Valentina esperó hasta que la clase del joven profesor Jackson estuviera finalizada para acercarse a hablar con él. Estaba 98 % segura que no le negaría su petición, pero temía por los dígitos restantes. Esperaba de todo corazón que no se cerrara a la idea de darle una última oportunidad a uno de sus alumnos, en este caso, a Juliana. Su confianza en que aceptaría era enorme, no tenía mente para dudar por una razón: Jackson era íntimo amigo de la familia Carvajal. Lo conocía desde que tenía memoria y muchísimas veces jugaron juntos, siendo él varios, pero pocos, años mayor que ella.
"Profe Jackson, ¿podemos hablar un momento?" Preguntó cerca de su mesa reteniendo una risa al igual que él.
"Claro, señorita Carvajal. ¿Qué se le ofrece?" En ese instante todos terminaron de salir del aula y tanto él como Valentina explotaron en risas. "Dime, Valen, ¿qué tienes? Dudo que vayas mal en alguna materia y necesites que te haga la segunda".
"Ahm, algo así". Jackson la miró sorprendido. "Pero no para mí, sino para una amiga, Jack". lo llamó como siempre lo llamaba cuando no estaban en el campus.
"¿Quién?"
"Juliana Valdés". saboreó su nombre y lo miró anhelante de una buena respuesta.
"¿Valdés?" Abrió un poco los ojos. "Vaya. No sé qué tanto pueda hacer por ella, Valen. Va con seis y sabes que se necesita, como mínimo, un nueve y medio para pasar".
Valentina cruzó los brazos y lo miró con gesto suplicante esperando a que él se compadeciera. La mirada de cachorrito nunca fallaba con Jackson, gracias a eso el hombre siempre terminaba robando dulces para ella en las fiestas de los Carvajal en la que solo podían asistir adultos.
"¿Por favor?"
"Bien. Dame ideas para ayudar a tu amiga". volteó los ojos ante su debilidad por la pequeña rubia ojos azules. Quería a Valentina como la niña tierna que conoció hacía años, de una manera meramente fraternal, siendo esta la hija de Lucia Carvajal, la doctora más admirada del pueblo y la mujer de la que siempre estuvo enamorado platónicamente. "Un examen final que valga esos cuatro puntos que le faltan".
"¿Y si reprueba?"
"No lo hará. Te lo aseguro porque yo la ayudare". puntualizó con firmeza.
"Está bien, Valen". el hombre sonrió negando con admiración hacia la rubia. "Un solo examen. Cuatro puntos. Ultima oportunidad. ¿Bien?" "Bien".
Ahora solo quedaba darle clases de tutoría a Juliana para que pasara las materias y continuara jugando fútbol como tanto amaba.
Necesitaba que su chica siguiera en eso para poder animarla haciéndole las porras.
***
Juliana se movía como un guepardo en la cancha, ágil y velozmente, el balón siendo su presa y capturándolo con destreza, pero entregándolo a su equipo cuando era necesario. Daba todo en la cancha como la delantera que era, teniendo una perfecta precisión para pasar o chutar el balón, dependiendo de cuál fuera la situación en la que se encontrara. Era sumamente talentosa con sus impecables técnicas, una completa estrella del fútbol a la que nadie se atrevía a refutar diciendo lo contario, había demasiadas pruebas que lo demostraban; aunque bastaba solo con verla en la cancha.
Era muy buena y Viviana y Valentina lo comentaban mientras estaban en su descanso para tomar un poco de agua y respirar unos minutos antes de regresar al entrenamiento de las porristas. Tessa se había saltado la práctica, alegando que era más fácil si la echaban a que renunciar.
Las chicas escucharon un bullicio donde las deportistas practicaban y poco tardaron en darse cuenta de lo que sucedía.
Juliana y Nayeli, la capitana del equipo, estaban a punto de llegar a los golpes, la segunda empujando a la de ojos cafés que se veía que buscaba una inexistente paciencia para no entrar en la pelea.