Capítulo 25: El amanecer del vacío

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Abrí los ojos unas horas después, o al menos eso creí. Era difícil tener una noción exacta del tiempo en ese momento. Las luces de mi linterna se habían apagado, y la estación de tren estaba sumida en una penumbra tenue, aunque ya no parecía tan opresiva como antes. Miré el símbolo en mi mano y vi que la marca había desaparecido. Sólo quedaba una cicatriz opaca y seca, como un vestigio distante de lo que había pasado.

El aire se sentía más claro, aunque seguía pesado. Me incorporé con dificultad, mi cuerpo gritándome de dolor con cada movimiento. Lo había logrado. Por increíble que sonara, seguía ahí, en el mundo real, mientras que la criatura había desaparecido.

Y sin embargo, algo estaba... diferente.

El vacío que me había atormentado por tanto tiempo no se había ido del todo. Era más sutil ahora, un susurro distante, apenas un rastro. Quizás nunca desaparecería por completo. Pero en lugar de consumirlo todo, ahora era algo que podía aceptar, algo que no me definía. No eran las cadenas que me había impuesto; eran sólo cicatrices, recuerdos imborrables de que había estado al borde del abismo y había regresado.

No salí de la estación de tren hasta que vi amanecer. La luz pálida del sol iluminó el destartalado andén, bañándolo en una cálida serenidad que me pareció ajena, pero bienvenida.

Todo había cambiado. Y, al mismo tiempo, nada lo había hecho. Había vencido a la criatura, sí, pero no había vuelto a ser quien era antes. No sabía si alguna vez podría. Lo único cierto era que, por primera vez, tenía la oportunidad de decidir qué venía después.

Y esa decisión era mía.

La OficinaWhere stories live. Discover now