido esa acción arqueando una de sus cejas sin quitarles la vista de encima.
"Chicos, ella es Paloma. Paloma ellos son Martin, Matthew, mi chica Viviana, Valentina y Tessa". Sebastián los fue nombrado de acorde a donde estaban sentados y ellos saludaron con una sonrisa y levantando sus manos.
Lo primero que pensó la rubia sobre la chica fue que se veía un tanto seria y muy intimidante. Tenía la misma postura que Juliana y la misma mirada que amenazaba con sacarte todos tus secretos así no quieras decírselos, solo que la de esta se veía un poco más fiera y no tan dulce como la de ojos cafés. Físicamente no tenían nada en común más allá de lo mencionado, que era algo que se adoptaba por la crianza, del resto eran muy diferentes.