Capitulo 24

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Juliana lo pensó bien, de verás que lo hizo. Estuvo dándole vueltas al asunto durante toda la noche sin poder pegar un ojo, y eso era algo que no se podía permitir faltando tan poco tiempo para el gran partido que se llevaría a cabo en apenas dos días.

Necesitaba descansar.

Para cuando llegó al instituto sabía muy bien cuál sería su respuesta para la "oferta" de Matthew. Se negaba a aceptar que Valentina mintiera respecto a que tenía algo con él. No estaría bien si fuera así, era algo que no soportaría. Así que se iría por la que considero la decisión correcta. De cualquier manera, no era necesario. Sencillamente seguirían haciendo lo que habían hecho hasta ahora y ya. Lo de Matthew fue una mera y terrible coincidencia. Su respuesta era no.

Punto.

Entraba al recinto cuando vio a todos los alumnos fuera de sus aulas. Faltaban pocos minutos para que comenzaran las clases, por lo que se le hizo extraño ver a toda esa multitud murmurando algo al mismo tiempo. Frunció el ceño sin entender para cuándo visualizó a Deborah, su única verdadera compañera de fútbol.

"Hola". se saludaron con un beso en la mejilla. "¿Qué sucede?" Preguntó refiriéndose a la masa de gente a su alrededor.

"Todos los profesores fueron convocados a una reunión de "emergencia" y creo que tardaran un largo rato". hizo una mueca con sus labios.

"¿Y el motivo es...?" Animó a Deborah a seguir.

"¿No lo sabes?" La boca de la chica de cabello lacio hizo una O en conjunto de sus cejas elevadas.

Juliana negó con el ceño fruncido por la confusión y justo cuando Deborah iba a contarle la razón de esa reunión de emergencia, varios abucheos se escucharon.

La pelinegra se giró sin entender qué pasaba para cuando vio de lejos a uno de los jugadores del equipo de fútbol masculino siendo empujado por otro. Era cierto que su colegio se especializaba en el deporte futbolístico, pero el compañerismo en él era un gran fracaso. Una de tantas pruebas de ello era esa pelea que comenzaba a armarse. Juliana creyó reconocer el nombre del chico que miraba enfurruñado al otro; Nathan, y si mal no recordaba, era mejor conocido como Miller.

"Déjame tranquilo". intentó sonar calmado pero la furia irradiaba de él.

El chico de ojos saltones y tez pálida volvió a empujarlo con una sonrisa ególatra plantada en su rostro. Juliana no entendía a qué se debía eso, pero al parecer todos los demás sí... y no apoyaban a Miller que era el atacado, sino al otro del que no recordaba su nombre.

"¿Qué pasó, lindo? ¿Acaso tienes miedo de que pueda dañarte tu rostro?" Le dio un suave bofetón a Miller que hizo que el chico se enfureciera aún más, aunque igual se controló e intentó pasarle por el lado. "Tendré que desinfectarme la mano ahora, no quiero que se me pegue nada asqueroso de esa enfermedad tuya". se la restregó por la camisa a Miller y éste se giró para encararlo.

"Eres un imbécil. Ocúpate de lo tuyo y déjame".

"Ya quisieras tú ocuparte de lo suyo, degenerado". se escuchó el grito de una de las tantas personas que empezaban a rodearlos.

"¡Engendro! ¡Asqueroso! ¡Repulsivo! ¡Enfermo!" Se escucharon en varias voces, pero todas con el mismo tono de desprecio.

Juliana miraba de un lado a otro todavía sin entender lo que sucedía. Su mente no lograba procesar lo que sus ojos y oídos presenciaban. Todos estaban al tanto de algo de lo que ella no, y eso le molestaba como el infierno.

¿Por qué atacaban a Miller? Miró al chico entre las cabezas del círculo que lo rodeaban y se paralizó con lo siguiente: los ojos del moreno se humedecieron con el último insulto.

Clásico VIII JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora