"Tengo una copia de la llave de la cabaña de mis abuelos". comenzó diciendo Valentina tranquilamente para que no se le notaran sus ansias de ir a dicha cabaña. "Podemos ir y pasar el rato". finalizó despacio.
"Claro". Juliana aceptó despreocupadamente.
Valentina no dijo ni una palabra más y condujo bajo el chaparrón de agua hasta la cabaña de sus abuelos. Quedaba cerca de donde estaban ellas, solo había que bajar la colina, adentrarse un poquito en el bosque y voilà.
"Dijiste que era una cabaña". citó Juliana al ver dónde estaban verdaderamente. "Lo es".
"Es una casa en el lago, Val".
"Ahm... es una cabaña cerca del lago". reformuló de mejor manera.
La pelinegra en el lago no era tan grande como el resto de las adquisiciones de los Carvajal. Sus abuelos se parecían a ella en eso, no les gustaba que sus cosas fueran tan ostentosas y esa cabaña era un claro ejemplo. Está bien, se ubicaba en el lago y tenía dos pisos, pero no era para nada lujosa. Ni siquiera llamaba mucho la atención por donde estaba situada
Entraron corriendo en ella huyendo de la lluvia una vez que Valentina aparcó y la oscuridad las recibió en combinación con un poco de frío. Los abuelos de la chica debían tener mucho tiempo sin ir a esa vivienda.
Valentina, como toda una experta del lugar, encendió las luces y dejó ver el esplendor que era la cabaña por dentro. Por fuera aparentaba ser más antigua de lo que se veía por dentro. No era tan grande, ciertamente, pero sí espaciosa y bien decorada. La cocina estaba a la izquierda de la entrada y solo estaba dividida a la sala por un mesón con varias sillas altas. En la pared donde estaba la puerta de entrada había un estante con varios libros antiguos y la sala tenía un sofá marrón con varios cojines, una mesa con una lámpara a su lado, otra al frente y dos sofás individuales de color beige a cada lado. Lo que más le gustó a Juliana fue la chimenea del frente.
La rubia encendió la chimenea con rapidez, al parecer sabía muy bien cómo manejar las cosas en la cabaña. Juliana le preguntó si había ido mucho para ese lugar, a lo que Valentina le respondió que cada vez que venían sus abuelos se quedaba unos días con ellos.
Era unida a sus abuelos, entonces. Otro dato interesante de la rubia que Juliana no olvidaría.
"Deberíamos..." Valentina se acercó hasta ella con expresión dudosa. "Hmm... cambiarnos de ropa, aunque no tengo otras mudas aquí". arrugó los ojos como si eso fuese algo malo. "Así puedo meter a secar éstas". estiró un poco su camisa mojada.
"Ah... sí. Está bien". respondió Juliana, insegura.
Ambas se habían visto ya en bikinis, así que verse en ropa interior no tenía que ser muy diferente a ello. Pero lo era. Juliana no sabía por qué, pero estar en ropa interior era como más íntimo. Extraño, sí, pero también cierto. Comenzó a quitarse su suéter verde oscuro y cuando llegó a alzar su franelilla, Valentina se dio la vuelta "disimuladamente". Juliana no pudo evitar sonreír al haber presenciado por un microsegundo el rubor en sus mejillas.
Valentina comenzó a buscar algo en el sofá mientras ella terminaba de sacarse el jean luego de deshacerse de sus zapatillas. La rubia regresó hasta ella mirándola sin vergüenza alguna, embelesada con su abdomen y recorriendo sus duras piernas, resultado de jugar fútbol, finalmente le extendió una manta que, Juliana supuso, era lo que buscaba en el sofá. Juliana tuvo que retener una carcajada cuando vio que Valentina pestañeaba volviendo a la realidad, poniéndose colorada. La chica se puso como un tomate y agarró rápidamente la ropa de Juliana para ir a la secadora.