Capítulo 20: Entre luces y tinieblas

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Encontrar el Refugio del Umbral fue más difícil de lo que imaginé. No era solo un lugar físico, sino también un estado de percepción. Siguiendo las instrucciones de los antiguos textos que había logrado recopilar, aprendí que solo podía acceder a él al borde de la realidad, un sitio cargado de energía liminal.

Al final, lo encontré en las afueras de la ciudad, entre los restos de una fábrica abandonada. Había algo incompleto sobre el lugar. Las paredes parecían estar hechas de materiales que no pertenecían del todo a este mundo. Las sombras eran más largas de lo que deberían, su movimiento apenas perceptible, como si estuvieran vivas.

Dentro, encontré un hombre. O algo que se parecía a uno... Su rostro estaba cubierto por vendas, pero sus ojos brillaban con una luz plateada. Me observó detenidamente, y sin que yo dijera una palabra, habló:

Llevas en ti la cicatriz de uno de los Antiguos. Has venido a buscar respuestas... pero esas respuestas tienen un costo.

Estoy dispuesto a pagar lo que sea necesario.

Él inclinó la cabeza, como si no estuviera seguro de si admirar mi determinación o lamentar mi desesperación.

El vínculo no puede romperse sin consecuencias. Sellarlo te destruirá tanto como salvará a quienes te rodean. Pero si decides seguir este camino, necesitarás enfrentarte a lo que está dentro de ti. La criatura no te dejará ir tan fácilmente.

La OficinaWhere stories live. Discover now