19.

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Capítulo 19. Me dijeron que pida un deseo, adivina en quién pensé.

Después de unos duros minutos, Louis  entró a la sala con un poco de hielo y lo fue colocando poco a poco en dónde había recibido el golpe, realmente él se mostraba angustiado por mí, no sabía como reaccionar, había sido una noticia muy repentina tanto para él como para mí. Y lo peor de todo esto es que a pesar de el mensaje tan largo que Thomas se había esmerado en escribir, yo aún no le encontraba ninguna explicación. ¿Acaso así funcionaban las cosas con Thomas? ¿Se rendía tan pronto? ¿Se cansaba de luchar? 

Eso era Thomas: un bastardo, un insensato, un rompe corazones.  

- Debo irme.  -Contesté dolida, aún sentía como algo dentro de mí poco a poco se iba quebrando-

- Kat, allá afuera está cayendo un gran diluvio y además todavía te encuentras algo mareada por el golpe que recibiste. 

- Necesito estar sola y pensar las cosas. -Comenzaba a asimilar que Thomas se estaba marchando sin mí.-

- Al menos deja que te pida un taxi. 

- Prefiero caminar, prometo que estaré bien. -Le aseguré- 

- De acuerdo. -Dijo no muy convencido, pero tratando de resignarse- 

Por un momento, sentía como Louis por primera vez no se estaba comportando como mi hermano mayor, lo cual me tranquilizó un poco, no quería causarle tantas preocupaciones. Él no las merecía. Así que sólo asintió y puso su mano contra la mía para mostrar apoyo. Aunque era obvio que eso no serviría de nada, el daño ya estaba hecho. 

Le agradecí por haberme escuchado y después salí por la puerta del departamento. 

Comencé a caminar y a sentir las gotas de lluvia que de pronto invadían todo mi frágil cuerpo. Entré a una avenida muy solitaria y por un pequeño instante, el terror rápidamente se había instalado en mis entrañas, eso me hizo recordar aquella vez cuando él había aparecido como un super héroe al rescate salvándome de todo aquello que me hiciera sentir desprotegida, pero oh, error. Esa persona ya no existía más.  

En medio de todo este caos, sonreí para mis adentros. Me era inevitable. 

Los truenos no tardaron en aparecer y temblé ligeramente ante la idea de quedarme abandonada como un perrito callejero, me sentía impotente por no haber seguido el consejo de Louis y haber tomado un taxi.

 A lo lejos percibí una resplandeciente luz que provocó que quedará completamente encandilada ante tal fulgor, pero repentinamente noté que se trataba de una moto, era idéntica a la que tenía Thomas, no podía ser posible. Se suponía que él ya había tomado una decisión y en estos momentos se encontraba abordando un vagón.  

Aún mareada por el reciente golpe que había recibido, me desmayé con la gran inquietud de saber si se trataba de Thomas. Pero no podía seguir engañándome a mí misma, él no regresaría jamás. 

- Katherine, dios mío. -Habló una voz grave, escuchaba gritos porque apenas y se podía escuchar en medio de la tormenta-

Sentí que alguien recargaba mi cabeza contra sus piernas en medio de la lluvia.

- Lo siento, Katherine. -Comencé a abrir los ojos muy lentamente y me encontré con su rostro, se le notaba agitado-

- ¡Déjame en paz! -Me quité rápidamente de sus piernas y me puse en pie lo más pronto que pude, estaba débil y exhausta, antes de que pudiera caer nuevamente, él me sujetó entre sus brazos- 

- Lo siento por todo. -Suspiró audiblemente. Thomas estaba llorando- 

- ¿Eso es todo lo que tienes que decir en tu defensa? ¿Lo siento? ¿Qué sientes? -Ahora era yo quién lloraba fuertemente, nos estábamos empapando, pero parecía no importarnos- 

- No puedo alejarme de ti, hoy que había tomado la decisión más difícil de mi vida, tardé en darme cuenta de que mi lugar siempre ha sido a tu lado. Soy un gran idiota por apartarte cada vez más y más, pero si decides quedarte conmigo, te prometo que juntos salvaremos esto que tenemos, en verdad te quiero demasiado como para abandonarte, no soportaría imaginarme una persona más en tu vida, es por eso que prefiero ser yo quién lo arruiné ahora y no después cuando ya sea demasiado tarde y no pueda recuperarte. 

Adoré sus palabras y la forma en la que hablaba, con grata sinceridad. Se tornó un silencio incómodo entre ambos. 

- Dime algo, por favor. Lo que sea, que me odias, que soy un gran estúpido, un idiota, por favor. ¿No ves que me estoy muriendo aquí?

Tragué saliva antes de responder.

- Creo que ya no tiene caso que te sigas disculpando, Thomas. Al fin entendí que debo apartarme de ti. Me lo estuviste diciendo tantas veces con tus dolorosos actos que hasta hoy lo logro entender. 

Él se quedo silencioso. 

- Debo irme. -Dije y después decidí marcharme, pero esta vez, él si me siguió-

- Antes de que te vayas, necesito asegurarme de que estés bien, al menos vamos a algún lugar para que seques tu ropa. O déjame llevarte. 

- Está bien. -Asentí y subimos a su moto- 

(...)

Bajé de la moto y me sentí un tanto culpable por las condiciones en las que él se encontraba, así que preferí invitarlo a pasar para que de esa manera pudiera ponerse ropa seca, al fin y al cabo Dominique y Thomas eran casi de la misma medida. Ambos tenían una complexión similar. 

Entramos al interior de la casa y me di cuenta de que se encontraba completamente sola, quizá mis padres habían salido a visitar a mis abuelos, eso me alivianó un poco, sólo de esa manera no me sentiría tan incómoda estando con Thomas y ellos aquí. 

- Sígueme. -Dije y subimos hasta mi recámara- Puedes cambiarte aquí, enseguida te traigo la ropa. 

- Espera. Necesitas mi ropa. -Comenzó a quitársela lentamente y ante esto, yo me ruboricé. Se pasó la mano por el cabello dónde dejo caer unas pequeñas gotitas sobre mi alfombra- 

- No creo que pueda contenerme, Kat. 

- Ni yo.



Waiting for you | Thomas SangsterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora