C A P I T U L O 12

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NIALL.

Aquí estaba yo, parado al frente de un humilde restaurante cayendo en la cuenta de que mi mano y la de Evangeline estaban tomadas. Era la primera vez que tocaba de esta manera la mano de una chica, siempre era la de un familiar, pero hoy era diferente; me parecía algo suave, como cuando pequeño tocaba los pétalos de las rosas, suave y tranquilizante.
Pero ¿qué estaba haciendo? ¿Desde cuándo permití que ella tocara mi mano? ¿Y por qué aún no podía soltarla?

Estaba haciendo algo malo, a Louis le gustaba Evangeline, A MI AMIGO. Debía respetarlo y debía ayudarlo, no debía estar dándole la mano y pensar en mi infancia gracias a ella. No debía.

Con cierta prudencia traté de alejar mi mano, pero sorpresivamente la de ella me apretó con más fuerza, como...como si no quisiese soltarme. La miro a la cara y me parece que esta algo acalorada porque sus mejillas, dios, sus mejillas están muy sonrojadas.
Inevitablemente pienso que se ve muy linda así.

-Hey Niall. –llama mi atención Liam que está al frente de nosotros observando el restaurante.

Nuestras manos se sueltan de repente.
-¿Sí? –Miro a Liam y aun teniendo los ojos de un color tan básico, me intimidan.
-Este es. –dice empujando la puerta, abriendo.

Sin querer unas pocas flores vuelan antes de que entre, tal vez esa era la intención de tener varias flores decorando la puerta. Parecía ser que las flores te incitaban a entrar al restaurante, además que lo hacían resaltar entre los demás aburridos locales.

-Mi papá quiso llamarlo Puledor solamente porque este en inglés se escribe "Pull the door "que significa "empuja la puerta" incitando a entrar. –Informó Evangeline mientras avanzábamos. El nombre del restaurante era un juego de palabras, ya hasta me parecía interesante.

Las mesas negras y las sillas blancas eran todas para diferentes grupos de personas, habían desde para dos personas hasta siete personas, que estaba al fondo del local; pero eso no era que llamaba mi atención al caminar, si no, las grandes pinturas dibujadas en las paredes. Tantas formas y colores parecían hipnotizarte. Hacían querer comer en ese peculiar lugar.
Mientras pasaba me daba cuenta que la mayoría de la gente allí sentada era en su mayoría jóvenes universitarios o personas llamativas, esas personas amantes del arte y de las que no puedes evitar mirar en la calle por atreverse a salir de una forma tan original.

Era fantástico.

-Liam pintó todo esto... -susurro Evangeline en mi oreja.
Me sobresalto mientras la miro asustado por leer mis pensamientos; pero ella solo me sonrió arrugando la comisura de sus ojos. ¿Por qué sonreía todo el tiempo?

-¡Evangeline! –llamó un hombre desde el mostrador.
Los tres nos acercamos, sin antes hacer mis pasos más lentos y quedar atrás de los dos hermanos. Me avergonzaba el que supieran que por mi culpa ellos se sintieron con la necesidad de disculparse de esta manera. Uf, era algo complicado hasta para mí.
- ¡Papá! –dijo alegre la chica.

¿Papá?
- ¿Qué haces por aquí cariño? –pregunto el papá de Evangeline con esa misma mirada cálida que tenía Evangeline.

¿Qué hacía ahora yo? ¿Cómo me presentaba ante el dueño de un restaurante?
-Atropelle sin querer a este amigo de Evangeline y venimos a darle nuestras disculpas con tu comida viejo.
¿Ah? ¿Así de simple?
-Pero que bien. –río el padre desordenando el cabello de Liam.

¿Qué? ¿Estaba feliz porque me habían atropellado?
-Papá explícate mejor... -sugirió Evangeline dándole un codazo en el hombro a su padre notando mi mirada rara. (Un hombre mediano, castaño de facciones marcadas con ojos color gris).

Su padre río.
-No estoy feliz porque lo atropellaran..., solo estoy feliz de que me lo trajeras. –el hombre sonrío arrugando la comisura de sus ojos al igual que Evangeline. Ya sabía de donde había sacado tan tierna sonri... ¿qué? –está muy bien que piensen en los padres en casos de emergencia como este, oh hola. –volvió a sonreír y estrecho su mano. –me llamo Calvin Wright.

No, por dios. Él era el raro mayor.
Aun así debía ser cortés ante él, no tomando en cuenta de que su hija era una trae problemas y que su hijo fuera tan intimidante (y que él fuera tan positivo) yo debía saludarlo de igual manera.

-Hola, me llamo Niall Horan. –me presente correspondiendo el apretón de manos, pero él se quedó ahí, mirándome sin mover las manos. ¿Acaso tenía algo dibujado en mi cara, otra vez? ¿O solo era él así?

"En tres pasos" (N.H)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora