Quedaron en verse a las siete de la noche en la entrada del cine para la última función, pero Valentina llegó antes así que decidió comprar las entradas para la única película con asientos disponibles; una de miedo. Prefería las películas de cualquier otro género, era demasiado fácil de asustar y entrar a esa sala solo le garantizaba que se rieran de sus grititos en más de una ocasión. Podía asegurarlo por experiencias pasadas.
"¿Segurísimo que no tienes entradas para cualquier otra función? No me importa si están en los puestos del frente y me da torticolis". le suplicó una vez más al vendedor detrás del vidrio que la veía con expresión aburrida.
"No". repitió por décima vez en menos de tres minutos.
"Está bien". cedió con un gemido de derrota mientras sacaba el dinero de su cartera. Juliana tendría dos espectáculos, la película y sus sustos. Estaba segura de que la pelinegra gozaría mucho más de esa salida que ella... aunque Valentina ni siquiera pensaba ver la función, optaría mejor por observar a Juliana mientras ella se concentraba en la pantalla. Ese era mejor plan... mucho mejor. Sonrió para sus adentros y le extendió el dinero por la rejilla de la cabina al chico.
"Que la disfrute". le entregó los tickets sin mostrar emoción alguna.
"Claro". respondió irónica, tomando sus entradas para dejar que la fila fluyera.
Sus puestos estaban situados en la segunda fila de arriba hacia abajo, serían muy buenos lugares si ella quisiera ver la peli, pero definitivamente pasaba de esa. No pensaba estar muerta del miedo sola en su habitación pensando que, en cualquier momento, le aparecería el fantasma de una niña llorando o viéndola fijamente desde la puerta. Su piel se puso de gallina de tan solo pensarlo.
Suspiró viendo la hora en su reloj de muñeca. Le tocaba esperar por llegar casi veinte minutos antes de lo acordado, nadie la había mandado de apresurada. Ya quería ver a Juliana, hablar con ella y pasar el rato de cualquier manera, así fuera viendo una horrible película de terror.
Estaba impaciente en la entrada del cine a la intemperie cuando, finalmente, la vio y sus ansias se evaporaron al instante. Juliana estaba hablando con un hombre calvo y delgado cuando notó la mirada de Valentina sobre ella a veinte metros y le sonrió, dejándole de prestar atención al señor que le hablaba animadamente y concentrándose totalmente en la rubia.
Valentina quería desmayarse en ese mismo momento. Juliana iba vestida casualmente con unos pantalones negros que se ajustaban perfectamente a ella, realzando sus largas piernas y una chaqueta de cuero del mismo color que le daba el vivo estilo de Juliana Valdés. Estaba de infarto. Y lo peor de todo era que ni siquiera parecía darse cuenta de lo increíblemente atractiva que iba en ese conjunto acompañado de unas botas de tacón bajo.
Valentina tuvo que darse la media vuelta para que no la viera cuando cerrara los ojos con fuerza, mordiera su labio con una enorme sonrisa cargada de emoción y escudriñara en suéter en sus manos. Necesitaba tomar aire.
"Hey". Juliana llegó a su lado y le puso la mano en el brazo para que se girara.
"Hola". murmuró, su voz sonando.
"¿Estás bien?" La examinó la pelinegra pensando que tal vez Valentina tenía frío, pero de ser así se habría puesto ese suéter color marfil que tenía entre sus manos.
"Sí, estoy bien". sonrió mostrando su perfecta dentadura, sus ojos brillando más de lo usual.
"¿Y tú, cómo estás?"
Bien, la plática simple e incómoda que siempre había en esas salidas... pero esta no era incómoda. Para nada.
Juliana también sonrió y solo asintió en respuesta haciéndole saber a la rubia que todo estaba bien en su vida, al menos por encimita.