Athena.
El peso de la sala era insoportable. El aire, denso y cargado de tensión, parecía envolverse alrededor de mí, como una sombra que no podía escapar. Giovanni, con su expresión calculadora, se acercó lentamente. Su mirada penetrante nunca se apartó de la mía, como si quisiera leer cada rincón de mi alma, despojarme de cualquier vestigio de duda.—Athena —dijo mi nombre con suavidad, pero sus ojos no eran amables. Sabía que la calma de su voz era solo una fachada para ocultar la tormenta que había desatado dentro de mí—. Has demostrado ser útil, una pieza valiosa en mi juego. Pero hay algo que aún no entiendo, algo que no puedo permitir que interfiera.
La mirada que me lanzó hizo que mi corazón latiera más rápido. La amenaza en sus palabras antes de que pudiera responder. Sabía lo que Giovanni era capaz de hacer cuando quería someter a alguien. No era solo un hombre de negocios. Era un manipulador nato, un estratega que no dudaba en destruir todo a su paso si eso aseguraba su dominio.
Entonces, en un movimiento tan rápido que apenas tuve tiempo de reaccionar, un hombre entró en la sala. Lo vi antes de oír su voz. La confusión fue inmediata, seguida por un choque helado. El hombre que se encontraba delante de mí era alguien que nunca esperé ver en este contexto. Javier, un capo de la organización de Dorian, Kaiserkrone. Uno de los hombres más leales a Dorian, ahora estaba atado, demacrado, y con el rostro marcado por las huellas de la tortura.
Mi estómago se tensó. El vínculo que tenía con Dorian se estremeció ante la imagen de Javier, atrapado en las manos de Giovanni. De alguna manera, su presencia en este lugar lo hacía todo más real. Esta no era solo una amenaza vacía. Giovanni no dudaba en usar lo que más me dolía para asegurarse mi obediencia.
—Este es tu dilema, Athena —dijo Giovanni, casi con placer—. Aún tienes esos viejos lazos, ¿verdad? Esas conexiones emocionales que creías poder dejar atrás. Pero tú y yo sabemos que no se pueden borrar tan fácilmente. No con alguien como él en tus manos.
No podía respirar. Mi mente giraba, buscando alguna salida, algún resquicio de esperanza. Javier, un hombre fuerte y valiente, estaba a merced de Giovanni. Todo lo que había hecho hasta ahora, todo lo que había construido, parecía desmoronarse en ese mismo instante. ¿Qué podía hacer? ¿Qué se suponía que debía hacer cuando la vida de alguien a quien consideraba un aliado estaba en juego?
Giovanni continuó, cada palabra un peso más que se añadía a mi carga.
—Si quieres que Javier siga con vida, si quieres que Dorian nunca se entere de este pequeño incidente, deberás demostrar tu lealtad. A mí. No a tu pasado, no a tus fantasías de venganza. Solo a mí.
Un nudo se formó en mi garganta. Mi primer impulso fue saltar hacia Javier, liberarlo, enfrentarlo, pero sabía que eso solo lo pondría en mayor peligro. Giovanni era experto en jugar con las emociones, y él lo sabía. Él sabía que había tocado la parte más vulnerable de mí, esa parte que aún no lograba desconectar por completo. Esa parte que me ataba a mi lealtad hacia Dorian, a Kaiserkrone.
Mi mente trabajaba a toda velocidad. ¿Cómo podía jugar este juego sin perderme en el proceso? Si hacía lo que Giovanni pedía, estaría más cerca de asegurar la posición que tanto deseaba. Pero si no lo hacía, las consecuencias serían terribles, no solo para mí, sino también para Javier, y para todos aquellos que aún confiaban en mí.
—Te doy tres días —dijo Giovanni con frialdad—. Tres días para demostrar tu lealtad y actuar como te corresponde. Si no lo haces…Javier pagará las consecuencias.
La presión era insoportable. La angustia llenándome, la ansiedad apoderándose de mis pensamientos. Estaba atrapada en una telaraña de emociones y decisiones difíciles. ¿Qué sería lo mejor? ¿Cumplir con las órdenes de Giovanni y proteger la vida de Javier, aunque eso significara perder más de mí misma? ¿O jugar mis cartas y arriesgarme a una guerra con él, sabiendo que podría perder más de lo que podría ganar?
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El rubí del Emperador [+18]
Roman d'amour-¡Lang lebe der Kaiser! -exclaman al unísono una vez abajo. Athena Harrison había vivido cuatro años terribles trabajando en el club nocturno Heaven's; había perdido toda esperanza de vivir otra vez, hasta que, en una noche inesperada, su destino ca...